El consejo de Bianca.

896 Words
Azul Acababa de cumplir veinte años, y aunque me sentía emocionada, algo dentro de mí me decía que la felicidad no siempre es tan pura como parece. Desde que tengo memoria, he estado enamorada de Aarón Niesel. Él era el mejor amigo de Alessandro, el novio de mi hermana Bianca. Alex y Bianca, siempre la pareja perfecta, la más guapa con el más guapo. La verdad es que nunca me sorprendió. Bianca siempre fue la estrella, la que todos admiraban, y yo… bueno, yo era la sombra que vivía en su reflejo. Mi hermana tiene todo lo que alguien podría desear: cabello oscuro, piel oliva, unos ojos grises que hipnotizan a cualquiera. Siempre fue más hermosa que yo, más segura. Y, aunque mi mamá me quería, la realidad era que papá siempre la prefirió a ella. Yo, por mi parte, siempre traté de quedarme al margen, aceptando que no tenía el mismo magnetismo que ella, ni la misma gracia para hacer que los chicos se voltearan a mirarme. Esa mañana, me desperté temprano, como de costumbre. Era mi día. Había esperado este momento durante tanto tiempo, aunque al final no me sentía tan especial. Mamá, siempre tan amorosa, me preparó un desayuno impresionante. Se llama Mara, y para mí es la mujer más hermosa que existe. —Mi amor, ¿ya has decidido en qué empresa harás tus prácticas? —me preguntó mamá mientras ponía un panecillo en mi plato. Me quedé en silencio por un momento, sin saber qué responder. La verdad es que no tenía idea. —Pues, no… no sé. —Mi voz se apagó al final. —No te preocupes, hija. Ya se te ocurrirá —me dijo mamá con una sonrisa cálida. En ese momento, Bianca apareció con su usual aire de superioridad. Estaba lista para lo que fuera, como siempre. Su presencia era como una tormenta que arrasaba todo a su paso, y yo solo me quedaba mirando desde lejos. Me dirigió una sonrisa burlona. —La pequeña virgen cumplió años… —rió Bianca mientras se sentaba en la mesa. —A ver si ya te consigues un novio. Mírame a mí, Alex me adora, pronto regresará de terminar su carrera y nos casaremos. Solo le respondí con una sonrisa tensa. Hoy es mi cumpleaños y no quiero entrar en contienda. —Pues felicidades… —le dije en tono neutral. —Y no me molesta que me llames virgen. Bianca lanzó una risa sarcástica. Mamá, como siempre, intervino para calmar las aguas. —Ya basta, niñas. Bianca, al menos no molestes a tu hermana por hoy —dijo mamá, con una ligera advertencia en su voz. Pero Bianca, siempre insistente, no dejaba de hablar. —Mamá, ¿me das dinero? —le pidió Bianca con su tono de niña consentida. —Cariño, sabes que no tengo —respondió mamá, un poco apenada. —Deberías pedirle más al tío Elliot —dijo Bianca con una sonrisa descarada. —No es su responsabilidad. Él hace suficiente con pagar la universidad de ambas, que es muy costosa. No me gusta aprovecharme de él —dijo mamá, levantando la voz ligeramente. Papá se fue cuando yo tenía tres años. Nos dejó por otra mujer y, desde entonces, hemos sobrevivido gracias a Elliot, el primo de papá. Él nos ha ayudado con todo, pero Bianca nunca parecía conformarse con lo que tenía. Siempre quería más, más, más. Y siempre he creído que por ese motivo se casa con Alessandro por el dinero. Él es el hijo de la esposa de Tío Elliot y el heredero de la fortuna de los Morgan. Después de un rato, Bianca me miró fijamente, como si me estuviera analizando. —Oye, te voy a decir algo —comenzó, su tono más suave ahora, pero aún con ese aire de superioridad que siempre llevaba. —Tú y yo no somos tan diferentes, ¿sabes? Solo que yo he aprendido a jugar mejor mis cartas. Mi corazón dio un vuelco. ¿Qué pretendía ahora? Pero Bianca, sin esperar mi respuesta, continuó. —Te quiero, Azul. Y aunque te creas menos que yo, no es así. Tú también puedes conseguir lo que quieras. Mira, te voy a dar un consejo —dijo, recostándose en la silla y sonriendo de manera casi maliciosa—. Aarón no te ve como algo más que amiga, lo sé. Pero eso no significa que no puedas cambiar eso. Mi respiración se detuvo por un momento. ¿Qué estaba diciendo? —Te voy a contar un secreto. Hasta la más fea puede conseguir algo de un hombre —dijo Bianca, y sus palabras me dejaron helada. —No te estoy diciendo que te le avientes a la cama, solo da el primer paso. Invítalo a cenar, a pasar un buen rato. Solo eso. A veces, lo que más cuesta es dar el primer paso. Y tú, Azul, tienes que empezar a hacer eso si no quieres quedarte atrás. Podrías empezar esta noche. Quedé en shock. ¿Era su manera de ayudarme? ¿O de humillarme aún más? Bianca siempre había tenido ese toque cruel, pero en su voz había algo que me hacía pensar que, tal vez, no todo estaba perdido. Notas de la Autora: Recuerden que si desean entender mejor la trama pueden leer el libro de los padres de Alessandro. Se titula: Un padre para Alex.
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