No más.

1416 Words
─Señora Torres, hace unos cuatro o cinco años atrás se descubrió una red de estafas médicas, mismas que se basaban en cobrar al gobierno por cosas que no hacía. Casos en lo que se ordenó cirugías complicadas y costosas, pero jamás las realizó, y lamento decirle que usted fue una de las mujeres que se vieron perjudicadas hace varios años atrás... ─dice la obstetra apenada. ─¿qué?, no entiendo nada... ─dice igual de confundida de como se ve Sabrina ahora. ─Hace varios años atrás, salió a la luz irregularidades del hospital en que nació su hijo, tales como un médico que se hacía pasar por cirujano que operaba a las mujeres, pero en realidad solo hacia una sutura lo más similar a las que quedan después de una cirugía que el paciente solicitaba. Una de las doctoras que estuvo en quirófano informó de esto, y se descubrió algo mucho más extenso, por lo que sacaron a todos los involucrados, pero su cirugía no era real como tal... ─Entonces... ¿Yo jamás estuve ligada? ─masculló mirando a su amiga. ─No. ─niega con la cabeza apenada la doctora. ─Y realmente usted era el único nombre de la lista de sus pacientes que no se presentó al juicio. ─dice viendo el expediente. ─Entonces... de todas las cosas que me podían haber pasado, yo no fui ligada, y estaba embaraza... ─Debes demandar al hospital, eso fue negligente y muy peligroso... ─dice Sabrina molesta, indignada por lo que le hicieron a su amiga. ─Sería un caso más a las cincuenta y siete víctimas de esta especie de mafia. ─añade el médico, y los responsables solo fue apresado uno de los médicos, el verdadero responsable se dio a la fuga, aún esperan que regrese. ─Esto no se puede quedar así... ─bufó indignada Ángel, ya que acaba perder un bebé que no sabía que esperaba. ─Puede presentar una demanda si desea, eso ayudaría a sacar a la luz de nuevo el caso, eso sería bueno... ─La dejaremos para que pueda... ─Gracias... ─dice Sabrina al ver a Ángel ensimismada. Era imposible, todo esto desde un principio era imposible, y aún así pasó, ¿cuántas probabilidades había de que yo quedara embarazada?, sería mamá por cuarta vez, podría tener algo de él, de lo que considero fue mi gran y admirable amor, pero no pudo ser perfecto, nunca lo es realmente. Mi amor, mi amor iba a dar fruto, pero como todo en la vida, mi vida, mi madre lo arruinó, lo hizo de la peor manera, no puedo creer que lo hicieran. Me arruinó la vida, y no lo sabe, quiero hacerle daño, quiero causarle tanto daño como me lo ha hecho, quiero hacerla sentir vacía como me siento yo. ¡¡odio a mi madre!!, ¡¡odio a la mujer que me trajo al mundo, y todo lo que arrastró con ella!! ¡¿porque la vida me odia tanto?! ─Ahora tiene sentido. ─la abraza. ─las náuseas, agruras, ¿pero, cómo es que no te diste cuenta?, tenías ya dieciséis semanas, ¡casi cuatro meses...! ─dice con asombro. ─¿Cómo podría saberlo?, no tenía ni idea, si lo hubiese sabido... ─empezó a sollozar, todo ese dolor físico se intensificó al saber que pese a lo mucho intentó proteger a todos sus hijos, uno de ellos pagó las consecuencias de los enfrentamientos con su familia. ─La odio, ¡La odio! ─estalló en llanto, con gritos y alaridos intentaba sacar de sí todo, tanto dolor, tanto odio, tanta impotencia, tanta rabia por no poder hacerle a su madre todo lo que le había hecho a ella. Fernando, intentando ser prudente había salido de la habitación, pero jamás se fue del hospital, se mantuvo paciente y servicial fuera de la habitación, por lo que pudo escuchar los gritos desgarradores de su pérdida, incluso llegó a ver como el médico regresó corriendo a la habitación para darle un tranquilizante, Ángel había perdido la razón muy rápido. ─No podías saberlo, no había manera de saberlo... ─intentó consolarla entre abrazos y palabras de aliento una vez que pudo calmarse por fin. Todo se acabó, mi amor, mi matrimonio, mi