01 | El viernes trece, no solo trae mala suerte.

2263 Words
Alexander Gil. Maldito el que haya inventado toda esta mierda del amor. También maldito el que haya inventado toda la mierda de estudios. Menuda mierda. Llevaba treinta minutos tardes para llegar a la clase de geografía con el profesor Gregory, el viejo me mataría y me dejaría barrer todo su puto salón. Y el viernes trece me estaba dando una patada en los huevos. Camino a paso lento mientras me mentalizo para la regañina que me dara, estaba empezando mal el ciclo escolar. Llego al salón número 545, mientras una compañera jadea en la puerta, toco la puerta y la panza del profesor es lo primero que veo. —   Llegando tarde como siempre, Gil — me reprocha. —   Tengo una reputación que cuidar — le guiño un ojo. Él rueda los ojos y se concentra en mi compañera que trata de recuperar el aire. —    Y usted señorita, Sanz, es un milagro verla llegar tarde. —   Si, perdón mi alarma no sonó — titubea. —   Entren. Oh santa virgen de la mierda, ¿en qué me estaba metiendo? Estaba en la boca de todos, mi nombre y desgraciadamente también el de Alicia era el nuevo cotilleo de todos. Menuda mierda. Mierda y más mierda. Y yo como amaba estar en la boca de todos. Alicia y yo habíamos mantenido una relación de cinco meses, cinco meses desperdiciados de mi vida. Para toda la escuela éramos la mejor pareja, que éramos el uno para el otro y quien sabe que otras mierdas más. Habíamos terminado porque me estaba siendo infiel con Oliver, mientras yo trataba de alejar toda la puta escena que vi, ella había inventado una y millones de mentiras para hacerme ver el malo del cuento. Menuda mierda. Los minutos pasan, Gregory sigue hablando y hablando, acerca de la maldita geografía de España. ¿Y a mí que carajos me importa? Yo solo quería ir a mi casa y escuchar música mientras esperaba que mis padres llegaran del trabajo para cenar. Pau y Hugo se acercan a mí, con una sonrisa malévola, la clase ya había terminado y todos empezaban a salir como borregos. —   Estas en las bocas de todos — habla Hugo. —   No tienes que decirme lo obvio, idiota — le reprocho. —   No viene con bueno genio — susurra Pau. —   Es viernes trece — se burla Hugo. —   Y todos tenemos mala suerte este día — concluye Pau. —   Que buenos amigos son— me pongo de pie mientras me coloco la mochila en el hombro derecho. —   Lo sabemos, no tienes que decir lo obvio— Pau suelta una carcajada. —   ¿Con quién harás pareja, Alexander? — cuestiona Hugo, mientras se coloca a lado mío. Frunzo mi ceño, ¿de qué mierda habla? —, no pusiste atención ¿cierto? —   Gregory quiere un informe acerca de los paisajes más hermosos del continente Europeo, no importa el país, pero quiere un reporte, debes hacer equipo con alguna chica, las parejas son mixtas — explica Pau mientras saca su libreta de su mochila y me la ofrece— necesitaras los apuntes, quiere fotos, comprobantes de que realmente hemos conocido el lugar. —   Esto es una mierda — guardo la libreta en la mochila — no hablo con ninguna persona en el puto mundo, solo con ustedes, pero dudo que sean personas. —   ¡Oye! — se quejan. —   A la mierda, lo hare solo. —   ¿Podrías dejar de decir mierda a cada rato? — Pau se irrita. —   Nell — le enseño el dedo de en medio. Él se hace el indignado mientras se lleva una mano a la boca, pero no le hago caso. Caminamos a la cafetería mientras me coloco la capucha de mi sudadera en la cabeza, quiero pasar desapercibido en lugares públicos. Pau ordena por mí, mientras yo busco una mesa para los tres; observo a Alicia desde lejos, esta con Oliver. Camino hacia la mesa más alejada, nadie me nota, mientras todos comen y hablan entre ellos. Pero todo mi puto escape se va a la mierda cuando la misma compañera de la mañana choca conmigo, ensuciándome con su comida, haciendo que ella caiga de culo y toda la escuela empieza a murmurar entre ellos. Respiro hondo. Le ofrezco mi mano a la chica. —   ¿Estás bien? — ella acepta mi mano y la pongo de pie. —   Si, si — titubea, se sonroja cuando observa mi sudadera sucia— cuanto lo siento, no he tenido un muy buen día, si me la das mañana te la traeré limpia. Mañana es sábado. Ni loco le daría mi sudadera. —   No, está bien, yo la lavo— le sonrío. Me estaba llenando de mucha paciencia. —   Cuanta pena, es mi primer día. —   No me interesa. —   ¡Alexander!