2. Coincidencias del destino

1722 Words
Pov Álvaro - ¿A dónde lo llevo joven? - preguntó aquel hombre del taxi.  - A la residencia de los Duarte, al norte, por favor – no era necesario dar tantas explicaciones ya que mi padre era uno de los empresarios más conocidos en la ciudad.  Era la primera vez que regresaba a la Capital después de diez años de vivir en el extranjero. Tenía quince años cuando mi madre falleció, casi un año después mi padre tuvo el descaro de llevar a casa a vivir a una mujer con la que terminó casándose, recuerdo que me sentía furioso por verlo tan feliz después de todo lo que sufrimos mi hermana y yo la pérdida de mamá.  Esa fue una de las razones por las que le pedí me enviará al extranjero, no soportaba ver a esa mujer tomar el lugar de nuestra madre y sentirse la señora y dueña de todo, la odiaba. Además, tenía una hija que siempre me veía muy extraño, tengo nubloso el recuerdo de su rostro más sin embargo no se él porque la forma de aquellos ojos oscuros la tengo grabada en el cerebro.  Terminé el Instituto en el Nourth Houston Early College en Texas, viví ese tiempo con familiares de mi madre. Después me mudé a Berkeley para estudiar negocios internacionales en la Universidad de California, fueron buenos años en mi vida. Amaba las fiestas de la facultad, conocer chicas, los amigos... me gustaba la vida en solitario. Después de graduarme trabajé algunos años en varias empresas, mi objetivo siempre ha sido tener la suficiente experiencia como para heredar la empresa de mi padre, que ni si quiera le debería pertenecer del todo ya que la dueña prácticamente de todo lo que tenemos era mi madre, cuando se casaron mi padre era un empleaducho más en la empresa del padre de mamá, cuando mi abuelo se le presento una oportunidad de negocio irrechazable le cedió la empresa a mi madre ya que ella estaba recién casada confiando en que sabría llevarla por el buen camino.   Ahora había decidido regresar por que hace unos días me comento mi hermana Mara que resulta que mi hermanastra esta de novia con el hijo de uno de los magnates más ricos del país y es el mismo hombre con el que mi padre ha planeado hacer negocios durante mucho tiempo.  No pienso dejar que otros se queden con lo que por derecho me pertenece a mí, necesitaba verificar cuales eran las intenciones de mi padre con la familia Cazares.  La casa de mis padres era parte de un fraccionamiento muy exclusivo al norte de la ciudad, cuando me mudé al extranjero no había nada alrededor, el acceso sólo era por auto, ahora diez años después me encuentro con que ya han construido más fraccionamientos de este tipo. Recorrimos la larga carretera hasta dar vuelta en aquella curva conocida, ahí podía vislumbrar el arco de acceso al fraccionamiento, se podía leer, “El campanario”.   Eran aproximadamente las seis de la tarde cuando llegué a aquella casa estilo contemporáneo, toqué el timbre recibiéndome el ama de llaves, al principio no me reconoció, pero cuando le dije quién era al instante me pasó al interior. Viejos recuerdos de mi infancia en esa casa pasaron por mi mente todos cuando mi madre aún vivía.  - ¡Álvaro! Pero que sorpresa, hubieras avisado que venías - escuché esa voz que tanto me irritaba.  - ¿Tiene alguna diferencia? Ya estoy aquí - dije despectivo.  - Claro que no, me agrada que estés aquí, tu padre se pondrá muy contento.  Margaret mi madrastra, me dio un ligero abrazo de bienvenida que me supo a farsa, por fuera parecía alegre por verme, pero por dentro sabía que no le agradaba para nada mi llegada.  Mientras esperaba la aparición de mi padre dediqué unos instantes a observar aquella mujer que había logrado atrapar en sus redes a mi padre. Tenía unos cuarenta, pero aparentaba ser más joven por todo el dinero que invertía en cirugías de seguro, melena larga castaña clara, nariz y facciones afiladas. Silueta delgada por las horas en el gym. La típica mujer oportunista que no trabaja, pero se cuelga del dinero de otros.  - ¡Hijo que sorpresa tenerte aquí! - exclamó acercándose mi padre para darme un abrazo de bienvenida. Los años no pasaban en balde y ya se le notaban en las canas que asomaban a su cabello oscuro.  Platiqué largo y tendido con mi padre, le expliqué que mi intención de regresar a la capital era para quedarme definitivamente a apoyarlo en la empresa familiar, al parecer le agrado la idea. Me platicó sobre los planes de casar a Emily mi hermanastra con el hijo de Ernesto Cazares, ya que de este modo podríamos obtener grandes beneficios, la empresa de nuestra familia era uno de los principales proveedores de tela textil de forro para asientos de auto, en la empresa de los Cazares se dedicaban a armar el interior de varios modelos de auto, en los últimos años su empresa se había convertido en toda una industria y pronto sacarían su propio auto completo. Nos convenía emparentarnos con esa familia.   