ilusión, mi esperanza de una familia grande y que pueda cuidar de mis hijos y de mí, odio tanto todo esto, ¿por qué no pude ver todo este final antes de perder a mi bebé?, quiero a mi bebé de vuelta, lo quiero en mis brazos, conmigo, lo quiero de vuelta. Quiero a mi amor, a nuestro bebé, quiero la vida feliz que pude llegar a tener del poco amor que llegué a conocer, lo quiero, lo amo, y ahora no tengo nada, lo quiero, conmigo. ─suspira entre sollozos, Tras una visita de la psicóloga de turno, y una incómoda larga cita de treinta minutos en silencio, el médico de turno decide darle el alta. ─Karina pregunta si estará bien si pasa por ti a tu casa, quiere saber cómo sigues. ─musitó Sabrina mientras conduce a la casa de Ángel con las indicaciones del médico. ─¿Podrías decirle que se lo agradezco de todo corazón, pero que prefiero estar sola en estos días? ─masculló sin dejar de ver a la ventana. ─Sí, imaginé que dirías algo similar, y le dije que estás muy cansada y te mandaron reposo. No te preocupes. ─dice tomando su mano, está muy fría. ─Pude saberlo. ─musitó. ─¿qué? ─pregunto un poco confundida sin quitar la mirada de la carretera. ─Pude saberlo mucho antes..., pude salvar a mi bebé, debí cuidar el embarazo, debi... tuve que ser su mamá, pero no lo sabía y ahora me odio por eso, ¿como es que no lo sabía?, se supone que las mamás lo saben, se supone que debía notarlo, sentirlo... ─masculló recriminando a sí misma. Se detiene una calle antes de llegar a la casa, pueden ver la casa desde donde están. ─Nada de esto fue tu culpa, y lo sabes. ─dijo muy clara y precisa. ─Enojate conmigo si quieres, pero la verdad es que debiste poner la denuncia formal y hacer que tu madre vaya a prisión, no solo la orden de alejamiento a toa tu familia, debiste meterla presa, tu madre es una desgraciada que no merece ser madre. ─soltó furiosa. ─Esa mujer te hizo tanto daño como quiso, no solo hoy, lo ha hecho por años y me enoja que no hiciera que pagara por ello, pero te entiendo. Te hicieron creer que bajo la ley de Dios no debes hacer nada encontra de tu madre, pero esa mujer misma no tiene el perdón de Dios por lo que te hizo. ─espeta. ─Yo debí saberlo, tenía dinero y no se lo dí, era claro que cuando ella lo supiera, me buscaría para que le de dinero, y debo adelantarme a eso... ─balbuceó intentando justificar. ─¡No!. ─exclamó. ─¡¿No lo ves?!, esa mujer fue cruel, aún si quería dinero pudo pedirlo de manera amable, ser una madre, preocuparse por tí, pero la mayoría de marcas que tienes son por los golpes que ella te dió con el rodillo, todo frente a tus hijos sin importarle. Tu eres una buena madre, tu eres una persona que ha dado y da cada dia la vida por ellos, algo que tu madre debió hacer, y no lo hace. Deja de tomar culpas que sólo le merecen a la mujer que te dio la vida, y estúpidamente cree que tiene el derecho a hacer con ella lo que le dé la gana, o a quitártela si lo quisiera. ─resopló indignada. ─Sé que debo alejarme de ella, y lo haré. Después de lo que hizo, no puedo verla sin pensar que es una asesina, la responsable de la muerte de mi bebé. ─murmuró con duda. ─Mañana pasaré por ti y por los niños para ir a la iglesia, ¿ya pensaste qué nombre le darás a la bebé para su bautizo? ─No lo sé... ─sonríe con tristeza. ─pensé que podría ponerle Esme, o algún nombre con E, igual que su papá, pero... ─Escucha... ─suspira acariciando su mejilla. ─descansa, no pienses mucho en lo que pasó, solo duerme y ya mañana veremos. Pasaré por ti después del desayuno. ¿Está bien? ─continúa conduciendo hasta llegar a la puerta de su casa. ─Hable con el oficial, tienes un botón de pánico instalado en la casa, si sucede algo debes presionarlo en tu teléfono, y en la casa está en la habitación de la niña, junto a su cama. ─advierte y ella asiente.
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