— me regaña Pau detrás de mí —la chica trata de ser amable— le extiende la mano cuando llega a nuestro lado — me llamo Pau, él es Alexander y el otro idiota que ves allá, se llama Hugo — nos presenta. —   Me llamo Sofía. —   Bonito nombre, eh. ¿Te gustaría comer con nosotros? Eres nueva, dudo que tengas con quien comer. —   No — respondo de manera tajante. Pau me advierte con la mirada, mientras yo me encojo de hombros. —   Ignóralo, sí.  —   Yo…yo no sé — balbucea mientras observa detrás de mí, sigo su mirada y me doy cuenta de que observa a Alicia. —   ¿Eres Sanz, cierto? ¿o me equivoco?— asiente — vámonos, Pau, su hermana es Alicia— le doy un golpe a mi amigo. —   Comeré con ustedes— habla cuando damos dos pasos. —   Dudo mucho que tu hermana… —   Bien, adelante — Hugo llega detrás de la chica— me llamo Hugo, aquí tienes tu comida — le ofrece una bandeja con comida. Menuda mierda. Mierda de viernes trece. La chica habla de su viaje por Estados — es de allá— de las amistades que llegó a tener, de su hermana, de su noviazgo con Oliver y muchas más cosas, las cuales no me interesan. Arrugo la nariz cuando el olor a comida inunda mis fosas nasales. Es la chica que tengo delante de mí. —   Creo que deberías ir a cambiarte la playera — sugiero mientras me tapo la nariz. —   Si yo creo que si— observa su playera con asco. —   ¿Tienes playeras en tu casillero? — cuestiona Hugo. —   No, pero Alicia me puede prestar alguna — se encoje de hombros — ¿saben en dónde está el salón 456? Oh, no, mierda. Mierda. Mierda. Ese era el salón de la próxima clase a la cual tenía que entrar. Pau le quita su horario y lo observa, lo analiza, compara, recuerda y hace una sonrisa malévola mientras me observa. —   Tienes el mismo horario del estúpido de Alexander. —   Oh, ya veo. ¿Me llevas al salón? — le da un sorbo a su jugo. —   No soy tu niñero — se sonroja y aparta la mirada hacia Hugo. Ambos me observan con el ceño fruncido —, bien, vamos, tienes que cambiarte de playera. Ambos nos ponemos de pie, al igual que Hugo y Pau. —   No seas grosero — me regaña Pau — es nueva, no conoce la escuela. —   Su hermana le puede enseñar. —   Ni una mierda, Alexander, respeta. Caminamos por los pasillos de la escuela, ella va callada. Camina hacia el casillero de su hermana y saca una playera nueva, ambos caminamos hacia el baño, no dice nada solo mantiene la cabeza baja, observando el suelo, apenada. —   Lamento mucho lo de la cafetería — me sincero cuando llegamos al baño de mujeres. —   No pasa nada — le resta importancia— espera, no tardo. Asiento con la cabeza. Los alumnos pasaban mientras me observan como un bicho. “Gracias, Alicia” Si me dieran a escoger entre el amor o aventarme de un acantilado, me aventaría sin dudarlo. Todo está mierda del amor ¿para qué servía? Para mí, solo servía para que la gente se sintiera querida por alguien, para aferrarse a alguien y hacerse sentir queridos. Algunas personas se dejaban de amarse para amar a otra persona, dejaban de verse como prioridad y se concentraban en que la otra persona fuera más feliz que uno mismo. Y yo fui de ese tipo de personas. Dejé de amarme para amar a Alicia, hasta cierto punto, creo que le di mi mejor versión, una versión que no todos conocen, ni mis padres, ni mi hermano, ni Pau, ni Hugo, conocen. Dejé de amarme para amarla a ella. ¿Todo para qué? Para que me cambiara por el estúpido que se supone que era mi mejor amigo. Todo era una mierda. Una gran mierda. El amor era una mierda. Alicia era una mierda de persona ¿Quién hablaba mal de su ex? Solo supéralo y ya. La escuela era una