Corazón Roto
JESSICA POV
Nick y yo hemos estado casados por tres años, somos novios desde la secundaria y nos casamos cuando teníamos veinte años, cuando ninguno de nosotros encontró a nuestra pareja. Hoy día, las parejas destinadas son raras y difíciles de encontrar... ambos acordamos que yo sería una buena Luna para la manada ya que me entrené con él, aprendí a ser una luna de su madre y hemos sido inseparables desde que éramos bebés.
Él es mi mejor amigo y mi verdadero amor.
Hicimos una promesa de nunca dejarnos, de nunca romper el vínculo, de nunca rechazarnos el uno al otro cuando encontremos a nuestras parejas reales, lo cual probablemente nunca sucederá.
Esta noche asistiremos a un baile, pero por dentro me siento retorcida, como si la Diosa de la Luna misma quisiera protegerme de lo que va a suceder, intenté convencer a Nick de quedarnos en casa, pero terco como todos los alfas, se negó y dijo que tendríamos mala reputación si no asistimos.
Sentada en el coche mientras nuestro chofer nos lleva a una manada cercana, una poderosa y valiente.
Sé que es nuestro deber asistir, pero mientras sostengo su mano en el asiento trasero, siento que algo está terriblemente mal.
Llegamos y hay una fila de autos afuera, uno por uno pasando, los invitados bajan, vistiendo vestidos y trajes elegantes.
Nos toca a nosotros y Nick abre la puerta, extendiendo su mano hacia mí y yo la tomo felizmente mientras bajamos, nos toman fotos y se despliega una alfombra roja como si fuéramos famosos.
Nick se ve guapo con su cabello rubio oscuro peinado hacia atrás, su mandíbula marcada tensa, las comisuras de sus labios rizadas en una pequeña sonrisa.
Entramos y nos conducen al salón de baile, sirvientes con bandejas de comida y bebida pasean por todas partes mientras los invitados conversan de pie.
Veo al alfa de la manada Deep Mountain saludar a la gente, recorriendo y conversando, hay un escenario en el centro contra la pared, un bar a un lado y una pista de baile en el medio donde las parejas bailan elegantemente.
Sonrío ante mi entorno y me quedo helada cuando miro a Nick, mirando a una hermosa chica de pelo oscuro.
—Nick. —Tiro de su mano, pero parece que está bajo un hechizo, congelado en el tiempo mientras la chica lo mira fijamente—. Nick. —Tiro con más fuerza, se encoge de hombros.
—¿Eh? —Se gira hacia mí frunciendo el ceño, sus dedos soltando mi mano y siento frío—. Voy a tomar algo. —Me sonríe antes de alejarse hacia el bar, acercándose a la extraña mujer.
Yo soy una omega y la habitación está llena de poder, incluso puedo sentir el suyo porque tiene un rango más alto.
Trago saliva mientras lo veo dirigirse hacia el bar, sus ojos clavados en los suyos y ella se gira elegantemente en su vestido azul marino, caminando hacia él con ojos oscuros y llenos de lujuria.
No puede ser... pero lo es... es su pareja...
Me quedo congelada y un hombro choca contra mí, hago girar mi cabeza hacia la mujer que me mira con indignación y gruñe.
—¡Ten cuidado por dónde vas! —me regaña y me disculpo antes de dirigirme al bar, uniéndome al lado de mi pareja mientras él mira distraídamente a la mujer a su lado.
Aclaro mi garganta, pero no obtengo respuesta de él.
Ni siquiera me nota...
—Nick. —Sonrío, la esperanza llena mi corazón mientras me mira de reojo, el miedo destellando en sus perfectos ojos verdes mientras retrocede y luego vuelve a mirarla.
—Jess, ella es Tiffany... mi pareja. —Sonríe incómodo, pero cuando la mira a ella, es una sonrisa genuina...
—Nick. —Frunzo el ceño, preocupada, y él toma mi mano, apretándola con fuerza.
