CAPÍTULO 1

1833 Words
Sus padres estaban a su lado apoyándola, pero su miedo no paraba de enviarle malas vibras a su cuerpo. Miraba a la nada sumida en sus propios pensamientos donde recordaba cada palabra de Gerardo Alcantar, el criminal que habían arrestado por su culpa. Debería sentirse bien, había ayudado a capturar a uno de los hombres más peligrosos y buscados de México, recibiría una recompensa y debía sentirse bien por ello, pero era todo lo contrario. Si tan solo se hubiera quedado con el trasero en la butaca en estos momentos estaría tal vez conversando con Eduardo. —Señorita —le habló un paramédico—, fue muy valiente de su parte. Bien hecho. Arlene asintió con la cabeza ya que aún no podía articular palabra alguna o no creía ser capaz de ello. No se sentía orgullosa, ¿por qué los demás sí? —Puede irse a casa, no presenta ningún daño. —Gracias doctor —le agradeció Octavia la madre de la chica sonriéndole con amabilidad. —Vamos hija tienes que descansar —le dijo Derek, el padre, muy apuesto de traje ya que había salido del trabajo apenas le llamaron para informarle de Arlene. Ella bajó de la ambulancia y caminó lento hacia la camioneta de su padre, subió y se recargó en la ventana mirando la luna en lo más alto del cielo. Cerró los ojos y las lágrimas cayeron por sí solas sin ser detenidas. —Arranca de una vez. —En eso estoy Octavia. Derek era buen padre, pero su relación con su madre era algo complicada ya que ella era muy gritona y estérica cuando se le daba la gana. Arlene subió sus pies al asiento y decidió concentrarse en el camino. El semáforo se puso en rojo y la camioneta se detuvo. A lo lejos se veía un parque hermoso donde las luciérnagas salían a bailar a la luz de la luna y al sonido de la música de los grillos. Sonrió por la hermosa imagen de la naturaleza que ya muy pocos la apreciaban. Los arbustos se movieron y Arlene observó mejor abriendo los ojos y limpiándose las lágrimas. De entre las ramas y hojas salieron dos hombres de n***o que se le quedaron viendo con una gran sonrisa, uno de ellos le apuntó con el dedo mientras que el otro sacó un arma e hizo lo mismo. Ella no se movió por miedo, tan solo se quedó viendo a los sujetos sin ni siquiera parpadear. El del arma le quitó el seguro a la pistola y la chica escuchó el perfecto clic en su oído. ... —¡Arlene, despierta! Se sobresaltó en el asiento trasero y vio a su alrededor asustada. Observó la casa, la cochera, las flores y arbustos que la rodean. Estaba en su casa. —Anda baja para poder ponerle seguro a las puertas —dijo su padre molesto. Pero no lo culpaba pues estaba cansado al igual que ella. Bajó y tomó su mochila que sin darse cuenta la había tirado en el pavimento, pero la recogieron los policías y se la entregaron a su madre. Entró a su casa y se fue directo a su cuarto, arrojó sus cosas al piso y se encerró en el baño donde se desvistió y dejó caer el agua fría en su cuerpo para que recorriera cada parte de este y así sentir lo helado, ya que prefería concentrase en su cuerpo tembloroso que pensar en otras cosas que la hicieran sentir miedo. Después de un buen rato salió con los ojos hinchados y se acostó en su cama con su teléfono en mano. Su bandeja de entrada estaba llena de mensajes de sus amigos. Todos hablaban de lo que había sucedido. Ya todos lo sabían. Había un mensaje de Eduardo donde decía que esperaba que estuviera bien y que fue muy valiente al dispararles a esos tipos. Si estaba triste o algo por el estilo ese mensaje le había devuelto un poco de felicidad a su vida. Encendió la televisión y le dejó en las noticias donde las cámaras de seguridad habían grabado todo lo sucedido, se vio a sí misma parada a media avenida y como les disparaba a los sujetos. Que rápido corrían las noticias. —¿A dónde te fuiste valentía? —susurró para ella misma abrazándose las piernas. “Gerardo Alcantar fue capturado hace unos momentos —decía la reportera—. Uno de los sujetos más buscados en México y parte de Estados Unidos por pertenecer al Cartel de las Sombras, no se sabe la identidad de los otros integrantes de esta organización. Gerardo Alcantar es el primer m*****o que ha sido descubierto y fue identificado cuando en un descuido mientras robaba un banco una de las empleadas le tomo una fotografía con su móvil. Es acusado de narcotraficante y también por asesi...” Arlene apagó la televisión, ya no queriendo escuchar nada más de ese sujeto al que no quería ni deseaba volver a ver en su vida. ...  