CAPÍTULO 2

1515 Words
Recuerdos eran los que solamente tenía ahora. El suelo estaba frio y sus extremidades entumidas. Intentó abrir los ojos poco a poco, pero cada vez que lo hacia la cabeza le palpitaba. Sentía algo húmedo en la parte de atrás de su cabeza lo cual la hacía sentir más miedo de lo que ya sentía.  —Hasta que despiertas estúpida. Le vaciaron un balde de agua fría lo cual la hizo despertar por completo. Saltó de su lugar y lanzó un grito por lo frio, después se limpió los ojos y volteó hacia arriba encontrándose con un chico moreno. —Ya me estabas preocupando —dijo Gerardo, el hombre moreno de unos 20 años que había capturado la policía por culpa de Arlene y que era colombiano—, llevabas casi un día sin despertar. —¿Qué? —Sí me estaba preocupando porque creí que ya no te iba a poder torturar... —¡Gerardo, ven enseguida! Una segunda voz se escuchó fuera del cuarto y el moreno soltó el balde de fierro luego salió de la habitación cerrando la puerta detrás suyo dejando sola a la chica. Arlene se frotó sus brazos para entrar en calor al igual que hizo con sus palmas de sus manos. Estaba en ropa interior y su piel se veía tan pálida por el frio que sus ojos estaban rojos y con ojeras. El cuarto estaba lleno de humedad y el suelo agrietado. Estaba vació, ni una ventana o un colchón. Tan solo estaba ella, el balde y la puerta de madera vieja. Se levantó con dificultad pues sus pies estaban tiesos y muy apenas y podía moverlos. Las lágrimas salieron de sus ojos sin parar y comenzó a golpear la puerta. Tomó el balde del piso y siguió con su intento de escapar que era inútil.  ... —Así que ya despertó —comentó Daniel un joven de 17 años vestido de n***o, de tez blanca y ojos oscuros de nacionalidad mexicana con una sonrisa mientras que con un bote con la mitad de agua jugaba a darle la vuelta y que cayera parado. —La mercancía está en la avioneta —hablaba Gerardo por el teléfono—, está lista para volar. Colgó el teléfono y se llevó las manos a la cara. Estaba muy estresado, pero más que nada inquieto por la bienvenida que le daría su jefe. —Ezra llegara en una hora —dijo Gerardo sentándose en un sillón viejo. —Te aseguro que no le gustó tu accidentito y solo por conseguir dinero. —¡Cállate, Esteban! —le calló el moreno a otro chico un año menor que él que estaba en la habitación, él era de tez clara, alto, ojos miel y puertorriqueño—. Esa estúpida chiquilla... —Pues esa chiquilla —dijo Thiago, un chico joven de 16 años de baja estatura, ojos verdes y de nacionalidad cubana quien acababa de llegar—, hizo que te capturaran y descubrieran tu identidad. —¿Qué haces aquí? —preguntó el Gerardo confuso—, creí que estabas con Ezra en el viaje a Colombia. —Sí, pero regresamos pronto por tu culpa. Ezra está a fuera charlando con Vaquero y Piraña. —Pero me acaba de colgar, dijo que en una... —Si pues te mintió. Dicho esto, el chico de ojos verdes y de estatura baja se sentó a lado de Daniel y se saludaron chocando los puños. En eso Ezra entró y Gerardo se puso de pie enseguida como si al sillón se le hubiera saltado un resorte. —Ezra... —Ahórrate la historia —habló serio el chico ecuatoriano de 21 años, de tez blanca, ojos color miel y cabello lacio que le cubría un poco el rostro— ¡¿Me puedes decir como fuiste tan imbécil para que una niña te entregara a la policía?! —Ella se atravesó... —¡Pues la hubieras arrollado! Ahora no podrás salir porque ya saben que eres uno de la organización. Lo bueno es que tenemos comprados a algunos de la policía y te pudieron rescatar antes de que te trasladaran a los Estados Unidos. Arlene estaba escuchando todo pegada a la puerta. Entonces habían rescatado a Gerardo antes de que se lo llevaran a la cárcel, era algo que no le agradaba nada a ella. Ese tipo era muy peligroso y ella sabía lo que les hacían a las chicas que se metían con los malos, lo había visto miles de veces en las noticias, r************* e incluso en películas. Las torturaban, las violaban, les cortaban partes