Esto es inconcebible

1712 Words
Pov Aidán Me siento en un sillón a analizar todo lo que está pasando. Al tipo este lo veo en serio y lo recuerdo como uno que he tenido que espantar de mi hermana muchas veces. No sé su nombre. Es muy persistente porque vuelve una y otra vez. Es un chico que tiene un acento italiano poco marcado, pero si lo tiene, debe ser italiano. Tal parece que le salió todo mal. Seguro espero que yo no estuviera cerca para que acercarse a mi hermana. Tengo mi fama: no dejo que ningún chico que se acerque a mi gemela . Y todos lo saben. Me tienen miedo, y eso que no he golpeado a nadie, no aquí al menos . Si lo hubiera hecho, me tendrían terror; no ha sido necesario. Mi hermana y yo sabemos cómo usar algunos métodos para no tener que llegar a los golpes. Principalmente yo: mi frialdad al hablar asusta a más de uno y la forma en que los vuelvo a ver lo espanta aún más. Creo saber ya por dónde va la situación: mi hermana es muy joven. Ella aún no piensa en enamorarse ni en tener ningún tipo de contacto físico con chicos. Yo, por otro lado, sigo siendo virgen. No he tenido sexo aún, no porque no se me haya presentado la oportunidad—de hecho, se me han presentado muchas—, ni porque no pueda. Tengo erecciones desde los 10 años, algo adelantado, según investigué, como todo en mi vida. Pero si ya puedo, si quiero, solo que aún no he querido entrar en eso por decisión propia. Sin embargo, me he besado con más de una. Yo tampoco me hago de rogar. Veo a los padres del tipo este y están muy molestos, mirando a mi gemela. Lucy está furiosa, viendo mal a White. En ese preciso momento, lo vuelvo a ver y palidece. —¿Cómo se le ocurre traer a mi hermanita aquí, White?—le dice mi hermana Lucy, cruzándose de brazos. White empieza a sudar acongojado—. ¿Alani, te encuentras bien?—Mi gemela asiente—. ¿Estás segura de que estás bien? Te veo muy alterada. —Señorita, debería preocuparse más por lo que hizo que por si está alterada—dice la señora y madre del tipo, con un acento más pronunciado—. Mira que haberle roto la muñeca a mi hijo, ¡es una salvaje! —No le permito que me insulte, señora—habla al fin mi gemela, muy enojada—. Y la señora hace un gesto de molestia mayor que antes, viendo peor a mi hermana—. Debería empezar a educar mejor a su hijo para que sea un hombre de verdad, no una imitación de uno. Primer insulto, y eso hace que los ojos de ese chico se le llenen de lágrimas. ¿Le dolió que mi hermana le dijera eso? No me gusta cómo la ve, y eso me tiene mirándolo fijamente, bastante molesto. Debería comportarse y dejar de mirarla así. —No entiendo cómo es que chicas maleducadas y agresivas como esta vienen a un instituto tan prestigioso, señor director— White, empieza a sudar al vernos. ¿En serio esa señora está diciendo que somos maleducados y de clase inferior? Eso me hace reír, con una risa muy sarcástica, mi especialidad—. Señor director, ¿por qué no dice nada? —Señora Alberti, créame que usted está equivocada con esos chicos. Ellos son niños buenos—la palabra "niños" no se me escapa, y lo vuelvo a ver muy molesto por ello . Sabe que no queremos que nadie se entere de que somos menores, y mi mirada lo asusta más—. Digo que son jóvenes muy educados, de muy buena familia, y no debería ofenderlos, señora. —Esto me parece inaudito. ¿Cómo va a estar a favor de ellos?—habla de nuevo la señora, que ya vi que se apellida Alberti. Ese apellido me suena conocido Pero no recuerdo bien de dónde —. No está viendo lo que esa chiquilla le hizo a mi hijo, que si es un buen muchacho y cómo le habla—. Mi hermana se ríe burlona, y eso molesta más a la señora. A mí, esa actitud de mi gemela, me alerta esto no es normal en ella —. Ven lo maleducada que es, mi hijo, esa que llora del dolor. —Amor, deberíamos esperar a escuchar qué pasó. Luca aún no ha dicho nada—finalmente habla el señor, con más sentido común que su esposa—. No creo que esto haya sido a propósito, y si Luca no quiere hablar, es porque algo hizo. —¿Buen muchacho, su hijo? Replántese eso, señora, que está muy lejos de la realidad—mi gemela está muy molesta. Veo a Lucy, que está igual que yo. Veo bastante enojada a Alani, incluso algo indignada y dolida. ¿Qué le hizo ese tonto? En ese momento, entra mi padre, muy serio, diría que molesto. También entra sin tocar—. Su hijo solo es una frágil mariposa, un debilucho llorón, que solo busca atención y que su madre lo defienda, porque parece que él no puede solo. —¿Alguien me puede explicar qué pasa aquí y por qué tienen a mis hijos en dirección?