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Imposible olvidarme de tí

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Blurb

Después del año más difícil de su vida, él decide aparecer, y querer retomar su vía dónde la dejó, pero lo que él no sabe, es que ella lo odia por todo lo que pasó por su culpa.Y ahora, con una vida hecha, un futuro prometedor en seguridad privada, tal ves volver a él, no sea buena idea después de todo.

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Primer día.
Son las cinco de la mañana, y la habitación está totalmente oscura. Despierta, pero se toma un par de minutos antes de levantarse, recoge su cabello que ahora llega hasta sus caderas en una coleta, lava sus dientes, y pasa sus manos humedad por su cabello al terminar de lavar su rostro, mira por un segundo su reflejo en el espejo, por un segundo, solo por un segundo, se da permiso de pensar en él. Tras un largo suspiro, coloca sus auriculares, y música a todo volúmen, sale de casa en a hurtadillas mientras todos duermen aún, cierra la puerta y enciende las cámaras enlazadas a su teléfono. Camina por unos cinco minutos en las calles solitarias, con escasa iluminación, una que otra persona pasa por su lado, sacando sus puestos improvisados de negocio callejero. ─¿tan temprano? ─pregunta una de sus vecinas, que pasa junto a ella hacia la para de bus. ─Sí. ─sonríe, aunque su respuesta es cortante, su tono es suave, lo que la salva de ser grosera. ─Así toca... ─dice corriendo para tomar el bus. Poco a poco empieza a acelerar el paso, y empieza a correr. Todo lo que había pasado hace un año ronda su cabeza una y otra vez, el caos, el escándalo, el juicio, y todo lo que había hecho que su vida cambie de manera tan drástica, hasta que se detuvo. El oxígeno es denso al llegar a la cima de la colina, se puede ver toda la ciudad desde allí al igual que el vapor que emana de su boca, y eso es todo lo que necesita ver para mantenerse en calma, eso, y a tres seres que tras un año de confinamiento, por fin, volverían al mundo, al instituto, el caos y la vida misma. Al abrir la puerta, sus dos perros la reciben, y un pato. ─buenos días a ustedes también. ─sonríe acariciando a cada uno mientras los deja salir a hacer lo suyo. Se quita los auriculares y se mete a la ducha, no tarda mucho, pero es suficiente para salir limpia y fresca. ─Arriba, no pueden llegar tarde en su primer día. ─dice mientra toca dos puerta en un pequeño pasillo. ─los quiero en cinco minutos en la mesa. ─advierte abriendo las puertas y encendiendo las luces. Como si fueran gusanos en anzuelo, Sandro y Jota empiezan a retorcerse y renegar entre dientes, las muchas razones de porque el estudio no debería ser aceptado tan temprano, mientras Luisa, se levanta dando traspiés hasta el baño, donde se toma su tiempo, pero nunca más de cinco minutos. ─buen día "ma". ─dicen Luisa y Sandro mientras entran a la cocina a ayudar. Sandro toma los platos, y Luisa sirve los vasos de leche, y pica fruta, mientras Ángel sigue preparando huevos y unas tortillas. ─Tengo sueño, mamá. ─sale renegando Jota mentas frota sus ojos y bosteza. ─Pues tienes lava tu cara y desataste de él, no puedes tener sueño en tu primer día. ─dice viendo divertida como ha salido con solo un cachetina puesto. ─hazlo rápido, no te dará tiempo. ─advierte. ─Desayunen, yo me voy a cambiar. ─dice y los dos mayores asienten. ─"Ma" ─dice Luisa. ─no llevaré comida al instituto, solo agua. ─Bien. ─dice entrando a la habitación. Toma su uniforme que tiene colgado en la pared, se coloca el chaleco antibalas, recoge con fijador hasta la mas pequeño de sus cabellos, algo de maquillaje, nada exagerado, y está lista. Al salir, los tres están listos ya con mochila en mano y Jota con una lonchera. ─¿Va a llegar tarde hoy? ─pregunta Luisa mientras toma una manzana de la mesa. ─Sandro, hoy haces la cena. ─dice y este asiente con la seriedad del caso. ─Luisa, encargate de revisar la tarea de Jota, si no entiende... ─Lo anoto en la pizarra. ─interrumpe. ─Y... ─Nada de abrirle la puerta a extraños, no hablar con extraños, siempre cerrar la puerta, y solo usar el teléfono en caso de emergencias. ─dice de mala gana. ─¿puedo usar la laptop para escribirle a mi "pa"? ─dice Sandro. ─Bien, pero nada más, no quiero video juegos, ni peliculas de terror, saben que ha Jota le da miedo. ─advierte tomando su bolso y saliendo de casa los cuatro. Justo a tiempo para la llegada del transporte escolar. ─Nos vemos por la tarde. Los amo. ─dice mientras los tres suben, pero solo Jota se despide con entusiasmo. ¡Dios! ─resopló con disgusto por la actitud de Luisa y Sandro desde el juicio. Camina un par de calles cuando un auto se detiene junto a ella. ─perdon por la tardanza. ─dice Fernando abriendo la puerta para ella. ─No es nada, de hecho llegaré antes en tu auto que en bus. ─dice