de cuerpo para luego enviárselas a sus familiares o también las prostituían y cuando ya estaban demasiado usadas las mataban y las tiraban en un barranco donde nadie las encontraba y para cuando lo hicieran el cuerpo estaría descompuesto e irreconocible. —¡Ayuda! ¡Ayuda! ¡Déjenme salir, por favor! ¡Sacadme de aquí! —gritó Arlene asustada después de pensar en lo que les hacían a las chicas que secuestraban. La puerta se abrió de golpe y ella cayó de espaldas, un chico joven de cabello un poco largo de castaño claro, de tez blanca y alto con chaqueta, entró y la observó sin ninguna expresión en el rostro. —Gerardo... —¿Sí? —¿Qué hace aquí? ¿Quién es? —Ella es Arlene Guerra, la chica que... La que provoco que me capturaran. Ella retrocedió y se fue una esquina donde se abrazó así misma para cubrirse su cuerpo. —No la quiero aquí... Ya sabes que hacer. Se dio la vuelta y salió del cuarto, el moreno asintió y caminó para entrar al cuarto. Ella no era tan estúpida para no poder descifrar esa frase de "Ya sabes que hacer" ya sabía lo que significaba. Tomó el balde que minutos antes tenía agua fría y que Gerardo se la había arrojado y rápido golpeó al moreno quien cayó al piso, ella atravesó la puerta y corrió por su vida, pero unos brazos fuertes y duros la sostuvieron por el abdomen levantándola. —¡No! ¡Por favor! ¡Suéltame! Entre pataleos y gritos quien la sostenía la soltó, pero dentro del cuarto donde segundos antes estaba luego la puerta se cerró. —¡¿Es enserio Gerardo?! ¡Esa tipa casi se escapa! Ezra estaba rojo de coraje al igual que Gerardo, pero este último porque esa chica lo había humillado ya dos veces. —Thiago refuerza los anillos de seguridad —ordenó Ezra ignorando la situación. —Enseguida. —Daniel llévate a Piraña y revisen la mercancía, la quiero lista para transportar a Villa Santa. Y Esteban lánzate con Vaquero para supervisar que la avioneta aterrice en la pista—Esteban asiente desde una esquina de la habitación, era el más alto de todos y el más callado. —Ezra voy a darle un tiro a esa perra —dijo Gerardo yendo a la puerta donde se encontraba encerrada la chica. —Tú no harás nada —le detuvo Ezra pensativo—, nos puede servir de algo. Ahora llévala a Villa Santa con Daniel. —¿Qué? ¿La quieres llevar a la hacienda? —Exacto —se dio la vuelta y comenzó a caminar decidido. Había visto potencial en esa chica y pensó que tal vez le pudiera servir de algo y, además, era hermosa lo admitía, pero él no tenía tiempo para estupideces, primero era su negocio y su familia. Salió del edificio abandonado y el aire fresco de la noche chocó con su cara. Respiró profundo y sacó un cigarrillo de su chaqueta, lo encendió y luego sonrió. —¡Gembe! ¡Alista las avionetas! —¿Cuál es el objetivo señor? —preguntó el chico de tez morena y pestañas largas con una gran sonrisa. —El Chelo —respondió Ezra comenzando a caminar y subiéndose a su camioneta.  ... Gerardo jalaba a la chica con fuerza, el frio le calaba hasta los huesos y temblaba a no más poder. Sus ojos estaban hinchados de tanto llorar, y prefería que le dieran un balazo ahora mismo. —¡Solo mátame, por favor! —¡Cállate! Que si fuera por mí ya estarías muerta, pero Ezra te quiere viva... Por el momento. La chica comenzó a gritar y Gerardo la metió a una camioneta luego arrancó dejando atrás aquel edificio que se había convertido en una de sus tantas guaridas. —Señor —habló el conductor— ¿Qué hacemos con el chico? —A esa niña que salió corriendo —se rio con locura y luego volteo a ver a Arlene quien estaba en el asiento trasero a lado de él temblando—, mátalo. Arlene abrió los ojos espantada, hablaban de Eduardo quien había salido corriendo en vez de ayudarla y querían matarlo. Eran unos asesinos todos ellos... —Escuchaste princesa —le dijo el moreno tocándole la mejilla a lo que ella se apartó— tu novio va a morir. Sí. Todos ellos eran unos malditos, despiadados y cabrones asesinos de la noche.              
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