Por Sergio Mi abogada tiró una lonita sobre la arena y se puso a jugar con las criaturas. Cantaban algo, no se entendía, por qué no lo hacían muy fuerte. Hicieron castillos en la arena, las niñas pidieron algo que pasaron vendiendo y se los compraron la primera vez que lo señalaron. -Dios, amo a esa morocha. Dice Omar, sin dejar de mirar a la amiga de Carolina. -Se llama Andrea. Las llevan al mar, hasta la orilla, Carolina alza a la más chiquita. Todo el tiempo está pendiente de las niñas, lo tiene muy incorporado, como si fueran parte de ella misma. Jugaron a la paleta con las nenas, era más buscar la pelotita que jugar, luego las criaturas se sentaron en un costado y las que jugaron fueron las amigas. Los hombres que pasaban le decían un montón de cosas, aunque medidas, ya que

