Los rumores dicen que...

1836 Words
JESSICA POV Nick dejó de venir a nuestra habitación hace dos semanas... Ahora duermo sola, pero me acostumbré y ahora me reconforta, me encanta entrar a una habitación, saltar o caerme en la cama sin esfuerzo. Estoy sentada en la oficina de Nick, revolviendo papeles que necesitan hacerse. Tengo que firmar los pedidos de comida y mis ojos pasan rápidamente sobre la lista de camiones que deben entrar a las instalaciones. Antes de que pudiera firmar los papeles, la puerta de la oficina se abre de golpe y Nick irrumpe, gruñendo y rugiendo hacia mí. —¿Estás loca? —grita fuertemente y lo miro con una mirada aburrida. —¿Perdón? Está jadeando frente a su propio escritorio, su mirada oscura y sus ojos estrechos. —¡La hiciste atacar! —golpea con fuerza sus manos cerradas en el escritorio, dejando escapar un gruñido de su garganta. —¿Qué hice? —Frunzo el ceño, confundida. —No finjas ser inocente, sé que no lo eres, pero no hay necesidad de actuar así. —Sus palabras duras hacen que mis ojos se abran de par en par. Dejo caer mi bolígrafo sobre los papeles frente a mí, cruzo las piernas y me pongo de pie, mirándolo fijamente con diversión. Con las manos apoyadas en el escritorio de madera frente a mí, me inclino hacia adelante, mirándolo fijamente. —¿Qué te pasa? —Niego con la cabeza desaprobando su tono. Nunca ha levantado la voz, se ha enojado o me ha regañado... pero míralo ahora, pensando que lastimaré a su pequeña pareja por venganza. Si quisiera matarla, lo habría hecho yo misma. —¿Qué me pasa? —Resopla, su pulgar rozando sus labios inferiores—. Ibas tras mi pareja, enviando a gente a hacer tu trabajo sucio. —Gruñe con una mirada de asco en su rostro. —Si quisiera matarla, lo haría... pero ahora parece que ni siquiera la manada la quiere... así que tal vez... —Mi mano se arrastra hacia el borde de la mesa mientras camino alrededor de ella—. Tal vez debería matarla, quiero decir... sería mi deber con la manada. —Le sonrío y él me mira con ojos llenos de rabia. —¡No lo harás! —grita y me detengo en seco. —Mírate... a nosotros... lo que nos estás haciendo. —Me siento en el borde del escritorio, una pierna recta para mantenerme en equilibrio. Sus ojos se suavizan, sus cejas arqueadas frunciéndose, se forman líneas de preocupación en su frente entre sus cejas. —¿Qué estoy haciendo? Estás intentando matar a mi pareja —pronuncia, su tono lleno de ira, pura ira que surge de ser protector sobre lo que es suyo... Yo también fui eso... suya. —¡Soy tu pareja! —grito, golpeando con el dorso de mi mano la estatua de madera de un lobo que está en su escritorio. El horror llena sus ojos, pero rápidamente es reemplazado por tristeza y culpa. Retrocede, tragando el nudo que se ha formado en su garganta. —Tienes razón... Rodando los ojos, suspiro mientras miro el gancho del escritorio frente a mí. —Lo sé, pero a ti no te importa. Ya no. —Me pongo de pie, mirándolo a los ojos. Él me mira con lástima. —Lo siento... me dejé llevar en el momento con Tiffany. —Un suave gruñido escapa de mis labios y eso hace que se acerque, pero no levanta la mano para alcanzarme. Todo lo que quiero es que me reconforte, que me elija, pero sé que eso nunca sucederá. —No quiero pelear contigo más, Jess... —Mi corazón se acelera con el diminutivo que usa. Me recuerda a tiempos mejores, a todos los años que hemos sido amigos, amantes y más. Éramos compañeros y ahora estamos enfrentados. —No me llames así... —Suspiro, apartando la mirada de él. —Haré mejor las cosas... te dedicaré más tiempo. —Sus palabras hacen que mi mirada se levante hacia él. —No lo hagas, sé que no quieres. No quiero que tenga lástima por mí, lo odio. Odio saber que ya no me ama... —Por favor, te amo. —Acorta la distancia entre nosotros y aparta mi cabello de mi cuello antes de que sus dedos rocen ligeramente mi marca. Inhalo un aliento agudo mientras el placer se acumula en la base de mi columna vertebral. Me inclino hacia su contacto cuando su mano gira y acaricia mi mejilla. —Realmente te amo, Jess, eres mi primer amor. —Su mano desliza por mi brazo, la calidez de su mano me provoca un escalofrío. Es una sensación de cosquilleo que hace que mi sistema nervioso se estremezca y mezcle todos mis pensamientos. Quiero abrazarlo al mismo tiempo que quiero apartarlo y reprenderlo, pero su contacto me debilita... —Detente. —La palabra escapa de mis labios en un suave gemido y él se detiene... —Dime cómo arreglar esto. —Su voz me suplica—. Deja de llevarla a todas partes... Soy tu primera pareja, soy tu verdadero amor, no algo atado por el destino con algún hechizo mágico. Soy tu Luna y me estás tratando como a la otra mujer. Seamos claros, no soy la otra mujer, soy la mujer. Estas personas, nuestra manada... no confían en ella y yo tampoco. No la respetan porque todo lo que ven es a su líder