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El precio de mi amor

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Blurb

Amar es algo tan hermoso como peligroso.

Es hermoso porque te hace sentie cosas que nunca imaginaste. Te hace capaz de darlo todo por la persona que ama, sin importar las consecuencias...

Y eso es lo peligroso.

Porque puedes ir demasiado lejos o darle demasiado a esa persona sin que sea consciente de eso.

O peor aún, sin que lo merezca.

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Capítulo 1
“Esta noche no esperes a tu esposo. No va a volver contigo porque ahora mismo está durmiendo conmigo. Te agradezco por haberlo cuidado todos estos años. He regresado por él.” Adjunta al texto, ya de por sí demoledor, había una foto de Mía y Liam durmiendo juntos en una cama. Daniella sintió que sus piernas perdían la capacidad de sostenerla y cayó con fuerza sobre la mullida alfombra de la habitación que se suponía compartía con Liam Foster, su esposo. ¿Por qué, en todos estos años, no había podido hacer que él se enamorara de ella? ¿Por qué no había sido suficiente? Si ella había sido una esposa sumisa y obediente todo este tiempo, aguantando incluso los malos tratos de su familia sin decir ni una palabra. Y todo por amor. Se sentía estúpida, una burla, un mal chiste. Aunque no era la primera vez que Mia trataba de molestarla enviando mensajes, sí que era la primera vez que le restregaba en la cara que su esposo estaba con ella con fotografías. Pero ya había tenido suficiente. No estaban desnudos, sin embargo, se veían demasiado íntimos así acostados. ¡Ella jamás haría eso con alguno de sus amigos! Se limpió las lágrimas y se incorporó, mirando la habitación con un nuevo enfoque. Ese lugar era frío e impersonal, como un hotel. Aunque se suponía que debería ser la habitación que compartían juntos, no era así. Él dormía en la habitación principal y ella en la de invitados. En el pasado, Liam nunca la había dejado acercarse a él para nada. Ni siquiera para consumar su matrimonio. A los 25 años, Dani no lo había visto desnudo ni una sola vez. -Ya te he dado cinco años de mi vida y me pagaste engañándome con ella. No voy a permitir que lo sigas haciendo ni un día más. – dijo en voz baja mientras escribía un mensaje. “Quiero el divorcio.” “¿De qué rayos hablas? No tengo tiempo para berrinches estúpidos.” “No es un berrinche, te veo en el Ayuntamiento en dos horas. No llegues tarde.” Luego de eso, Dani llamó al número que juró nunca volver a marcar cuando estúpidamente se lanzó a perseguir a Liam. Sus nervios estaban crispados porque realmente no esperaba que la llamada se enlazara, sin embargo, la otra persona contestó al primer timbre. -¿Has recuperado el juicio?- preguntó el hombre con un tono neutro. -Sí. Voy a divorciarme en un par de horas. – contestó ella, aguantando las lágrimas. -Muy bien, enviaré el jet a recogerte. Estoy en Boston por negocios ahora, así que tendrás que ayudarme unos días y luego iremos a casa. – -Gracias, Benedetto. – dijo y, en verdad, se lo agradecía desde el fondo de su corazón. -No me des las gracias, sabes que haría lo que fuera por ti. Te veo en un par de horas. – contestó él y pudo sentir su cariño a través del teléfono. Daniella terminó la llamada y envió un mensaje a la otra persona que había abandonado cinco años atrás. “Voy a volver.” “Me alegro tanto, tengo muchas cosas que contarte. ¡Te estaré esperando!” Sonrió con tristeza al ver los emojis de corazones que envió la otra persona. ¿Cómo había sido tan tonta como para dejar todo lo que era importante para ella por ese hombre? Sacudió la cabeza y miró su conversación con Liam. Él ya había visto el mensaje y no le había contestado nada. Así que lo tomó como su tácito acuerdo en la decisión. Se puso el vestido que Benedetto le