Haunt Me

La nieve adornaba las calles de Moscu, mientras aún el invierno no había emperezado, pero eso no parecía importarle al tiempo que aun siendo Octubre, llenaba las calles de nieve y helaba las calles. Se aproximaba el cambio de siglo por lo que muchos, se preparaban para el encierro por miedo al fin del mundo, mientras otros vivían la vida como si las advertencias de algunos fueran lejanas, pero quizás el fin del mundo como lo conocemos estaba más cerca de lo que algunos creían.   Paseando por las frias calles de la capital sovietica, podías ver como los niños estaban volviendo a casa tras una larga tarde de juegos, como las mujeres preparaban las cenas en sus casas y como los hombres, salían de trabajar.   Y en plena plaza roja.   La luz iluminaba el gran comedor del hotel Novetel, que estaba situado en la plaza roja de Moscu, donde el señor Ivan Romanov cenaba tranquilamente mientras esperaba a recibir noticias. Su mujer había viajado a Rumania a visitar a sus suegros, por lo que estaba fuera del pais cuando rompio aguas. Ivan en ningún momento estuvo de acuerdo con que hiciera ese viaje pero rapidamente aprendio que no debes llevar la contraria a una mujer con gran determinación y menos si esta embarazada.   Ivan Romanov, era un empresario bastante importante de Rusia y de todo el mundo, sus empresas tecnologías vendían productos a todos los lugares del mundo, sus empresas habían instalado maquinas en todos lados y actualmente lideraba el proyecto para dar tecnología a las aldeas más alejadas de Africa.   Ivan Romanov, era un hombre serio, con bastante determinación y carácter, que a pesar de su enorme fortuna le gustaba ser sencillo, sin tener coches carros o ropa de altas marcas, en la única cosa que no le importaba gastar dinero era en comer, para él era lo mejor del mundo y siempre empezaba por el postre.   —Espero que no estes terminando—comento una voz que a Ivan desagrado rápidamente.   Ivan se echo para atras en su silla y miro su pastel de chocolate.   —Acababa de empezar—comento tras una pausa para coger paciencia—Te invito a que me acompañes—.   Rápidamente uno de los guarda espaldas de Ivan, movió la silla de delante de Ivan para dejar al acompañante misterioso se sentara.   Los ojos verdes de Ivan, se clavaron en su acompañante sorpresa, quien con lentitud camino hacía la silla y se sentó.   —¿Que necesitas?—pregunto Ivan mientras miraba a su acompañante.   El hombre de intensos ojos negros, miro a Ivan para luego hacer un gesto a un camarero para que le acercara a darle una carta.   —Primero cenemos, no podemos hablar con el estomago vació—comento el hombre.    Ivan le miro atento y algo molesto, no estaba para perder el tiempo, su mujer estaba dando a luz en ese momento y él tenía mejores cosas que hacer que estar perdiendo el tiempo en una cena que iba llevar a un trato de negocios.   —No tengo tiempo—comento Ivan mientras intentaba mantener la calma.   El acompañante de Ivan le miro atento y divertido.   —Esa no es la información que a mi me han dado—comento tranquilo.   Ivan le miro y río.   —Con la información que tu andes, no es mi asunto—respondió Ivan tranquilo.   No quería estar en esa reunión, no era de su agrado hacer así las cosas, toda cosa para que se hiciera bien necesitaba su organización y planificación.   —Que mal humor tenemos hoy, amigo—comento el hombre mientras esperaba a que el camarero le sirviera un vaso de vino.   —Stefan, no somos amigos—le respondió Ivan.   