—No te preocupes, sé qué hacer. —Sonríe—. ¿Podemos hablar afuera? —La tristeza en sus ojos me tranquiliza solo por un minuto hasta que ella extiende su mano, sonriendo elegantemente con sus labios carnosos y sus bonitos ojos azules.
Mi corazón se hunde cuando su mano se engancha en su brazo y se dirigen al balcón. Solos...
Debería ir con ellos, pero es un asunto privado.
—Él es nuestro... —Zola, mi loba, llora lastimeramente.
Me quedo en el bar, mirando descuidadamente a mi pareja alejarse con su verdadera pareja y me acerco, frunciendo el ceño mientras todos los nervios de mi cuerpo arden por seguirlos.
Observo a mi alrededor y hay tanta gente que ni siquiera se dan cuenta hasta que la Luna de la manada Deep Mountain se acerca.
—¿Jessica, no? —Asiento, tratando de no ser grosera mientras miro al balcón y no a ella mientras me habla.
—Oh cariño, ya está hecho. —Niega con la cabeza y frunzo el ceño, inclinando la cabeza hacia ella en confusión.
—¿Qué quieres decir? —Mis ojos se encuentran con los suyos color miel.
—Encontró a su pareja, lo siento, pero está destinado y ahora eres la otra mujer. —Suspira, mirando las puertas del balcón.
La miro, mi corazón latiendo a mil por hora y me disculpo.
Salgo de la casa, moviéndome entre las parejas que llegan cuando siento que mi corazón se aprieta, el dolor se apodera de mí y sé lo que significa... La repugnancia me llena y empiezo a correr, mirando por encima del hombro sin que nadie lo note y me transformo, mi hermoso vestido rosa pastel se rompe en pedazos mientras corro hacia el bosque.
El dolor se ha detenido, pero no regreso a casa hasta después de la medianoche, encontrando a Nick sentado en el sofá, viendo televisión.
—Jessica, ¿dónde has estado? —Se levanta mientras cierro la puerta de un portazo, parada desnuda frente a él.
Cruzo los brazos sobre mi pecho, mirándolo con furia.
—¿Perdona? —Inclino la cabeza hacia él—. ¿Dónde he estado? ¿Qué demonios has estado haciendo? —Gruño, haciendo que sus ojos se abran de par en par por la vergüenza y su mirada se desvíe al suelo mientras se rasca la nuca—. Eso es lo que pensaba, ni siquiera pudiste resistir diez minutos antes de acostarte con ella, ¿verdad? —Me enfurezco, una pura rabia me llena.
—No lo hice, lo juro... —promete él, pero no le creo.
Burlándome, camino con confianza más allá del sofá hacia nuestra habitación, —¿Podemos hablar? —él grita y me volteo.
—¿La rechazaste? —Frunzo el ceño y él se queda en silencio, pasando una mano por su cabello—. Entonces no, no podemos. —Me vuelvo y camino hacia nuestra habitación.
Él me sigue, cerrando la puerta detrás de nosotros.
—Jess, te amo. Prometo rechazarla, solo... no pude, es mucho más difícil de lo que piensas. —Frunce el ceño, explicándose.
—¿Y lo harás? —Cojo ropa del armario.
—Lo haré, solo... necesito tiempo —suplica él y yo resoplo.
—¿Puedo ir cuando lo hagas? —El silencio lo dice todo, él no me quiere allí—. Dices que lo harás, pero no lo harás, porque eres débil —expreso, sacudiendo la cabeza.
—Lo haré, solo necesito alejarme, mantenerme lejos de ella y luego lo haré cuando tenga la fuerza para hacerlo —explica él, sus ojos suplicando perdón.
Llena de dudas, lo ignoro mientras camino con confianza hacia el baño y él trata de alcanzarme, agarrándome la muñeca y yo le gruño, haciendo que me suelte al instante, —No me toques después de acostarte con alguien más —murmuro, retrocediendo hacia el baño y cierro la puerta de un portazo, el estruendo fuerte sacude las ventanas y cierro con llave la puerta.
