Llegué más que puntual al edificio Maiden Co., ni siquiera la recepcionista había llegado. Sin desayunar, porque estaba del otro lado de la ciudad, y el tráfico era un dolor de cabeza si te quedabas atrapado en él.
La sala de juntas estaba lista, y en ese momento agradecí tanto el café y las galletas que solían ofrecer. Sobra decir que estaba solo, porque fui el primero en llegar.
-Buenos días –Un señor de complexión robusta saludó tan pronto atravesó la puerta.
-Buenos días –Me puse de pie, para estrecharle la mano –Leonel Goldman –
Me sonrió con animosidad y estrechó mi mano con fuerza –James Butler –
-¡Buenos días Señores! –La castaña llamó nuestra atención. Su manera fría, seca y desinteresada de saludar, no me permitió descifrarla, sin contar que ni siquiera nos vio. Esa era la segunda vez que ignoraba su entorno, y yo incluido en él.
-Buenos días –Phillip entró detrás de ella. Su apariencia cansada, su tono de voz bajo y los lentes de sol, eran una clara muestra que la noche anterior se había sobrepasado con la fiesta. Quería gritarle y de una buena vez sacarme la frustración que me había causado, pero me contuve. No era ni el momento, ni el lugar.
La castaña se sentó, y tomó su celular para prestarle toda su atención. Phillip, se quedó sentado solo y con la cabeza recargada en la mesa. Y supuse que aún faltaba un socio al que debíamos esperar.
-Dígame Señor Butler… –No me gustaba tanto formalismo, además seguramente terminaría diciéndome también señor –¿Puedo llamarte James? –Cuestioné.
-Sí, claro –Respondió el hombre de mediana edad.
-¿A qué te dedicas James? –Necesitaba romper el hielo, además de conocer a los inversionistas, porque para mis fines, requería ganármelos.
-Soy un comerciante minoritario –Me pareció que estaba menospreciándose al llamarse de esa manera. Aun cuando no sabía en qué consistía su negocio, el haber adquirido acciones de Maiden Co, lo hacía más que un “comerciante minoritario.”
-¿Comerciante? –
-Sí –Resopló derrotado –¿Butler Textiles? –Me hizo sonreír. Su confesión en forma de pregunta me hablaba de alguien sumamente modesto.
-Una mejor palabra sería “Exclusivo,” un comerciante exclusivo -Puntualicé -Todos sabemos quiénes son Butler Textiles –Una empresa que iba en ascenso en la larga lista de las más grandes del mundo. Me devolvió la sonrisa, con reserva.
-¿Desde hace cuánto tiempo eres socio? –Continué con el interrogatorio.
-Hace medio año –Igual que yo –Dime algo Leonel –Su soltura al hablarme me hizo dar cuenta que ya me tenía confianza –Si yo necesitara discutir algunas ideas para desarrollar mi empresa, ¿cuánto me cobrarías como consultor? –Su pregunta me sorprendió, no me lo esperaba.
-¿Consultoría? –En realidad, yo no daba consultorías.
-¡Vamos Leonel! Eres consciente que tu fama te precede –Sonreí a medias. ¡Por supuesto que lo sabía! –No por nada te llaman Midas -
Los ojos amarillos se posaron sobre mí. La primera vez que se cruzaron con los míos, y aceptó que me gustó. Más de lo que quisiera. De hecho me fascinó por fin tener su atención.
Devolví mi vista al hombre a un lado de mí –James, tengo que decirte que no doy consultorías; pero contigo haré una excepción –Además me encantaba ser reconocido.
-Phillip, ¿qué tanto tenemos que esperar a Eric? –La castaña preguntó hastiada.
El aludido se puso de pie –Iré a pedirle a Becky que lo llame –Dijo en voz baja y notorio cansancio.
