Tenía miedo de que Aubrey le dijera que era cierto, que era su exnovio y que realmente si le había golpeado por ella. Y esperaba con ansias que ella dijera que eso no era verdad y dejarlo en que solamente era un loco que le había robado y golpeado.
Y que claramente debía ser judicializado.
Ansel abrió la puerta y vio a su amiga con una sudadera sobre su cabeza.
— Hola.
— ¿Todo bien?
— Entra, tenemos que hablar.
Para su sorpresa, la respuesta de Aubrey fue lo menos esperado.
— Tienes razón. Tenemos que hablar.Aubrey se sentía temerosa. No sabía qué había pasado con Ansel y por algún motivo, un escalofrío recorría su cuerpo cuando pensaba en la situación pasada. Ella sabía que algo raro había sucedido, pero no quería tocar ese tema frente a Sofia. No mientras no hubiese hablado con Ansel primero.
Ella había dejado de ir durante dos días al hospital, porque quería averiguar todo, ya que ella sabía que a él lo habían atacado después que la había dejado en su casa. Entonces, no pudo ser muy lejos de donde vivía y allí, en su vecindario, todo el mundo tenía cámaras que la ayudarían a ver quién pudo ser el culpable.
Eso era lo bueno de su vecindario. Que todos se ayudaban y se conocían. Por eso no tenía problema de pedir el favor que dejasen ver las cámaras de la hora exacta donde sucedió el hecho. Eso sí. Tuve que recorrer alrededor de diez casas viendo grabaciones, hasta que, donde uno de sus vecinos más antiguos, pudo ver algo que no era normal.
Un hombre golpeando a Ansel.
— ¡Qué horror! —Gritó Jeff, el vecino de la chica—. Debemos llamar a la policía.
— Entiendo, señor Jeff —habló Aubrey intrigada—. Claro que ya hablaremos con la policía, pero primero si quisiéramos saber quién le hizo eso a Ansel. Es muy raro.
— Bueno, mi niña. Pero por favor, dile a su madre que lo más pronto posible lo haga. No podemos aceptar este tipo de situaciones en un vecindario tan tranquilo como este.
— No se preocupe, señor Jeff.
Luego de aquello, Aubrey se dirigió a la casa del lado ya que, según su idea, la vista sería mejor desde las cámaras allí. De igual forma, en su celular reposaba el video que había logrado sacar de la casa anterior. Ella quería saber todo sobre lo sucedido y que ese ladrón pagara por lo que había hecho.
Además, ella había estado teniendo acercamientos con Ansel lo que hacía que aún más se preocupara. Él era un hombre muy carismático que no se llevaba mal con nadie y además, su vecindario era uno de los más seguros de toda la ciudad.
— ¿Si? —Salió una muchacha que nunca había visto Aubrey.
— Disculpa —sonrió—. Me llamo Aubrey y soy vecina tuya. Quería preguntarte una cosa.
— Claro, dime.
Entonces la castaña comenzó a narrar lo que había sucedido. Los cambios de expresión en el rostro de la muchacha eran claros y por un momento sintió que una pizca de sorpresa se asomó en sus ojos cuando le dijo el día y la hora que había sucedido el suceso.
— Entonces te quería pedir si podrías dejarme ver las cámaras de tu casa, para tratar de reconocer la persona que pudo hacerle esto a mi amigo.
La chica se mantuvo en silencio unos segundos y suspiró, para decir: —Lo lamento. Aquí no tenemos cámaras.
Aubrey frunció las cejas y tragó saliva. ¿Cómo no iban a tener cámaras si todas las casas a su alrededor sí? No era normal que alguna casa allí no tuviese cámaras. Todos lo sabían y por lo mismo, varios vecinos habían contratado juntos algunas compañías de seguridad para el vecindario.
— Pero todos aquí debemos tenerlas —continuó Aubrey—. Entiendo que soy una desconocida, pero de verdad-
— No, lo siento.
Acto seguido, la chica cerró su puerta con brusquedad.
Cosa que intrigó aún más a Aubrey.
¿Por qué hizo eso?
Luego de tomar varias respiraciones profundas, se alejó de aquella casa. Era la última a la que podía ir y de verdad, se sentía impotente ante la negatividad de ella.
Sentía cómo sus pies se arrastraban por el suelo y su mirada no se alejaba de ahí. Se sentía muy mal. Ella quería buscar respuestas de todo lo sucedido. Además, como llevaba algún tiempo sin hablar con Ansel, debía de tener un por qué había sucedido eso.
Aubrey sintió cómo su cabeza golpeó el hombro de una persona y se quejó, levantando la mirada.
Su cuerpo se paralizó y se quedó unos segundos viendo aquellos ojos color miel, que conocía desde hace varios años.
— By, ¿cómo estás?
La castaña dio dos pasos atrás e intentó voltearse para seguir su camino. Aquello había sido solamente una mala coincidencia que no quería que se volviera a repetir.
— Tú tienes una orden de restricción. Aléjate.
Una sonrisa fue puesta en el rostro del rubio y se acercó dos pasos más a ella.