Stefan Murphy, un irlandes con bastante mal genio que tenía las cosas bastante claras y con una fortuna quizás superior a la de Ivan. Era un hombre de ojos negros intensos y anchos hombros que le hacían parecer un armario y a eso, sumado su gran altura, era realmente aterrador en algunas situaciones. La especialidad de Stefan eran los sistemas de seguridad o cualquier cosa que requiriera proteger a alguien, tanto con armas como con personas y aunque sus empresas no eran de lo mismo y no se molestaban en el mercado, y aunque miles de kilómetros les separaran, estos hombres se conocían muy bien, quizás demasiado y como Ivan dejo claro, no eran amigos.   —Por favor, Ivan, he venido ha ofrecerte la mejor oferta de tu vida—hablo Stefan con gran arrogancia.   Ivan dejo su pastel de chocolate y miro a Stefan, pocas veces había hecho negocios con Stefan pero tenia dos cosas bastante claras, la primera era que Stefan siempre iba salir ganando, jamás iba ser un trato igualitario, y la segunda era, que siempre había segundas intenciones, jamás dejaba ver su intención real con nada.   —Habla—dijo Ivan queriendo terminar con el asunto lo antes posibles para volar a Rumanía con su mujer.   Stefan, sabía que Ivan no iba a aceptar su oferta en un primer momento pero siempre tenía un plan escondido para conseguir lo que deseaba.   —Los dos tenemos competidores comunes—comento Stefan haciendo reír a Ivan.   —Stefan, Christiano Bianci es tu problema, yo no tengo problemas con los italianos—le aviso Ivan tranquilo.   —También va ser tu problema—le aviso Stefan y le ofreció unos informes—Esta pensando en expandir su mercado al tuyo—.   Sin querer mostrar su molestia ni preocupación, Ivan tomo la carpeta con los informes y los reviso con calma, mientras por dentro se repetía que debía guardar las apariencias para no asustar a los presentes y para evitar demostrar alguna debilidad a Stefan.   —¿Que me vas a ofrecer?—pregunto Ivan interesado pero ocultando lo mejor que pudo.   —Se que has tenido una hija—comento Stefan.   Ivan le miro, su mujer aún estaba de parto y aunque supieran el sexo, era algo que tenían en secreto para la protección de su hija, quizás por eso su mujer había viajado a Rumanía, para tener el parto lejos del ojo publico. —En ocasiones me impresionan tus contactos—comento Ivan, sin darle más importancia a que supiera el sexo de su futuro bebe—¿Que pasa con mi hija?—pregunto.   Stefan hizo una pausa dramática para beber un poco de su vino y dar emoción al asunto.   —Stefan, no quiero perder mi tiempo—le aviso Ivan.   —Yo tengo un hijo—comento Stefan, Ivan le miro y suspiro—Unamos nuestras empresas, casando a nuestros hijos—propuso.   El camarero se acerco a la mesa para retirar el plato del postre de Ivan y ponerle la carne, dando le tiempo a Ivan para procesar la información. No estaba en desacuerdo con unir las empresas, con unir las familias y así tener más poder, sobre todo le atraía la idea de tener ayuda de los Murphy para expandir sus empresas a América, donde desde hacía varios años el irlandes tenía mucha fuerza.   —No voy a casar a mi hija—aviso Ivan y le miro atentamente—No creo en casar a las personas sin que se amen—aclaro.   Stefan rio y le miro.   —Tu boda con Catalina fue planeada antes de que nacieras—le recordó Stefan.   A diferencia de Ivan, Stefan no tenia paciencia ni la capacidad suficiente como para mantener la calma y tener la paciencia suficiente como para no conseguir lo que quería, y en este caso, le era muy importante conseguir el si de Ivan.   —Lo se—aviso Ivan tranquilo y miro a Stefan—Pero eso no significa que quiera lo mismo para mi hija, quiero que se enamore y se case por ello—.   —Es una tontería, el amor no es algo que se encuentra sino es algo que se crea con el tiempo—se quejo Stefan—Más de la mitad de los matrimonios que se hacen por amor, terminan en divorcio pero los matrimonios que se hacen arreglados triunfan—le aviso Stefan.   