Mi padre me comentó también que Emily era una rebelde, que casi tuvo que amenazarla para que le hiciera caso al hijo de Ernesto Cazares, pero al final ella accedió, tal vez si me portaba bien con ella pudiera lavarle un poco el cerebro para que hiciera lo que nosotros queríamos, ya que al parecer mi padre no le tiene mucha paciencia.  Una vez instalado en mi habitación, le envíe un mensaje a Ricardo Ramírez un amigo del Instituto invitándolo a tomar unos tragos, creí que estaría bien ver gente conocida y que me pusiera al tanto de lo que había hecho los últimos años de su vida. Quedamos a las diez en un bar conocido de la ciudad, apenas eran las nueve, pero con la plática de mi padre y el sabor áspero del whisky que me ofreció, sólo logro abrirme el apetito por unos tragos, entonces decidí irme temprano para ponerme un poco en ambiente mientras Ricardo llegaba al bar.  El bar en el que habíamos quedado era tranquilo, no era el típico bar para bailar si no esté era más como para platicar, había mesas con personas bebiendo y comiendo, como iba sólo no le vi el caso de pedir una mesa, me senté en una de las sillas de la barra y ordené un whisky, mientras me lo traían observe a mi alrededor, fue cuando la vi. Aquella chica de piel pálida, de cabello oscuro teñido de rojo intenso, sus labios del mismo color, era imposible no notar su presencia, su belleza era increíblemente antojable, casi como una manzana prohibida, en un instante notó mi mirada lasciva a lo que le sonreí divertido, cuando me regresó el saludo con una tierna sonrisa supe que tenía que acercarme a ella, bajé de la silla banco y me acerqué con paso seguro hasta donde estaba sentada, para mi fortuna el banco a su lado estaba vacío.  - ¿Cómo te llamas? - pregunté posando la mirada en sus deliciosos labios color carmín.  - Emma – dijo ella - ¿tu cómo te llamas?  - Emmanuel – le respondí embelesado por la frescura de su piel, no evitándolo y con toda intención rocé con mis dedos su hombro descubierto bajando lentamente hasta su codo, pronto me di cuenta que había sido un completo estúpido al inventar ese nombre, Emmanuel era casi idéntico al suyo, aunque por supuesto no planeaba decirle el verdadero ya que aunque esta chica me provocaba un delicioso deseo de tenerla, lo más seguro es que a lo más que podríamos llegar era a una noche de sexo, claro siempre y  cuando ella lo permitiera.  - ¿Vienes sola?  - Si, ¿y tú?  Perfecto, pensé, sería más fácil para mí.  - Espero a un amigo, pero tal vez pueda verlo otro día, ahora estoy ocupado admirando la belleza de una hermosa dama – dije, noté como mis palabras intencionales hicieron el efecto que quería, sus mejillas se volvieron de un rojo intenso provocando en mí que mi m*****o comenzará a ponerse duro, quería probarlas.  *** Pov Emily Por un momento me sentí culpable, no era la clase de chica que se metiera con un desconocido, pero al mismo tiempo deseaba desquitarme con Esteban por comportarse como un imbécil conmigo, si quería estar con otras chicas porque no me terminaba, eso sería más fácil para mí y mi padrastro no me presionaria para estar con él.  Pero pensándolo bien, nadie se enteraría de la pequeña aventura que estaba a punto de tener.  Después de un rato de platica, me propuso ir a un lugar más cómodo el cuál yo acepté al parecer este chico sabía lo que quería e iba al grano, cuál fue mi sorpresa cuando aparcó frente a un hotel a las afueras de la ciudad.  - Si tu no quieres, está bien – dijo al ver la reacción de mi rostro.  Por mi mente pasaron muchas cosas, desde la imagen de Esteban, mi padrastro, mi madre, ¡al diablo con todos ellos! ¡no decidían sobre mi vida!  - Si quiero – dije tratando de parecer normal.  Entonces como si hubiera activado un interruptor Emmanuel se abalanzó sobre mi besándome con tal intensidad introduciendo su lengua hasta el interior de la mía provocando sensaciones que nunca antes había sentido, pero se sentían tan bien. Introdujo su mano hasta el interior de la falda negra que llevaba, en medio de mis muslos sobándolos y apretándolos, un gemido casi mudo se escapó de mis labios, él se separó un poco de mi clavando su mirada en mis ojos.  - Esto es sólo un pequeño anticipo de lo que te haré sentir una vez dentro – dijo ahora con un tono de voz ronco, me besó ligeramente para después conducir directo al estacionamiento del hotel.  Sentí como mis nervios comenzaron a apoderarse de mí, nunca antes había estado con alguien ni si quiera con Esteban, era virgen y estaba a punto de entregarle mi virginidad a este hombre desconocido, pero era mejor eso a esperar a que un día mi padrastro quisiera obligarme a estar con Esteban, faltaba poco para que eso sucediera.
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