LA SÉPTIMA VICTORIA
Ciudad de Panamá, Rubén se encuentra sentado junto a su protegido. Para comenzar el segundo día de su juicio por un crimen que ocurrió en un mes atrás, el cual lo están culpando.
En seguida, Rubén mira a su protegido, y le expresa:
— No se preocupe y este tranquilo, nosotros vamos a ganar. Tengo un haz bajo la manga que va a cambiar todo. Tenga confianza que todo va a salir bien.
— La confianza en el señor Jesucristo me tiene tranquilo. Yo no hice nada de lo que se me acusa.
— Y yo le creo, usted será mi séptima victoria.
— Que así sea.
— Estoy esperando a que llegue mi tercer testigo.
En ese instante, el abogado acusador se dirige ante el juez, y le expresa:
— Señoría, pido continuar la interrogación al acusado, ya que tengo en la sala un testigo clave para resolver este caso.
— Tiene la palabra.
— Bueno.
De inmediato, el abogado acusador se acerca a dónde está el protegido de Rubén, y le dice:
— Señor Bernardo... ayer nos dio a entender algo que no me cuadra... usted dice, y dice... que usted pasaba por la Avenida segunda Norte del barrio Costa del Este. Cuando vio tirado al señor Gustavo. Y como usted es cristiano y una persona acomedida, corrió a socorrerlo, pero se dio de cuenta que este ya estaba muerto con un gran golpe en su cráneo, ¿es así como usted lo dijo?
— Si.
— El c*****r estaba sin su billetera y sin su cadena de oro, que coincidencia no... o no será que usted forcejeó con la víctima. Por quitarle la cadena, y lo mató.
Rubén se levanta de su silla, y dice:
— Protesto señor juez, el abogado acusador no tiene pruebas para asegurar que mi protegido haya hecho todo lo que está diciendo.
El juez se inclina a favor del abogado acusador, y le dice a Rubén:
— Protesta denegada, el abogado acusador puede seguir con su interrogatorio.
Rubén mira a su protegido. Cuando el abogado acusador le dice a Bernardo:
— Quiero que mire esta vez a la esposa y a la mamá de la víctima...
Rubén le hace caso al abogado acusador. Cuando esté le pregunta:
— ¿Usted mató al señor Gustavo?
— No, rotundamente no, yo lo encontré tendido en el suelo e intenté reanimarlo, pero ya era tarde, ya estoy cansado de repetir lo mismo.
El abogado acusador se sonríe, y le dice al juez:
— Señor, voy hacer pasar a mi testigo, quién de una vez por todas, va a desenredar estas cosas.
— Haga pasar al testigo.
Bernardo le dice a su abogado:
— Ahora que se va a inventar este señor, yo no vi a nadie ese día.
— Si había alguien.
— ¿Cómo?
En ese instante, el testigo del abogado acusador se sienta y jura ante la Biblia que va a decir la verdad...
Luego de eso, el abogado acusador le pregunta al testigo:
— Señor Klael.
— Calven!
— Oh, si... señor Calven... mi pregunta es: ¿Que hacía usted el día del asesinato del señor Gustavo?
— Yo estaba saliendo de visitar a una novia. Cuando vi desde lejos a este señor atacando al hombre que quedó en el suelo.
De inmediato, Bernardo se levanta, y les dice a todos:
— ¡Eso es mentira! Yo nunca hice eso, este es un testigo falso.
El juez le dice a Rubén:
— Dígale a su protegido que se siente.
— Es difícil para mí decirle eso. Cuando se escucha tantas injusticias contra mi protegido. Señor juez, Pido la palabra para interrogar a ese testigo.
— Primero que todo, dígale a su cliente que se comporte, porque si no, se acabará todo esto y lo enviaré directo a la cárcel.
Rubén mira a Bernardo, y le expresa:
— Por favor, siéntese.
Bernardo le hace caso a su abogado, y se sienta. Cuando los testigos de Rubén llegan al lugar.
Rubén ve a sus testigos sentarse y se sonríe un poco, y va a dónde está el testigo del abogado acusador, y le dice:
— Me gustaría hacerle una pregunta personal.
— Adelante.