había enviado en su cumpleaños y se maquilló a conciencia. Se iba a divorciar y quería que ese tonto se diera cuenta de que acaba de perder a una mujer hermosa a la que jamás podría recuperar. A las 4 de la tarde Daniella estaba en el Ayuntamiento de Lower Manhattan, mirando su reloj con impaciencia. Si había algo que ella odiaba con todo su corazón, era la impuntualidad. ¡Y ese infeliz estaba retrasado una hora! Cerró sus ojos con frustración y respiró para calmarse. Lo llamaría para decirle que no se movería de ese lugar hasta que él apareciera para divorciarse. -Ya estoy aquí. ¿Puedes explicarme a qué estás jugando? – escuchó esa voz profunda que conocía tan bien y de inmediato abrió los ojos. -No estoy jugando a nada. Sólo quiero divorciarme de ti y largarme de este lugar para siempre. – dijo con sinceridad. -¿No estás jugando? Explícame por qué estás vestida de esa forma entonces y de dónde sacaste esa ropa, porque yo no te la di. – preguntó él, verdaderamente interesado. -Estoy vestida así porque quiero lucir hermosa el día que por fin recupero mi libertad. La ropa es mía, no es asunto tuyo de dónde salió. ¿Y darme algo? Tú nunca me has dado nada, sólo dolor y llanto. – contestó ella con los dientes apretados. -No seas dramática, Daniella. Dime qué es lo que quieres y podremos arreglarlo. – suspiró él con cansancio. -No quiero nada de ti. Sólo entremos y terminemos esto de una buena vez. Así podrás ir de nuevo con ella. – Liam la miró avergonzado, pues su teléfono no había parado de sonar todo ese tiempo con el tono personalizado que ambos sabían que era el de Mia. Ella le sostuvo la mirada un segundo y luego giró hacia el edificio. -Ni creas que voy a darte nada. Si nos divorciamos te irás tal y como llegaste, ¡Con las manos vacías! – dijo él, tratando de hacerla cambiar de opinión, pero eso sólo echó mas leña al fuego. -No serías tú si no fuera así. Pero no te preocupes, no voy a pedirte nada. Con que me des el divorcio es más que suficiente. Además, ni con toda tu fortuna te alcanza para compensarme por el infierno que he vivido todo este tiempo y lo que me debes. Así que sólo firma y olvida que nos conocemos. – contestó, luchando por mantener sus sentimientos a raya. -Si eso es lo que quieres, ¡Es lo que tendrás! – gruñó Liam y entró al edificio primero. Veinte minutos después, estaban oficialmente divorciados. Durante todo ese tiempo, Liam había esperado que ella dejara su juego y le pidiera volver a casa. Sin embargo, cuando la vio firmar el acta de divorcio con tranquilidad, su corazón dolió un poco. Era consciente de que había sido un poquito descuidado con ella en el tiempo que habían estado casados, pero todo tenía su razón de ser. Siete años atrás se habían conocido en la universidad y eran buenos amigos, pero él sabía que ella sentía algo por él. Aunque parecía ser una chica sencilla y sin alcurnia, era buena estudiante y por eso la apreciaba como su amiga. Sin embargo, cinco años atrás, su abuelo tuvo un accidente y fue sometido a una cirugía. Días después, durante una visita al hospital, el anciano lo miró seriamente y le dijo: -Debes casarte con Daniella Fiore. – dijo en cuanto lo vio entrar. -Pero, ¿por qué? Abuelo, ella me cae bien pero sabes que mi corazón está con Mía. – explicó el joven. -No menciones a esa basura en mi presencia. La quiero lejos del país y lejos de ti ahora mismo y para siempre. ¡Te casarás con Daniella mañana mismo! – contestó el anciano con firmeza. -¿Qué cosa? ¿Por qué me haces eso, abuelo? – preguntó Liam, verdaderamente desconsolado. -Esa chica te ama sinceramente, contrario a Mía, que sólo está interesada en el dinero de esta familia. – -¡Eso no es verdad! ¡Mía me ama! – trató de defenderla Liam. -¿Estás seguro? Dile que te he desheredado y que deben escapar juntos a Inglaterra. Hazlo y dime