— Eso se terminó hace dos semanas, By.
— No me digas By.
— Eres mi By.
Aubrey tragó saliva, sintiendo sus manos temblar. Él solamente le recordaba aquellos meses de estrés, lágrimas y sufrimiento. Él había dañado su vida por mucho tiempo y ella no quería que volviera a aparecer. Ella se había olvidado completamente de él. Ni siquiera recordaba que la orden había caducado. ¿Acaso aquello no era para siempre?
Lastimosamente su madre tampoco lo había recordado o estaba segura que ella le hubiese avisado.
— Aléjate. No quiero que te acerques.
— ¿Por qué? ¿Ya sales con alguien? ¿Alguien de apellido Ace?
Aubrey dejó de temblar y se paralizó. Sintió como todo color de su rostro se fue y su cabeza hizo click.
¿Acaso él…?
— ¿Tu tocaste a Ansel? —Susurró. Su voz apenas se había escuchado.
— ¿Ansel? ¿Quién es?
Aubrey respiró, pensando que tal vez estaba siendo algo paranoica y que él apenas había llegado y tampoco era capaz de hacer lo que le había hecho.
— ¿Sabes qué? Tengo cosas por hacer.
Trató de alejarse, pero rápidamente la mano de aquel hombre se dirigió a su antebrazo y la volteó, con fuerza.
— Dile que no lo quiero ver otra vez cerca de ti o le irá peor.
La castaña se soltó de aquel agarre y caminó lejos de él a paso apresurado. No sabía qué responderle y se sintió estúpida al pensar que tal vez ella era la que estaba pensando cosas que no eran. Era claro que él le había hecho daño a Ansel y estaba destruida. No podía creer que realmente por culpa de ella, hubiesen tocado a su mejor amigo.
Aquel hombre tenía veinte y era francés. Ella lo había conocido un año atrás, cuando era menor de edad.
Ella se había enamorado o algo así de él y se había sentido protegida por su presencia. Verdaderamente para Aubrey era un hombre guapo. Cuando ella lo había conocido, su mirada no se pudo alejar de él y él se dio cuenta de lo que había generado en ella. Y eso era lo que estaba buscando yendo a un lugar como ese.
Recordaba cómo él se había acercado y le había sonreído. Había pensado que lucía como un príncipe y que su cabello rubio hacía contraste con los ojos color miel que poseía. Siempre sintió como si sus ojos atravesaran su alma y aún más cuando comenzaron a salir.
Ella le había dicho que ya tenía dieciocho años, pero que era algo desjuiciada y por eso aún seguía estudiando. Cosa claramente falsa. Pero sabía que, si le decía la verdad, él se alejaría.
Ellos dos continuaron viéndose y algunas semanas más tarde ya se tomaban de la mano y se besaban. Ella sentía que vivía un sueño y, además, no pensaba en su mejor amigo, Ansel. Por un tiempo, ella dejó de sentir cosas por él y comenzó a sentirlas por aquel hombre, llamado Liam.
Liam por su parte sabía lo que generaba en Aubrey y se aprovechaba de ello. Él no era francés. Solamente había aprendido a decir algunas cosas para impresionar a las chicas y así, atraerlas a él. Y también sabía que la castaña era menos de edad. Pero eso era lo que más le gustaba ya que claramente tenía idea que esa relación era ilegal.
— By, ¿te gustaría ser mi novia? —Le había preguntado una tarde que querían que fueran a su departamento.
El rostro de Aubrey se iluminó y repitió varias veces que sí, dando por iniciada la relación clandestina que iban a comenzar a tener. La madre de ella no lo sabía y él tampoco quería que el mundo se enterara o perdería las mujeres que ya tenía en su mano.
— Te amo… —Había murmurado ella sin siquiera saber el significado de esa palabra y la cantidad de problemas que aquello le traería a su vida. Claramente no sabía lo difícil que se iba a convertir su vida después de eso.
Liam le había propuesto eso solamente por una cosa. Y era acostarse con ella. Sabía que era un modo de operar poco fiable y que después de eso tendría que desparecerse del mapa, pero no le importaba. Él se había obsesionado con estar con ella tanto, que nada más le importaba.
Una noche que los padres de Aubrey no estaban en casa, él le preguntó en un mensaje de texto si podía ir a su casa, a lo que ella con preocupación le respondió que sí, pero que, si cualquier cosa pasaba, debía de saltar del segundo piso del lugar e irse corriendo. Liam aceptó y se dirigió hacia la casa de la chica, pensando que por fin sería su noche y que ya podría pasar a otra chica.
Ya habían pasado dos meses y se comenzaba a estresar al no recibir lo que quería de ella. Pero esa noche, lo iba a obtener.
— Te ves hermosa —Exclamó cuando vio a su “novia” con unos jeans y una blusa manga larga—. Eres la mujer más hermosa del planeta.
Aubrey sonrió abiertamente y le besó, dejándose llevar por el momento. Ella también quería que fuese esa noche. La noche más especial para recordar en su vida.
— Te amo, Liam… —susurró cuando llegaron al cuarto y él asintió. Dejando besos castos en su cuello.