— Usted acabo de decir que estaba visitando una novia cuando vio el crimen.
— Si, así es.
— ¿Cómo se llama su novia?
En seguida, el testigo se queda pensando unos segundos, y luego dice:
— Mónica.
— ¿Está seguro?
— Claro, cómo no voy a saber el nombre de mi novia.
Rubén se sonríe un poco, y dice:
— Señor, recuerde que está bajo juramento.
— Si, yo estoy consciente de eso.
— Entonces porque miente descaradamente, en ese sector no hay ninguna Mónica, las mujeres que están en ese lugar, están casadas.
— Eso es mentira!
El abogado acusador se levanta, y le dice al juez:
— Protesto señor juez. El abogado no tiene pruebas de dicha cosa, y acosa a mi testigo. Exijo el retiro del mismo.
De inmediato, Rubén le contesta al abogado acusador:
— Si tengo pruebas.
El juez le expresa a Rubén:
— Abogado, no se desgaste en eso. Yo ya tengo un veredicto.
— No me diga.
— Si, yo encuentro a este señor culpable. Así que lo voy a enviar a la cárcel.
— Un momento señor juez, usted está representando la ley, y se ve muy mal que usted esté juzgando a este hombre, solo por qué él es cristiano.
— ¿De qué está hablando? Yo encuentro a este hombre culpable, sea cristiano o no.
Rubén queda mirando fijamente al juez, y le dice:
— Señor, permítame trabajar y déjeme seguir interrogando al testigo del abogado acusador antes de hacer pasar a mis testigos.
Enojado y todo estresado, el juez le expresa a Rubén:
— Prosiga con su interrogatorio.
— Gracias señor...
De inmediato, Rubén se pone al frente del testigo del abogado acusador, y lo hace quedar en vergüenza con una andanada de preguntas con respeto a la novia que dice tener en el lugar donde ocurrieron los hechos.
Rubén le dé muestra al juez. Y a todos los que están ahí, que el testigo miente y que la novia que él dice tener, no existe.
Bernardo mira al abogado acusador, el cual de la vergüenza que está pasando. Pone su mano izquierda en la frente y se queda callado.
Rubén le dice al juez:
— ¿Quedamos todos claros, que este testigo estaba bajo juramento y mintió?
— Créame, que la justicia recaerá en él.
— Eso espero, ahora lo que me importa es mi cliente, y ya es hora de que pasen mis testigos.
— Hágalos pasar.
Rubén llama a sus testigos Nora y Brillé, quienes pierden el miedo y cuentan lo que vieron, y muestran el video del asesino. Donde muestran que un encapuchado es el que asesina a Gustavo y segundos después, Bernardo se acerca a Gustavo para auxiliarlo. Siendo esta una prueba contundente, la cual hace que el juez se enoja más...
Bernardo se alegra bastante al ver ese video. Cuando Rubén le dice al jurado y al juez:
— ¡Mi cliente es inocente!
Con la cara de pocos amigos, el juez da su veredicto, y le dice a Bernardo:
— Señor Bernardo Álzate Roa, al ver estas pruebas verdaderamente contundentes, es usted declarado inocente del crimen del señor Gustavo Guerra.
En ese instante, Rubén y Bernardo se abrazan. Cuando Bernardo le dice:
— Dios te ha iluminado, ¿de dónde sacaste a esos testigos?
— Secretos de la profesión.
Los dos se ponen a reír. Cuando el abogado acusador se acerca a Rubén y a Bernardo, y les dice:
— Felicidades, que bueno que se demostró la verdad.
Rubén le expresa a su colega:
— Gracias por su sinceridad.
Bernardo también le dice al abogado:
— Me alegra ver lo en esa actitud, porque hace unos minutos, sentía que me odiaba.
— Debe ser su impresión, bueno, los dejo para que sigan celebrando.
El abogado acusador se retira. Cuando Rubén le dice a Bernardo:
— Esta fue mi séptima victoria en línea. Qué bueno se siente ganar.
— Salgamos de aquí, quiero decirte algo allá fuera.
— Bueno, como usted diga...
En ese instante, el juez queda mirando a Bernardo con mucho odio por no haberlo metido preso...