Por Carolina El sábado había demasiado viento, por lo que no fuimos a la playa. De todos modos, la mansión contaba con un extenso parque, tenía una pileta al aire libre y otra climatizada, así que nos entretuvimos toda la tarde, Andrea se fue a trabajar y nosotras tres, fuimos al supermercado. Brenda estaba sentada en la silla del carrito del supermercado y Priscila disfrutaba alcanzado todo lo que necesitábamos. Cuando pegamos la vuelta por un pasillo, ahí estaba él, empujando un changuito... Eso no se lo cree nadie. Priscila, cuando lo vió, salió corriendo para abrazarlo. Me dejó sin aliento su actitud. Él la alzó y se acercó a nosotras, con ella en brazos. Priscila lo tenía abrazado como si fuera un pulpo. La depositó en el suelo e inmediatamente Brenda le estiró los brazos