Ivan miro a Stefan pensativos, quizás tuviera razón, pero no quería eso para su hija, recordaba como fueron los primeros meses en los que su mujer apenas le miraba y le dejaba hablar con ella, no quería eso para su hija, apenas quería que tuviera la vida que él tenía para ponerle más cosas, quería que fuera una chica normal, una feliz y normal chica que no tuviera,   —No me importa unirnos, pero no voy a meter a mi hija en esto—aviso Ivan.   Sin dudarlo Stefan se levanto, Ivan no se sorprendió porque sabía que Stefan no era un hombre que aceptara que alguien no hiciera lo que deseara, por lo que Ivan no iba a hacer nada para mantenerle con él o hacer que aceptara oto tipo de trato.   —Piensa lo—le pidió Stefan y Ivan asintió.   —Tú también—le respondió tranquilo Ivan.   Stefan negó, y se levanto para salir del salon.   Ivan volvió a comer con tranquilidad mientras Stefan se tomaba su tiempo para irse, tenía la esperanza de que al darle tiempo a Ivan, este reflexionara sobre su plan y aceptara.   —Me marcho en dos días, por si cambias de idea—comento Stefan y Ivan asintió.   No iba cambiar de idea, Ivan sabía las virtudes de Stefan, y sabía que aliarse con él le iba traer más beneficios que perdidas pero no iba a meter a su hija en esos negocios, él odiaba hacerlo de adolescente y no le iba a dar eso a su hija, le iba dar la opción de que decidiera.   —Te avisare si cambio de opinión, de eso estate seguro—le tranquilizo Ivan.   Stefan asintió tranquilo, y camino hacía la gran salida. Al abrir la puerta, dos hombres entraron con violencia, uno de ellos sin darles tiempo a reaccionar golpearon a Stefan haciendo que cayera al suelo inconsciente.   Los cinco guardaespaldas de Ivan sacaron sus armas para apuntar a los hombres, mientras Ivan estaba tranquilo sentado en su silla.   —Espero que hayáis pensado bien esto—les aviso Ivan haciendo que los dos hombres rieran.   —Lo tenemos todo muy bien pensado—le comento uno de los hombres, y como si todo estuviera medido a la perfección, hombres armados salieron de la cocina arrastrando a los cocineros al comedor, ahora si, les superaban en numero pero Ivan no iba a demostrar miedo.   Los nuevos hombres acercaron a las personas al centro del comedor, pero a Ivan no le tocaron, le dejaron sentado mientras miraba como estos hombres arrastraban a mujeres y niños sin importarles quienes eran delante de su mesa. Al que tampoco tocaron fue a Stefan, que le dejaron alado de la puerta, sin consciencia.   —¿Que necesitan?—pregunto Ivan con calma, sabiendo que demostrar algo de miedo seria su peor error y ayudaría mucho a sus captores.   Los captores fueron a responder pero el teléfono de Ivan empezó a sonar.   —¿Puedo cogerlo?—pregunto Ivan manteniendo la misma calma de antes.   —Como digas algo de nosotros, pego un tiro a alguien—le aviso el que parecía estar a cargo de todo.   Con gran tranquila, Ivan cogió su teléfono y lo descolgó.   —¿Si?—pregunto Ivan una vez descolgó el teléfono y lo puso en su oreja.   —Ha nacido la niña, dos kilos y medio—comento su Andrey, el hermano pequeño de Ivan, que era muy diferente a él.   —Seguro es perfecta—comento Ivan maravillado porque su hija, su heredera hubiera nacido—Cuídala mucho—pidió Ivan.   Aunque tenía muchas esperanzas de salir de ahí, una parte de él sabia que algo en esto iba a salir mal, y ahora no solo debía luchar no solo para él, sino que debía luchar solo por él, sino que ahora tenía una pequeña persona que era ahora todo su mundo.   —¿Pasa algo?—pregunto Andrey pero Ivan no respondió.   El hombre que toda la calma del mundo, levanto la pistola apuntando a Ivan que no parecía estar nada asustado.