—dice mi padre, con voz fuerte y cruzándose de brazos, mirando intimidante a White, que parece que se va a hacer en sus pantalones. Su jefe le está pidiendo en ese momento que le explique por qué tiene a sus hijos en dirección—. ¿Alguien puede hablar? No tengo todo el día. Cada minuto que pierdo aquí son millones que no facturo, así que, ¡hablen! —Señor, debería educar mejor a su hija—habla de nuevo la señora, y no me pasa desapercibido la cara de terror del señor Alberti, que le dice entre dientes que no diga más, Pero ella lo ignora—. Mire lo que le hizo a mi hijo. La señora enseña el brazo enyesado de su hijo, y eso me hace verla mal. ¿Cómo le va a hablar así a mi padre? El señor le dice entre dientes que no le hable así a su jefe, y ella se asusta. ¿Así que es empleada de mi padre? Bueno, ahora lo sé. —Él se lo ganó por atrevido—dice mi hermana. Le hizo algo a mi hermana, y si es así, eso es imperdonable—. Solo a él se le ocurre agarrarme de la cintura y besarme sin mi consentimiento. Me robó mi primer beso, y eso es imperdonable. Yo no se lo iba a permitir, y que quede claro para todos en este instituto: a Alani Harrison no se le va a tocar, y menos a aprovecharse de mí sin sufrir las consecuencias. Papi él— señala al tipo ese que tiene la mano rota— me robó mi primer beso, ese que guardaba para alguien que sí me guste—. Mi hermana ve a mi padre con los ojos llorosos, y eso me enoja aún más. La beso sin su consentimiento, y eso no lo puedo tolerar. A mi padre se le endurece el rostro, viendo a ese idiota que se aprovechó de mi hermana. Ahí, la señora ve mal a su hijito, tan bueno que no resultó ser—. Y encima, es mayor que mi. ¿Cómo se le ocurre? Él tiene 14 años y yo, 11. Ya mi hermana habló de más, pero eso hace que la señora se asuste más, viéndonos. El tipo este abre los ojos y tose, asustado: acabas de besar a una niña de 11 años, idiota. Yo solo quiero salir de aquí y molerlo a golpes, como nunca lo he hecho con nadie de aqui. —Pues le hiciste poco, porque yo le hubiera quebrado ambas manos, no una y le hubiera arrancado los dientes a golpes por hacerle eso a mi hermanita—hablo, al fin, ya sabiendo qué pasó, enfurecido—. ¿Y todavía traen a mi hermana a dirección? Deberían tener vergüenza y disculparse con ella. Eso es abuso contra una niña. Yo estaba en el baño, porque si hubiera estado a su lado, te hubiera ido peor. White, creo que estás haciendo todo mal, de verdad. No tienes miedo de perder tu empleo, ¿cierto? —¡Dios, esto no puede ser!—ahí sí te asustas, White. ¿En serio? No sé cómo mi padre no lo ha despedido—. Señor Harrison, lo lamento, le juro que no sabía que esto había pasado. Si lo hubiera sabido, ni lo hubiera molestado, y su princesa estaría en psicología, siendo atendida por el trauma que le han causado en este momento. Mi gemela le arruga la cara al director. Es que tampoco va a dejarla como una niña indefensa para que pasen sobre ella. Hasta yo lo veo muy mal. —¿Estoy traumatizada porque este tonto me besó? — mi gemela niega con la cabeza indiganada— el traumatizado debe ser él, porque una niña de 11 años le pateó el trasero. Incluso me dijo que estaba perdidamente enamorado de mí. ¡Qué ridículo!—el tipo este se encoge, acaba de humillarlo, y a mí se me hace perfecto que use sus palabras más filosas contra este aprovechado—. Las mujeres fuertes no nos traumatizamos por tontos. —Creo que me hicieron perder mi tiempo y el de mis hijos al citarnos a todos aquí, ¿o me equivoco?—habla mi padre, serio. El director asiente, y todos le damos la razón. Es tonto esto. Ese idiota debería estar expulsado por abusivo—. White, opino que deberías investigar bien antes de llamar a los padres y hacer pasar mal a una chica como mi hija, que solo se estaba defendiendo de un abuso de este tipo. Chico, aprende algo: no a todas las mujeres les gusta que le roben un beso. Aprende a saber cuándo sí y cuándo no, como un hombre de verdad. Vamos, chicos, y espero que amonestes a este chico, White. Esto es inconcebible.
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