2. Donnadie

1204 Words
-¡Buenas noches Phillip! Disculpa que te llame tan tarde, pero supe por tu secretaría que pasaste toda la tarde en una reunión –Le había estado marcando insistentemente al celular, pero me mandaba a buzón de voz, así que seguramente lo apagó; por lo que le llamé a la oficina, tomaron mi mensaje, y el que no me hubiera devuelto la llamada, me pareció extraño. -Sí, perdóname Leonel –Su voz se escuchaba fastidiada y sin la energía que lo caracterizaba. -Te escuchas cansado, ¿tan mal estuvo la reunión? –Detalles que me ponían en alerta. -Son solo unas ínfimas complicaciones, que resolveré más rápido de lo que piensas –“Complicaciones.” Eso ya era de preocuparse. -¿Qué complicaciones? –Necesitaba saberlo. -Nada de qué preocuparse, te reiteró que cuando quede resuelto, tú serás el primero en enterarse para cerrar nuestro acuerdo –Y si creía que eso me tranquilizaba, estaba equivocado; los negocios me los tomaba muy en serio –Lo que me ayudaría es salir, dime que me llamas para ir a tomarnos unas copas –Ahí estaba queriendo tomar su escape. -Me encantaría Phillip, pero todavía tengo una video-llamada que hacerle a Rose –Mentí. -¡Ah! ¡Qué lástima hombre! –Por supuesto, porque lo único que le interesaba era perderse en el alcohol. -Te llamaba porque me gustaría saber el nombre de la Señorita que se presentó hoy en la oficina –Ese era el verdadero objetivo de esa llamada, y se lo sacaría como diera lugar. -Es una donnadie. ¡Te digo que no te preocupes! –Insistió. Quería transmitirme confianza; pero una vez que mi instinto se encendía, no había nada que lo apagara. -Y no lo hago, es solo que… -Tenía que cambiar de juego –Me interesa más como para un noche, sabes a lo que me refiero –Bueno sí, tenía que reconocerlo, la castaña era una belleza. -Es alguien muy difícil, no… -Lo interrumpí. -Eso déjamelo a mí Phillip, solo dame su nombre –Se tomó unos instantes, como si estuviera meditándolo. -Emma… -Otro detalle se sumaba, ¿por qué no me decía todo? ¿Qué estaba ocultando? -¡Oh! ¡Vamos Phillip! ¡El apellido! –Lo presioné. -Emma Maiden –¡Eso era! -Gracias, te llamó después –Me contuve al responder y colgué de inmediato. ¡Maldita sea! Sabía que era una socia, pero jamás pensé que era un familiar de Susan, y seguramente esas eran las complicaciones a las que se refería. Me iba a requerir investigar la empresa de forma interna. -¡Hugo! -Lo llamé de inmediato. -¡No puedo ir a salvarte! –Respondió malhumorado. -¿Qué? –No comprendí a la primera -¡No! No estoy con ninguna mujer… Aún –Lo consideré, eran las 10 de la noche –Te llamó por otra cosa. Tengo el nombre que necesito que investigues: Emma Maiden – -¿Maiden? –El mismo desconcierto y preocupación que yo. -Sí, hay que ver que tanto se va a complicar esto, es una empresa familiar al parecer –Eso iba a ser un dolor de cabeza –Lo quiero para ayer Hugo, presiona al investigador – -De acuerdo, hasta mañana –Y me colgó. Era semi-soltero por una semana, así que no podía desaprovecharla. Llamé a Sofía o Silvia, ni siquiera recordaba su nombre, para pasar unas horas gozando de la vida. Regresé a casa de mis padres para descansar, y con cinco horas eran suficientes para mí. Salí a correr como acostumbraba, con la música reventando mis oídos. Era algo que necesitaba: desaparecer. Era como salir huyendo a un mundo desconocido, transportándome a otra realidad. -¡Buenos días hermanito! –La voz burlona de Cat me vaticinaban una pelea segura con mi madre. -¿Tengo que desayunar fuera? –Cuestioné mientras bebía agua en la cocina. -Pidiendo mi opinión personal, yo diría que sí –Se sentó en la barra de la cocina –Mamá nos tuvo esperándote ayer para cenar por 30 minutos, y no respondiste ningún mensaje -¡Maldición! Ni siquiera los había visto. -Me voy entonces –Me acerqué para darle un beso en la mejilla –Y bájate de ahí, o terminaras peor de regañada que yo –Le guiñé el ojo y salí corriendo a mi habitación. Tomé un rápido baño, iba a huir si fuera posible de incógnito. Subí al Ferrari deportivo rojo, con destino a la cafetería que estaba a una cuadra de mi oficina, cuando el sonido de una llamada se escuchó en el auto. -¡Buenos días Señor Goldman! –Era muy temprano para que me pusieran de mal humor, aun cuando la voz era entusiasta. -Buenos días –Respondí apenas cortésmente. -Llamo del Corporativo Maiden, para solicitar de forma urgente su presencia en las instalaciones -Eso me predispuso, ya tenía mis sospechas. -¿Cuál es el motivo? -Estaba inquieto por la respuesta. -Habrá una reunión de accionistas de último minuto, y es de suma importancia que usted esté presente –La venta de las acciones, por supuesto. Golpeé con ligereza el volante, no quería que se escuchara mi frustración. -Tengo unas reuniones imposibles de posponer para el día de hoy, incluso un par de viajes programados en los futuros días, ¿podemos re-programar la reunión un par de días más adelante? –Era vital que no se llevara a cabo esa reunión, al menos hasta que yo tuviera toda la información de la empresa y una estrategia. -Lo siento mucho Señor Goldman, pero la junta no puede ser pospuesta –De nuevo el “Señor,” eso me molestaba. El señor Goldman era mi padre, y yo ni estaba casado, ni tenía la edad para que me llamaran así. -¿Cuál es tú nombre linda? –Tenía que poner los puntos sobre las íes. -Becky –Respondió titubeante. -Hermoso nombre. Becky, primero: por favor llámame Leonel. Y, segundo, ¿por qué es tan urgente la junta? –Pregunté con interés. -No lo sé Señ… Leonel –Se corrigió, haciéndome sonreír –Yo solo estoy cumpliendo con la orden – -¿Quién te lo pidió linda? –Y lo entendía, ella solo era una secretaría. -Phillip –Todo estaba podrido ya. -Bien, déjame entonces me pongo en contacto con él, para explicarle la situación… -Me interrumpió. -Leonel, discúlpame. ¿Sabes qué? Me están diciendo que no es necesaria tu presencia –Iban a provocar que apareciera el temblor en mi párpado izquierdo. -¿Qué no es necesaria? ¿Cómo que no es necesaria? –Me estaba enfadando de verdad. -Sí, me dicen que si usted se excusa, pueden prescindir de su presencia, ya que es socio minoritario –Esa debía ser ella. ¡Maldita! ¡Me quería sacar del juego! -¿A qué hora es la junta? –No era un estúpido. ¡Tenía que estar ahí! ¡Tenía que saber lo que se decía en la junta! -A las 8.30 –Respondió de nuevo apenada. -Ahí estaré –Colgué con total frustración. ¡Maldita bruja! ¡Esto debía ser obra de ella! ¡Y Phillip iba a escucharme!
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