Pero los chicos crecieron, y el más adulto era Walter. Había asistido con su hermano a una institución católica y eran lo que en aquellas épocas se llamaban "chicos de bien". Aunque su hermano no tenía nada de bien. Gozaban de andar en bicicletas y hacer cosas pertinentes de su edad, a excepción de Walter.
A Walter no le llamaban la atención los juegos de los chicos de su edad, los consideraba sin embargo tontos y de poco uso en la vida diaria. Le gustaban los ejercicios, pelear y le llamaba mucha atención el boxeo, pero esas cosas no estaban permitidas para los "niños bien" así que lo mandaron a Karate por un tiempo, pero tampoco sintió que lo llenase.
En los institutos si eres varón y no eres bueno en los deportes clásicos como el fútbol o el baloncesto, entonces significa que no eres bueno en nada. Y a Walter habían tres cosas que le desagradaban, el fútbol, el baloncesto porque era bajo, y pensar que era malo en algo. No le importaba si Walter realmente era malo, lo que importaba es lo que él percibía del mundo, y por el contrario, él se sentía muy superior a sus demás compañeros.
Mientras que en otra parte más humilde de la ciudad, y digo humilde no porque fueran pobres sino porque en esos tiempos casi no había vecindarios, en un lugar no tan alejado, dividido por los vecindarios de tierra y adoquines que mayormente estaban en barrios céntricos, como los de Walter, se encontraba Sylvie.
Sylvie era la menor de tres hermanos pero decir que eran "hermanos", es un decir muy cariñoso. A los seis años jugando y peleando como lo hacen todos los niños, con su prima, ésta le contó que sus padres le habían contado que era adoptada. Sylvie aquel día lloró, pero lloró más por el deseo de que no fuera cierto, que se tratase de un acto de malicia. Pero lloró más aún cuando su madre se lo confirmó.
Sin dudas a Sylvie le había pegado duro no saber de donde venían, no era algo que podías explicarle a una niña en ese entonces. En todos los documentos figuraba como hija legítima, y ahora que lo pensaba, quizás por eso es que tenían más cuidado con ella que con otros. De todas maneras solo aquello sirvió para que quisiera salir huyendo, hacía donde sea. Al internado ya no podía, pero luego, sin buscarlo, se enamoró de Walter que le ofrecía los lujos que ella no tenía en su casa, aquello le devolvió la esperanza en el mundo. Luego, con el tiempo, Sylvie ya no quiso saber nada sobre sus padres o sobre la mujer que la había abandonado, era solo quien la había parido, pero no era su madre. Y Sylvie no quería cometer los mismos errores que su madre con sus hijos, así que les dio lo más importante y honrado que te puede pedir un padre, que seas consciente con lo que hagas. Y aunque era mucho más fácil decirlo que hacerlo, Giuliano había sido el ejemplo de traspiés para Ivynna, sobre lo que no había que hacer, y a su vez, Ivynna era una bola quebradiza de cristal. Sin embargo, ambos tuvieron elección de culto, tuvieron elección de sexualidad, también ambos tuvieron historia y concepciones políticas. Pero a Ivynna le había pegado más estar con sus padres más que a Giuliano, Giuliano siempre fue enamoradizo, cada mujer que llegaba a su vida era más importante que la otra, y no se le puede decir nada a un imbécil enamorado, porque el amor nos vuelve eso, imbéciles y vulnerables. Por eso Ivynna una vez que tuvo el corazón roto supo que no quería volver allí, que no quería volver a necesitar de alguien que no tenía y llorar en su cama desconsolada por alguien que no lo estaba haciendo por ella. Y así como sucede la vida, Giuliano encontró novia, e Ivynna seguía sola, a murmuros, sus amigas se preguntaban si estaba sola realmente o solo porque no podía, entonces Ivynna subía cada tanto una foto de una merienda con alguien y todas las dudas se despejaban, ya no importaba, lo cual era una bocanada de aire para Ivynna tener que explicar o hablar sobre hombres.
Ivynna no había crecido como las demás, no perdió la virginidad con alguien con experiencia, lo hizo con una persona que también era virgen, pero de dos vírgenes solo puede salir el desastre, y así fue. Estuvo mucho tiempo esperando sentir una conexión real con alguien pero siempre sucedía lo mismo, la soledad tocaba su puerta y era la única a quien visitaba. Profundamente no le importaba, odiaba a la gente y a los chicos, pero le gustaban los regalos y el dinero y eso solo vendría con un novio, y no había tenido novio con esas condiciones hasta ahora. De todas maneras, Ivynna prefería morir sola, se había dictaminado no tener hijos y no tenia proyectos a largo plazo, así que básicamente no era ningún secreto el hecho de como vivía, poco a poco sus pares comenzaron a querer ser como ella, pero en realidad era la medicación la que impedía que le molestara algo, y no tanto su personalidad en sí. La medicación la dejaba fría, inapetente, con ganas de preocuparse en lo suyo y solo ver hacía adelante, en suma con perspectivas de un día a la vez y el hecho de que no le importaba nada de esas cosas la hacían ver hippie, filosófica, pero ella no era nada de eso, solo era una joven que no aguantaba la presión y que no quería hacerlo.
Aguantar la presión del futuro, cuando todos los días nos morimos, proyectar cuando cada respiro que damos puede ser el último, de éso es lo que se refería Ivynna, decía también que habían existencias que habían nacido para morir y otras para brillar y solía creer que era de las chicas que nacieron para brillar. Lo cual es raro, porque no era famosa.