—Porque… porque todavía estaba locamente enamorada de él cuando accedí a casarme con Alan Gifford —explicó, con la voz tensa por los nervios—. No había manera de que yo pudiera confesarle eso a Lewis, no en medio de un restaurante, cuando nos habíamos vuelto a reencontrar después de tantos años. Y especialmente, cuando no estaba segura de si estaba intentando ligar conmigo ni de lo que iba a hacer si ése era el caso. ¡Por amor de Dios, no se lo digas a nadie! No podría… —No te preocupes, mis labios están sellados. Pero debo decirte que todo esto me parece terriblemente complicado. Ya eres mayor, Sam, y aunque yo te quiero mucho, me doy cuenta de que eres ya responsable de tu propia vida. Además, Lewis es un bombón y entiendo por qué estás dispuesta a darle una segunda oportunidad a vues