triste y a otra persona jugando con una prostituta. —Escapa un pequeño gruñido de sus labios—. ¿Ves? La tratas como a la Luna, cuando ella no lo es y yo sí. Tu Luna es tu máxima prioridad, y sin embargo, no cumples con ese simple deber. Sus labios se separan y luego se aprietan en una línea delgada, supongo que lo dejé sin palabras. —Lo siento. Su disculpa me hace resoplar. —No, no lo sientes. —Lo siento, por favor, déjame arreglar esto. —¿Cómo? ¿Cómo arreglarías esto? —Cruzo los brazos sobre mi pecho. —Déjame llevarte a la reunión de mañana por la noche, tú y yo, lado a lado, como solíamos ser. —Todo parece demasiado bueno para ser verdad, pero supongo que debería aceptar... por el bien de la manada. —De acuerdo, pero ¿no ibas a llevar a Tiffany? —Levanto las cejas y él suelta un suspiro pesado. —Hablaré con ella. Ella entenderá. Estoy segura de que lo hará. —De acuerdo, ¿puedo volver a esto? —Hago un gesto hacia los papeles a mi lado y él asiente, cruzando las manos detrás de la espalda antes de girar sobre sus talones y salir de su propia oficina. Desearía que se hubiera quedado... querer hablar... pero todo esto no es porque me ame a mí. Es porque la ama a ella. Sabe que necesita mi aprobación porque soy la Luna, lo más preciado para la manada, no Tiffany, ella es solo la otra mujer, incluso si me trata como tal. Está fallando y necesita mantenerme de su lado para protegerla, pero supongo que, si quiero que esto funcione, si quiero que vuelva a estar de mi lado, tendré que lidiar con quien quiera que quisiera matarla en primer lugar. Estoy bastante segura de que las criadas saben algo, siempre saben todo. Termino mi trabajo en papel antes de salir y la gente se reúne a mi alrededor mientras camino hacia la casa de la manada, llamándome. —¡Luna! —Es todo lo que escucho mientras camino. Me detengo frente a la casa de la manada, parada en los escalones para observar a todos. —¿Qué puedo hacer por ustedes? —Sonrío con gracia. —¿Quién es esa mujer junto al alfa? —¿No es tu compañera? —¿El alfa te está engañando? Veo que Nick ha estado muy ocupado en público... —Tiffany es la compañera destinada del alfa —anuncio y los suspiros llenan el aire a mi alrededor e inhalo un aliento agudo—. Y les aconsejaría a todos que sean amables con ella, no tienen que gustarle, pero ahora está en nuestras vidas. —Fuerzo una sonrisa y una mujer se acerca a mí, sus manos juntas. —Pero Luna... ¿cómo puede ser esto? El destino es tan raro... —Ella niega con la cabeza, pareciendo confundida. Yo también lo estaba... —Es raro, pero no imposible. —Trago el nudo que tengo en la garganta—. Por favor... si saben algo del ataque... avísenme. —Esbozo una sonrisa, girando a medias antes de mirar de nuevo a la multitud que está a mi lado—. Y sean amables, recuerden que soy la Luna —bromeo, guiñándoles un ojo y obtengo algunas risas y bufidos por mi estúpida broma. Después de preguntar a casi todas las criadas y sirvientes si han oído o visto algo, no lo han hecho, lo cual es inaudito. Algo podría haber sucedido en la privacidad de un hogar y esta casa de la manada vibraría con noticias y susurros. Sigo el resto del día preguntando a la manada y, como era de esperar, todos la odian, como yo. Ellos piensan que es una amenaza y estoy cansada de tener que defenderla ante cada persona, pero ellos la ven como yo la veo, una engreída, una desdichada que arruina los hogares y las vidas de otras personas porque no tiene uno. Le tengo lástima porque ni siquiera su madre pudo esperar a deshacerse de ella y ahora la han dejado aquí, viviendo en mi casa... Odio que Nick la haya mudado aquí después de que ella llorara porque le robaron su costoso reloj, el mismo que tenía puesto hace dos días y, sorprendentemente, encontró... Una mentirosa, una manipuladora, una prostituta y una destructora de hogares, todo envuelto en un pequeño cuerpo humano. Al llegar a casa y no escuchar nada, encuentro a Tiffany sentada en el sofá, sollozando mientras llora. Patética. Cierro la puerta detrás de mí y me dirijo a la cocina. —¿Cómo le pudiste hacer eso? —ella me dice con desprecio desde atrás y me giro con los ojos abiertos, asombrada de que me esté hablando. —¿Perdón? —¡Estás intentando robármelo en el poco tiempo que tengo con él! —me grita y levanto sarcásticamente mi mano. —Okay. —Ruedo los ojos y me doy la vuelta, mi cuerpo se tensa cuando el jarrón que acabé de reemplazar golpea la pared junto a mi cabeza y me giro con los ojos brillantes fijos en ella—. ¿Estás loca? —grito, haciendo que ella lloriquee y se sujete la cabeza entre las manos—. Olvídalo... —Suspiro y ella corre hacia mí, agarrando mi brazo. —Vas a sufrir por esto. —Ella escupe antes de mirar hacia abajo, donde hay vidrios rotos alrededor y debajo de nuestros pies, y suelta un grito.
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