mierda. Menos la música. Sofía sale con una nueva blusa puesta. Me sonríe y empiezo a caminar. —   Muévete, el salón está en el otro edificio y la vieja Lee solo da cinco minutos de tolerancia— ordeno. —   ¿Por qué odias a todo el mundo, Alex? ¿Me acaba de llamar Alex, cuando me llamo Alexander? Nadie me habla con ese apodo solo mi hermano. —   Perdón— se disculpa, algo apenada— no tenía que llamarte Alex, apenas tenemos confianza… —   No odio a todo el mundo, solo que no me gusta conocer a la gente— me encojo de hombros. —   Eres antisocial — asiento — yo también lo soy. —   No me importa — rueda los ojos. —   ¿Ya tienes pareja para el trabajo de geografía? Soy nueva y no muchos quieren hacer pareja conmigo… —   Lo haré solo. —   Pero seremos buena pareja — insiste. —   No me dejaras hasta que te diga que si ¿cierto? —   Cierto, y es hasta diciembre… —   Bien, está bien, pero cállate. Llegamos al salón justo a tiempo. Al parecer la maestra aun no llegaba, Sofía siguió y siguió hablando de su vida. Nada que me importara en absoluto. Hablo de su vida en Estados Unidos —nuevamente— y que en diciembre pensaba volver a su país natal. Dios, que ya llegué diciembre. También habló de libros, de su madre y padre, su comida favorita y bla bla bla. Y hoy más que nada quería que la vieja Lee llegara pronto. Pero no apareció por ningún lado. Me empezaba a molestar, era muy molesta, hablaba mucho y se quejaba de todo. Llegue a cierta etapa en donde saque los auriculares y coloque música, no quería ser grosero, la chica era nueva, pero eso no quitaba el mérito de que hablara mucho.  Maldito viernes trece. Sofía quita un auricular mientras yo alzo una ceja, ¿Qué hace? —   Con que te gusta twenty one pilots, ¿eh? Yo amo a imagine dragons, son los mejores. —   Me alegro. —   ¿Y Ed Maverick? —  oh, por dios, yo amaba a Ed Maverick, pero claro que no lo aceptaría con ella— sé que no tienen nada que ver, pero yo amo todo tipo de música.  —   Me alegro, Sofía. La clase termina y camino hacia la salida, en donde mi hermano me espera junto con Pau y Hugo en el asiento trasero. ¡Gracias a Dios! Saludo a mi hermano con un asentamiento de cabeza. —   ¡Alexander! — oh, no, no dios, no otra vez. Giro para verla con el cabello suelto — ¿podemos mañana empezar con el trabajo? No, no puedo, tengo planes con Izan. Mi hermano llega y le ofrece la mano a Sofía para darle un leve apretón. —   Hola, mucho gusto me llamo Izan, hermano de Alexander — se presenta. —   Mucho gusto, soy Sofia Sanz. —   Oh, hermana de Alicia — ella asiente, hace una mueca — Alexander, tenemos que irnos. —   No creo poder salir mañana, tengo planes con Izan… —   Por cierto— interviene mi hermano— se cancelaron los planes para mañana — palmea mi hombro derecho — no tardes mucho. ¿Qué te hice Jasón? Mejor ven por mí y mátame. —   Entonces… —   Mañana a las diez. —   ¿De la noche? —   Si, de la noche, a esa hora se ven mejor las fotos — hablo con sarcasmo. —   ¿Sabes manejar una bicicleta? —   Si, ¿para qué quieres una bicicleta? —   Para recorrer el mundo. —   Eres patética. —   ¿Me acabas de llamar Patética? Seremos la mejor pareja, así empiezan las parejas de los libros. —   Eres rara. —   Un poquis. Bien, te veo mañana a las diez de la mañana, con bicicleta por favor. Paso por ti, sé dónde vives, infiel. Se va. Maldita seas Alicia, tú y tus putos chismes de mierda. Pau, Hugo e Izan observan desde el auto, con una sonrisa de burla. —   Muévete, Izan— ordeno cuando estoy dentro del auto. —   Yo creo que tú y Sofía terminaran juntos— canturrea Pau. —   Los que quedaran juntos será tu cara y el suelo, harían una linda pareja— advierto. —   Por favor, Alex, la chica te observaba con ojos de borrego — habla Izan. —   Es hermana de mi ex, dudo mucho que le guste. —   Le gustas, hasta seria tu acosadora— se burla Hugo. —   Terminaran juntos, ya verás. A la mierda con el amor. Maldito viernes trece. 
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