Tomó una ducha caliente, el agua cae sobre mí mientras mi espalda se desliza por la pared de azulejos, las lágrimas corriendo por mi rostro mientras lloro.
Escucho que la manija de la puerta se mueve y limpio el vapor de la puerta de vidrio, mirando la manija subir y bajar mientras él intenta entrar.
Siento un tirón en el vínculo mental, pero lo bloqueo.
Me repugna, él me prometió, ambos nos prometimos rechazar inmediatamente a nuestras parejas antes de que el vínculo creciera y él lo está dejando crecer, haciéndolo diez veces más difícil de rechazarlos.
No puedo creer que confié en él... llevo su marca en la comisura de mi cuello, guardo nuestro amor querido en mi corazón y él simplemente lo dejó todo irse por el desagüe, dejándolo hundirse en las alcantarillas con toda la mierda.
No soy más que una mierda bajo su zapato y aquí estoy, todavía amándolo con cada respiración que tomo.
Después de estar sentada más de una hora bajo el agua caliente, esta se vuelve fría y sigo sentada durante media hora más antes de levantarme y cerrar el agua, tomando mi tiempo para vestirme y cuando camino con confianza en shorts de seda y una delgada blusa de tirantes de seda, me doy cuenta de cómo Nick está acostado en la cama, sus pulgares girando uno alrededor del otro mientras mira el techo.
Ni siquiera me nota y estoy segura de que está pensando en ella.
Aquella que le robó el corazón en un segundo, aquella que va a robar mi vida, mi cama, mi posición y mi pareja.
Somos parejas reales, nos aceptamos mutuamente, nos marcamos, puede que no estemos destinados, pero somos reales o lo éramos antes de ella.
Me meto en la cama y él gira la cabeza hacia mí, mirando la parte posterior de mi cabeza cuando le doy la espalda.
—Jess, ¿podemos hablar? —su tono me suplica, pero no puedo voltear y mirarlo mientras las lágrimas corren por mis mejillas enrojecidas.
Su mano descansa en mi hombro y lo aparto de un movimiento.
—Deja de tocarme. —Mi voz se quiebra y su brazo se extiende sobre mi cuerpo mientras me acerca a su pecho.
—Lo siento mucho, Jess, nunca pensé que esto pasaría. Te amo y solo te amo a ti, melocotón, ¿recuerdas, melocotón? Solo tú y yo contra el mundo, en tiempos difíciles y días de sol. Esto es solo lo difícil, lo superaremos —susurra, su barbilla descansando contra mi hombro, su aliento cálido abanicando el punto sensible debajo de mi oreja.
Quiero creerle, pero ¿cómo puedo cuando no pudo cumplir su parte de nuestra promesa?
—Por favor, no me toques —suplico en un susurro y él me abraza más fuerte, negando con la cabeza.
—Tú eres mi todo. —Me besa en la mejilla y me volteo hacia él, sus ojos se ven llenos de tristeza mientras limpia mis lágrimas.
—Tú también eres mi todo, pero ¿cómo pudiste? —Mis ojos se cierran de desesperación.
—Lo siento, melocotón. —Acaricia mi mejilla y me inclino hacia su mano, odiando que lo quiera.
Quiero que me ame, quiero que me elija, quiero que la rechace a ella y vuelva a mí, que me ame y no me resienta.
—Ven aquí. —Me acerca más y lo permito.
Él se gira sobre su espalda, tomando mi pierna y me atrae hacia él.
Me siento sobre él, con mis piernas a cada lado de él.
Puedo sentir lo duro que está debajo de mí y no puedo evitar preguntarme si está así por mí o si es porque estaba pensando en ella.
—Te amo, melocotón, eres mi única pareja. —Sonríe hacia mí y mi corazón late en mis oídos.
Me inclino, besándolo profundamente.