El carruaje se desplazaba a gran velocidad, apenas se divisaba la Mansión, Samantha tenía sentimientos encontrados no había pensado con claridad lo que estaba haciendo, simplemente salió de la casa en la penumbra de la noche, tomando un coche de alquiler, no soportaba la idea de cenar con Ian. Cuando llegó a su destino, unos hombres comenzaron a molestarla; ella tuvo que apresurar su paso hasta llegar a una puerta que estaba custodiada por un hombre fornido y alto, quiso abrirse paso y entrar a como de lugar, sin embargo, el hombre se lo impidió. —Este no es lugar para una dama— fijando sus ojos en su rostro. Samantha bajo la cabeza e hizo una mueca irónica, luego la volvió a subir y miró fijamente al hombre. —Vengo a ver a Leila, por favor lleveme dónde está ella— tratando de ocult