Arlene estaba en la avenida en plena noche donde el silencio era toda su compañía. No había carros, no había personas, no había nadie. Solo ella y su respiración agitada. Se volteo y vio a lo lejos una sombra que se acercó poco a poco. —¡Eh! ¡Hola! ¿Dónde están to...? Dejó la pregunta en el aire y el moreno llegó frente a ella muy rápido. La tomó del cuello y acercó su boca a su oído. —Te encontraran... Ellos nunca olvidan. Arlene estaba en su cama con sudor frio en su nuca y frente. Pataleaba y se movía, pero parecía que sus extremidades no respondían a las indicaciones que mandaba su cerebro. —Deja... Déjame... Tosía y podía sentir el oxígeno yéndose de sus pulmones, le ardían y sentía fuego dentro de ellos. —¡El Cartel de las Sombras vendrá a buscarte! ¡TE MATARÁN!" —¡No! —¡ÉL TE MATARÁ! Se levantó de un brinco y miró hacia la ventana por instinto pegando otro grito saliendo de la habitación corriendo hacia la de sus padres. —¡Mamá! ¡Mamá! ¡Por favor, abre! Lloraba como a los cinco años cuando creía que un payaso se escondía en su armario, pero ahora no era un payaso si no un acosador y en su ventana. —¿Qué pasa? ¡¿Por qué gritas?! —¡Hay un hombre en mi ventana! ¡Hay un hombre ahí! Derek, su padre, corrió a la habitación de su hija con paso decidido y los puños apretados pues su padre antes era boxeador en su adolescencia y además sabia artes marciales mixtas lo cual le daba la confianza de estar seguro de que podía partirle la cara a quien fuera. Arlene apuntó a la ventana y encendió la luz. Su padre abrió ventana y asomó la cabeza viendo el patio trasero, pero no había rastro de alguien. —No hay nadie Arlene —dijo su padre algo molesto. —Pero yo lo vi, estaba justo ahí. —¿Y lo viste? —Sí, no estoy mintiendo —afirmó la chica disgustada pues su padre no le creía, ella estaba segura de haber visto a alguien y pudo verle la cara un poco, pero no mucho. —¿Qué pasa? ¿Por qué tanto escándalo? —Tu hija dice que vio a alguien en su ventana —respondió Derek estirándose. —Hija ya duérmete ¿Sabes la hora que es? Así sus padres se fueron a dormir y ella sin poder conciliar el sueño se quedó toda la noche en vela, pero el sujeto ya no volvió. ... Había pasado una semana completa sin ocurrir nada fuera de lo normal o eso creía ella. Siempre volteaba a los lados sintiendo la mirada de alguien incluso pasos, pero al momento de voltear nunca había nada. —Te ves fatal —le dijo Mónica, su mejor amiga. —No dormí a noche —le respondió Arlene jugando con su cena. —¿Qué pasó? —Es que... —¿Ya viste mi barniz? Se ve genial. Arlene abrió los ojos enojada. No sabía ni como tenia de amiga a alguien que le caía tan mal a veces. Ella siempre hacia el trabajo mientras que Mónica no hacía nada y se llevaba la mitad de la calificación y la única razón por la que Arlene no le decía nada era porque sentía que se vería muy payasa y al último seria la mala de la historia. —Me voy —dijo y se levantó tomando su lonche de pierna y su jugo. Faltaban dos horas más para salir de la preparatoria, pero sentía que ya no podía más. La noticia de su accidente se hizo viral en todo el país y vídeos de cómo ella les disparaba a los sujetos estaban en las noticias todo el tiempo y en Internet igual con títulos como: Adolescente atrapa a criminal en un minuto lo que la policía no había podido hacer en muchos años. —¿A dónde vas? Arlene volteó algo asustada, pero luego se tranquilizó al ver a Eduardo. —A... A mi casa. No me siento bien. —Claro, volverte famosa de la noche a la mañana debe de ser agotador. En otra ocasión podría haberse reído, pero ahora le había parecido un mal chiste y no le hacía nada de gracia. —Un mal chiste, lo siento. ¿Sabes? Yo también ya estoy cansado ¿quieres que te acompañe a tu casa? —¿Qué?... Digo claro, sí. Eduardo se fue a su salón por su mochila y regresó rápido con una Arlene sonriente. Salieron y caminaron por la calle en silencio. El cielo ya estaba oscureciendo y las lámparas ya se habían encendido. —¿Sabes? Me pareces una chica muy... Bonita. La voz del chico le llegó rápido a sus oídos y ella se paró en la esquina de la calle algo sorprendida sin saber qué hacer o cómo reaccionar. —Gracias —es lo que respondió ella bajando la mirada y las mejillas ardiéndole. Él le acarició la mejilla y se acercó poco a poco hasta besarle. Con el labio temblándole ella respondió el beso. Su primer beso. Con el chico que le gustaba... Justo en eso una camioneta negra a gran velocidad derrapó y frenó de golpe a un lado a lo cual ellos se separaron. Bajaron unos hombres con armas y fueron por Arlene.  Eduardo salió corriendo y lo hombres tomaron a la chica. —¡Eduardo vuelve! ¡Eduardo! —gritó Arlene. Los hombres le pusieron un trapo húmedo en la nariz y boca mientras la subían a la camioneta. No podía respirar bien y su vista se comenzó a nublar. —Jefe, tenemos a la chica. Se desmayó y como basura la arrojaron a la parte de atrás con fuerza. —Está buena ¿no? —Ni te atrevas a tocarla —dijo Vaquero al volante.    
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