qué te dice. – sugirió el hombre, entregando su propio teléfono para que la llamara. Liam estaba tan convencido de que Mía aceptaría escapar con él que la llamó. Pero nunca esperó que ella le dijera, entre sollozos, que su abuelo la estaba obligando a irse y que renunciaba a él porque lo amaba demasiado como para hacerlo perder la vida a la que estaba acostumbrado. Se casó con Daniella y, mientras su abuelo miraba con aprobación a esa mujer, contactó en secreto a Mía y se hizo cargo de sus gastos en Europa para que viviera una vida lo más cómoda posible. Algunas veces escapó a Inglaterra para verla, pero siempre respetando su matrimonio. Pues, aunque no había amor en su corazón para Daniella, había un profundo respeto por su abuelo. Además, no era un esposo desobligado. Le había dado un lugar dónde vivir, le pagó lo que le restaba de universidad y le dio una asignación mensual con la que podía vivir cómodamente. Ella nunca se había quejado porque simplemente no había de qué quejarse. ¡Había tenido una vida perfecta!  Cuando salieron del edificio, ella lo miró una última vez y limpió una solitaria lágrima de su mejilla. -En el futuro, olvida que fuimos esposos, olvida que nos conocimos y, sobre todo, ¡Olvida que te amé! – Luego se giró, sin darle tiempo a contestar, y se acercó a un coche de lujo que estaba ahí desde que llegaron para divorciarse. Su andar era ligero y despreocupado, como si nada ni nadie pudiera contra ella. Además, realmente se veía hermosa con ese vestido rojo y esos tacones de infarto. Jamás la había visto arreglarse de esa forma y Liam estaba verdaderamente descolocado por lo atractiva que se veía. ¿Cómo es que nunca antes se había dado cuenta de esas curvas? -Bienvenida, señorita. El señor Moretti ha dado instrucciones para llevarla a directamente al aeropuerto, pero veo que no tiene equipaje. ¿Irá a su antigua casa por sus cosas? – dijo el chofer que estaba junto al coche al abrirle la puerta. -No, Sebastien, podemos ir directamente al aeropuerto. – -Entendido, señorita. – Daniella entró en el coche sin siquiera mirarlo una última vez y se fue, dejándolo con un lío de sentimientos que no entendía. Mirando la hora, decidió que no tenía ganas de ir a casa aún, así que decidió hacer lo de siempre: enterrarse en el trabajo hasta caer exhausto. Y, por supuesto, silenció su teléfono para no lidiar con las llamadas. Había perdido a su abuelo y a su esposa en la misma semana. ¡No tenía la más mínima intención de ponerle buena cara a nadie! Cuando Daniella llegó al hangar privado una figura se abalanzó sobre ella y la llenó de abrazos. -¡Dani! Te extrañé tanto.- dijo la joven mientras la sostenía. -Y yo a ti, Fiorella, no sabes cuánto. – -Bueno, ya tendrás tiempo para demostrarme cuánto me extrañaste cuando volvamos a casa con tu padre. Por cierto… ¿Dónde está el collar? Te ves hermosa en ese vestido, pero ¿dónde está tu collar? – preguntó inquieta la joven dama, pues sabía lo importante que era ese collar para Daniella y su familia. -Yo… lo olvidé en la casa de Liam… Debemos volver por él. – dijo Daniella horrorizada mientras se subía al coche. -Claro, señorita, volvamos. – -Fio, quédate aquí. – propuso Daniella, no quería que su amiga se encontrara con Liam o su familia. -Por supuesto que no. Iré contigo y te defenderé si es que esa asquerosa gente se atreve a dañarte. – El chofer las llevó a Tribeca y a Daniella no le sorprendió que el hombre supiera dónde vivía antes. -Aunque tu padre nos prohibió a todos hablar contigo, siempre hemos estado cerca, no solo Bene… - explicó la joven. -Lo siento tanto, Fio… Debí escucharte antes… - murmuró Dani y sintió las lágrimas desbordarse. -Ya… No importa… Lo importante es que ya abriste los ojos y saliste de ese espantoso lugar. –

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