Dos cosas no pasaron desapercibidas para mí: Eric, el nombre del socio faltante; y su molestia. ¿Qué con exactitud le molestó? –Dame tu número de teléfono para ponernos de acuerdo –Continué mi conversación con James, y la vista de la castaña no se despegó del celular otra vez.
Intercambié mi número con James, con la promesa de hablar de sus ideas y revisar su plan de negocios a largo plazo. Habrían pasado unos 15 minutos cuando un muchacho, muy similar a la mujer que nos acompañaba, atravesó la puerta.
Su vestimenta juvenil y alocada, aunado a su corte y color de cabello excéntrico, me hicieron saber que, lo único que le interesaba, era seguir recibiendo su cheque mensual para seguir gastándose el dinero.
Inclinó su rostro, para bajar los lentes a medio tabique, y su mirada se posó en la castaña -¡Lo veo y no lo creo! –Había burla en el tono que uso.
-Nos has tenido esperando por 25 minutos Eric –La severidad de la castaña lo hizo carcajearse con excesivo escarnio.
-¡Hermanita, hermanita, hermanita! –Ella se quedó totalmente inexpresva –Vine solo para poder corroborar lo que Phillip me había dicho: que habías regresado –Drama. Eso solo significaba drama en todo el asunto -De lo contrario, no habría puesto un pie en ésta empresa. Mientras reciba mi depósito sin retardos en mi cuenta bancaria, no me interesa cómo se maneje esto –Su revelación confirmaba mis sospechas.
-Entonces pasemos a los negocios Phillip –Dirigió su mirada al “chavorruco,” que a decir verdad no estaba en las mejores condiciones para liderar una junta ejecutiva.
Tomó con una sola de sus manos ambas cienes de su rostro -Señores, está reunión es porque deseo poner en venta una parte de mis acciones -¿Una parte? A mí me había ofrecido todas.
-Yo estoy interesada en comprarlas –La bruja no tardó en responder a su ofrecimiento.
-Emma, ya te dije que no estoy interesado en tú propuesta –Sonreí con satisfacción.
-¿Puedo negociar contigo Phillip? –Cuestioné con pleno conocimiento que no rechazaría mi oferta.
-No puede –De nuevo la castaña interviniendo. La mirada que me dedicó fue fugaz, fría y desinteresadamente –Seguiremos en negociaciones Phillp, porque mientras la socia mayoritaria esté interesada, tú no puedes venderle a nadie más –Sus palabras de nuevo me hicieron sentir su poder, congelándome, haciéndome permanecer estático.
-¿De qué hablas hermanita? Tú no eres la socia mayoritaria –Eric habló con una mezcla de burla, molestia e indignación.
-Eric, no tienes la menor idea de lo que está pasando en ésta empresa –La castaña le dio una mirada de pena y desilusión, como si él la decepcionara.
El carraspeo de James llamó la atención de todos –Yo también deseo poner mis acciones en venta –Se notó que estaba abochornado.
Phillip estaba anonadado ante la confesión. Eric tenía una expresión de fastidio, realmente no le interesaba nada de eso. Pero Emma, tenía ese brillo en los ojos –Señor Butler, podemos reunirnos para hacerle una oferta que no podrá rechazar -¡Bruja! Me estaba quitando todas mis oportunidades -Porque supongo que ésta junta ya se terminó –Miró con suficiencia a Phillip, que solo asintió y sin decir nada más, James y ella salieron de la sala de juntas.
Comprendí a James. Una empresa familiar era un verdadero lío; y ésta en especial, que sobrepasaba la división entre sus miembros, no valía la pena pelearla.
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Te adelantaré: ¿Por qué decidí quedarme? Porque hacía dos años atrás, Maiden Co. había estado posicionada dentro de las 30 mejores empresas a nivel mundial. Porque los análisis financieros, hablaban de una alta rentabilidad contra la baja inversión que realizaría. Y sí, la castaña, la bruja, que no me prestaba atención y me inmovilizaba como nadie jamás había podido hacer.