con una sonrisa. ─¿aún siguen enojados? ─pregunta refiriéndose a los hijos de ella. ─Pues... Si eso quiere decir que apenas me hablen, que me miren como si no me conocieran, y solo hablen de "ma", y "pa", como si yo los hubiese mandado al mundo incompletos... sí, están muy enojados. ─se acomoda el chaleco. ─¿Hoy te toca en el almacén?, ¿o en la guardería? ─pregunta mirando de reojo cómo ve su mano. ─La semana pasada me tocó en la guardería, esta semana me toca en el almacén, que bueno que los primeros turnos sean en el dia. Alvares es pesado y no me agrada. ─se refiere a uno de sus compañeros. ─Es muy bueno en su trabajo, aunque sus chistes son malos, pero si te molesta... ─No, no voy a usar "tus influencias" ─dice mirando su reflejo en el espejo. ─Algún día me dirás que fue lo que te pasó en ese viaje? ─pregunta al verla ensimismada. ─¡Llegamos! ─dice desviando el tema enseguida. ─gracias por traerme. ─Paso de regreso a las cinco, si tarda en llegar tu remplazo me avisas. ─dice y ella asiente mientras se baja. El auto sigue por el mismo camino hasta llegar a la oficina de su padre. ─Buen día. ─dice pasando a su puesto de trabajo. ─Torres, hoy te toca la bodega. ─dice su supervisor entregando el arma, no sin antes revisar cuantas municiones tiene. ─y dile a Mendes que venga rápido que estoy de afán. ─ordena revisando unos papeles en la entrada. ─Si señor. ─dice y sin decir nada más, camina hacia la parte de atrás del almacén donde está la bodega, pero al llegar la puerta está abierta, algo que claramente no era normal a esa hora de la mañana. Detiene sus pasos enseguida y se comunica por radio con el supervisor mientras saca su arma. ─La puerta de carga está abierta. ─dice y es sorprendida con un golpe seco en la cabeza que la tira al suelo haciendo que suelte su arma. Cuando la vida te golpea y te tira al suelo, levantate, y dile, golpeas como niña" Algo aturdida busca con la mirada el arma, está cerca, pero es ese peculiar sonido que hace todo ser humano al ejercer fuerza y velocidad con un objeto hacia un fin, lo que la hace lanzarse de lado, tomar el arma y voltear. Antes de que ese objeto con el que ya fue golpeada una vez y ahora inundaba su rostro con sangre la toque, ella presiona el gatillo dos veces, prácticamente a ciegas. ─¡¡No te muevas!! ─escucha la voz de su supervisor, mientras sus fuerzas se desvanecen. Poco a poco pierde en conocimiento, mientras escucha al supervisor pedir una ambulancia y a la policía. El sonido de las máquinas que está conectadas a ella la despiertan, aún aturdida abre los ojos. Le cuesta mucho abrir los ojos, pero al conseguirlo, todo está borroso, dos personas vestidos con ropa oscura, y otro par de blanco, le han pensar que a lo mejor a muerto, y están decidiendo si ha sido lo suficientemente mala para que se la lleven los demonios, o lo suficiente buena para que se la lleven los ángeles, pero en cuanto su vista se regula, y puede ver claramente, son dos policías, y dos médicos lo que están frente a ella. Intenta levantarse, pero descubre por lo estruendoso del choque de metal contra metal, que está esposada a la cama de hospital. ─¿qué? ─pregunta y esto alerta a los presentes de que ha despertado. ─Señora Torres. ─se acerca el médico. ─¿cómo se siente? ─dice y un intenso dolor de cabeza emana de la nada. ─Me duele la cabeza. ─dice intentando tocar y averiguar de dónde viene el dolor, pero el médico la detiene. ─no lo haga. ─advierte, se podría lastimar. ─Dice mientras los policías se acercan a ella. ─¿por qué estoy...? ─balbucea aún un poco aturdida mirando las esposas en su mano. ─Señora Torres, usted se encuentra bajo investigación por el robo y atentado de la bodega... ─¿atentado? ─balbucea insistente en tocar su cabeza. ─¡¡mi cabeza!! ─dice entre dientes por lo intenso del dolor. ─Sufrió un fuerte golpe, y requirió de varias suturas. ─explica el médico, haciendo a un lado a los policías. ─Le daré algo un poco más fuerte, para el dolor. ─dice, pero el policía lo detiene. ─primero debe dar su declaración. ─dice uno de ellos acercándose a la cama. Insiste en interrogarla, sin importa lo mucho que a ella le duela la cabeza. ─la medicación debe esperar. ─No. ─irrumpe alguien desde la entrada. ─Ustedes van a tener que esperar. ─dice entregando su tarjeta. ─la señora es mi representada. Y no va a dar ninguna declaración, hasta que su estado físico y mental sea estable. ─dice practimante sacando a los policías a empujones. Es imposible, no es real. ¿qué posibilidades había que de todos los lugares del mundo, donde podría estar él, se presentara aquí?, ¿o es que yo estoy alucinando? ─¿Cual es su estado? ─pregunta Charles al verla en la cama. ─Esa información solo puedo darle a familiares... ─Entonces dígame. ─dice entrando en la habitación. ─¿cómo está mi esposa?

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