Un hombre los esperaba en la recepción y los condujo por un pasillo hasta el consultorio. El médico era un hombre mayor, de cabello gris, con una voz tranquila. —Señora Brown —dijo con amabilidad—, es un gusto conocerla por fin. Gabriella asintió con un gesto leve. Dante se quedó detrás de ella, en silencio, como una sombra. El doctor la observó unos segundos y luego comenzó con las preguntas. —Cuénteme, ¿qué sabe usted sobre su situación? Gabriella inspiró hondo. Al parecer Dante ya había puesto a ese médico al día. —Sé que tuve un accidente —dijo—. Que el avión en el que viajaba cayó en la costa de Maine. Estuve seis meses en coma, y cuando desperté… no recordaba nada. Ni quién era, ni quiénes eran los demás. —¿Nada en absoluto? —preguntó el médico. —No —respondió ella—. Pero no

