Sus párpados se sentían pesados y casi estaba seguro que escuchaba un suave murmullo y sollozos a su alrededor, imaginándose que en el momento en que pudiera abrir los ojos se encontraría con la imagen de su madre o hermano a un lado llorando, porque esa no sería la primera vez que sucedía, ni tampoco creía que fuera a ser la última, así él se prometiera lo contrario.
Cuando al fin sus párpados le obedecieron y pudo abrirlos, se encontró con un techo blanco que fue algo que ya había imaginado que vería, sin embargo, el olor a desinfectante no estaba ahí, sino un sutil aroma que no pudo reconocer de qué se trataba, pero estaba seguro que no era molesto, en su lugar se sentía un poco agradable y relajante.
No pudo evitar recorrer con la mirada el lugar, sin llegar a ver más allá del velo blanco que rodeaba toda la cama y, le pareció escuchar un suave sonido antes de percibir una silueta moverse y caminar en su dirección.
—¡Majestad...! —la voz sonaba emocionada pero no fue más que un susurro.
No le prestó demasiada atención a la voz de la mujer e intentó sentarse en la cama, sintiendo su cuerpo un poco débil pero no hubo ningún tipo del dolor que él esperó, porque estaba seguro que antes de caer en la inconsciencia tenía algunas costillas rotas, no obstante, ese dolor conocido de tener algún hueso roto, no estaba ahí.
El velo blanco fue apartado y un par de manos se posaron en sus hombros, impidiéndole seguir moviéndose y, solo en ese momento le prestó atención a la mujer que llegó a su lado demasiado rápido a su parecer, quien lucía un poco preocupada.
—Majestad, no se mueva, es mejor que descanse.
—¿Qué...?
—El doctor vendrá en un momento.
Estaba confundido, la mujer junto a él había dicho que llamarían al doctor, pero ese lugar no se parecía en absoluto a un hospital, no a uno común y en el que él no dudaba que debería de estar, y podría enloquecer en ese momento y hacer miles de preguntas que aclararan sus dudas; pero ninguna palabra logró salir de sus labios y sólo podía mirar a su alrededor, estando un poco confundido.
¿Por qué la mujer que estaba a su lado como las pocas personas que logró ver, vestían ropas tradicionales en lugar del típico uniforme de hospital?
—Agua... —logró murmurar.
Su garganta se sentía extremadamente seca y esperaba que luego de beber agua pudiera empezar a hablar y hacer todas las preguntas que tenía, ¿acaso eso era algún tipo de broma?, ¿su mamá y hermano habían creado algún teatro para cuando despertara, y así una vez más echarle en cara que ellos tenían razón?
La mujer a su lado se movió rápido dejando caer otra vez el velo blanco sobre la cama y minutos después regresó. Ella fue extremadamente cuidadosa mientras le ayudaba a beber aquella taza de té que había servido y de lo que no se quejó por no ser agua pura, no podía hacerlo si su garganta se lo agradecía.
Antes de que intentara decir algo más, la puerta se abrió y un hombre entró con pasos rápidos y, la mujer a su lado se apartó para permitirle acercarse, viendo como el hombre parecía demasiado serio mientras hacía una reverencia.
—Majestad... —murmuró el hombre —con su permiso, voy a revisarlo.
No pudo evitar que una pequeña sonrisa apareciera en sus labios, ¿qué era todo ese teatro?, ¿cuándo iban a parar de llamarlo "Majestad" y comenzar con los regaños?
No se quejó en voz alta, dejó al hombre hacer su trabajo, viendo como su rostro se volvía más serio mientras lo revisaba, y él quería hacer algún comentario acerca de cómo se suponía que sería examinado si no estaba usando uno de aquellos típicos instrumentos de médicos, sin embargo, se obligó a permanecer callado.
—¿Cómo está...?
Las palabras de la mujer de antes se vieron interrumpidas por las puertas de la habitación abriéndose, y los pasos firmes que pudieron escucharse desde ese lugar, así como voces murmurando "Majestad", y lo poco que pudo ver fue como las personas que estaban en la habitación se arrodillaron, sin poder evitar pensar, ¡qué buenos actores!, aunque él no estaba quedándose atrás si había estado siguiendo el juego, sin quejarse mientras era revisado.
El hombre que acababa de entrar en la recámara era alto y tenía su rostro serio que hacía que sus rasgos faciales parecieran demasiado duros, que incluso a él le provocó que quisiera encogerse en su lugar.
—¿Cómo está el Rey Tae Ho?
Su voz sonó profunda, provocándole un estremecimiento.
—Su Majestad —habló el doctor.
Se alejó de la cama, su rostro tenía una emoción que parecía no poder contenerse por mucho tiempo, sin embargo, el hombre se esforzó por mantener la calma mientras informaba.
—El Rey consorte está bien ahora, con un poco más de descanso se recuperará apropiadamente.
—Espero que su Majestad se mejore lo suficiente y pueda acompañarme en el banquete de esta noche.
Tae Young, escuchó en silencio, nunca había agradecido tanto el ser prudente en las conversaciones de otros, pero para ese punto sí que lo hacía, porque si antes pensó que se trataba de una especie de broma, ahora comenzaba a dudarlo; al menos si mientras estaba en esa cama había visto a su alrededor tanto como podía, y no parecía ser todo un escenario creado, sino que se veía tan real.
Lo más común y lógico desde que despertó hubiera sido que preguntara en dónde estaba y quienes eran todos esos desconocidos, pero para ese punto Tae Young sólo podía tener un pensamiento en su mente y era "¡universo paralelo!", aunque también estaba la opción de que fuera todo una broma.
Sin embargo la idea de un universo paralelo sonaba más interesante, mucho más si en algún tiempo atrás estuvo un poco obsesionado con eso y, no dejaba de preguntarse cómo sería si pudiera intercambiar lugares solo por unos minutos o segundos con su yo de otro universo, que podría ser su caso actual y por lo que se obligó a solo observar la situación, y si eso se tratase de una broma, en el futuro podría burlarse de ello, pero si no, iba a dar lo mejor posible hasta que su otro yo pudiera regresar a su lugar original.