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A doce pasos de ti

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Blurb

Frank, es el nuevo atractivo arquitecto de Salem, que parece tenerlo todo: una exitosa carrera, una familia adinerada y su fama de Playboy. Sin embargo, detrás de la fachada de éxito se esconde un horrible secreto del pasado que lo ha llevado a ser incapaz de formar vínculos sinceros con las mujeres. Para él, las relaciones son solo un entretenimiento vacío, hasta que conoce a Brenda.

Brenda, quién está atravesando su propio infierno personal, está intentando sin éxito buscar la luz en medio de tanta oscuridad.

El hombre que creía amar resultó ser un monstruo abusivo, y como consecuencia de los maltratos, perdió a su bebé justo antes de dar a luz. Rota por dentro, tratando de reconstruir su vida, y sin estar dispuesta a permitir que alguien más entre en su camino, conoce a Frank. Pero sus experiencias pasadas han dejado en ella una profunda desconfianza hacia los hombres, provocando que se refugie en el alcohol y entierre su dolor. Y desprecie cualquier intento de este de acercarse aunque el destino una y otra vez cruce sus caminos.

Cuando Frank llegó a Salem para construir el complejo comercial, nunca imaginó que podría encontrarse con alguien como ella, que aparte, en apariencia lo detesta.

Pero cuando dos almas rotas y heridas, aparentemente destinadas a caminar por separado atrapadas en las garras de los propios tormentos de sus pasados se encuentren y sus vidas se crucen de manera inesperada ¿Será acaso que tengan la posibilidad de sanar juntos las heridas de su pasado y hallar así una nueva oportunidad para amar y ser amados?

ESTA HISTORIA PERTENECE A LA SAGA FALCONE PERO PUEDE LEERSE DE MANERA INDEPENDIENTE.

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Capítulo 1. Un encuentro singular
Brenda caminaba por las angostas calles del pintoresco pueblo de Salem, sumida en un mar de pensamientos turbulentos. Los últimos sucesos habían ocupado su mente, generando una constante sensación de agobio que parecía no querer abandonarla. Desde que habían metido preso a Bob había intentado verlo en varias ocasiones, a pesar de todo. Sería fácil si pudiera hacer borrón y cuenta nueva en su corazón pero el amor no funcionaba de esa manera y Bob no siempre había sido así, perverso, al menos no con ella… Hubo un tiempo en que fue encantador, amable y galante… de ese hombre se enamoró ella, no de este que desconocía, que era un criminal violento y peligroso… En su mente disociarlo le resultaba realmente difícil… En el fondo esperaba que él volviera a ser ese hombre gentil que ella había conocido (o creído conocer) alguna vez. La psicóloga del Centro al que estaba asistiendo, ahora ya no viviendo allí desde que lo habían metido preso (pues un tiempo estuvo viviendo allí para resguardarse luego de una paliza que le propinó), solía decirle que posiblemente él siempre haya sido igual solo que a ella no le había mostrado esa faceta hasta el día en que la golpeó de forma brutal… “Seguramente hubo indicios, pero estabas enamorada y en tu mente lo subestimaste, es lo que suele pasar”, le había dicho la profesional… y sí, hubo malos modos o contestaciones feas, incluso ocasiones en que la trató como niña tonta, pero ella lo atribuía a su cansancio o algún malestar ocasional, especialmente porque Morgana, la anterior novia de Bob, le había puesto una denuncia por acoso y a él, que era policía, eso le había traído algunos trastornos. Era extraño pues el amor se mezclaba con la rabia...De tal modo que el peso de su furia y frustración se reflejaba en su mirada nublada, impidiéndole percatarse de que estaba a punto de colisionar con alguien, precisamente, mientras caminaba. Fue algo repentino, de un momento a otro, chocó con un hombre que caminaba en dirección contraria a la de ella. El impacto fue tan fuerte que hizo que Brenda perdiera momentáneamente el equilibrio, despertando así su furia interior. Incluso no notó que él la atajó para estabilizarla. —Pero ¡qué te pasa, eres un verdadero idiota! ACASO NO VES QUE ESTOY EMBARAZADA— exclamó Brenda, realmente enojada y sin freno alguno al punto de volcar su rabia en ese hombre que no tenía nada que ver con Bob — ¿Qué te pasa, acaso no sabes ver por dónde caminas? ¿O es que eres ciego, idiota? — espetó. Sorprendido por el inesperado y explosivo encuentro, el hombre se disculpó rápidamente tratando de mantener su compostura frente al arrebato femenino. —Lo siento muchísimo, estaba distraído con la obra —se excusó, intentando calmar los ánimos —.¿Estás bien? — preguntó tragando saliva y mirando su panza de embarazada. Sin embargo, Brenda no estaba dispuesta a escuchar las disculpas del hombre y continuó arremetiendo contra él depositando en ese desconocido toda su rabia. —¡Se nota a la legua que tienes la cabeza en las nubes, pero eso no te da derecho a invadir mi espacio personal! ¿Quién te crees, el dueño de este pueblo acaso, pelmazo? — le gritó furiosa, sin atenuar sus ánimos. El hombre, ahora más calmado, decidió responder con serenidad ante los insultos de la furibunda muchacha. — Mira...De verdad lamento mucho haberte molestado. Soy nuevo en el pueblo, mi nombre es Frank y soy arquitecto y estaba supervisando el proyecto de construcción del nuevo complejo comercial — dijo explicándose —. ¿Ves? — dijo y señaló la obra. Brenda, tan sumida como estaba en sus problemas ni siquiera se dio cuenta que había pasado justo por allí... lo cual fue peor pues le revolvió el estómago. La acción que precisamente llevó a la cárcel a Bob fue que prendió fuego el local comercial de Morgana, un lugar de cosas esotéricas, y ese complejo se construía en parte sobre ese lugar. Así que tragó saliva, un angustioso nudo se instaló en su garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero de algún modo, eso solo incrementó la furia de Brenda. Que, con la mirada desafiante y conteniendo sus lágrimas, lo enfrentó con una renovada ira. —¡Me importa un bledo si construyes el mismísimo TAJ MAHAL! Todos ustedes, con su maldito proyecto, solo quieren destrozar la esencia de Salem. ¿Acaso te crees el dueño de este lugar solo porque tienes un cargo importante? ¡EL SEÑOR ARQUITECTO, JA! — replicó sarcástica. Él respiró profundamente, tratando de controlar su ira ante los insultos de la atractiva pero embarazada muchacha. — Lamento haberme atravesado en tu camino y no. No pretendo ser el dueño de nada. Solo quiero ayudar a que este pueblo crezca y mejore. Entiendo tu malestar, pero te aseguro que mi objetivo no es "destrozar la esencia de Salem", sino contribuir brindando un atractivo turístico para mejorar la economía y crear puestos de trabajo en este sitio...— explicó con toda la paciencia que pudo reunir. Ella, aún indignada, continuaba despreciándolo de forma despectiva. — Tus palabras no tienen valor. Todos ustedes, los hombres, son iguales, solo buscan su propio beneficio caiga quien caiga y se creen superiores y dueños de todo y todos. Arrasan con lo que encuentran a su paso y pisotean a cualquiera solo porque se creen con el derecho a hacerlo — respondió y ya no pudo contener más las lágrimas. El arquitecto decidió dar un paso atrás y ofrecer una propuesta pacífica. Pues claramente la chica estaba fuera de sí y él solo se había atravesado en el momento y lugar equivocados. — Lo lamento... lamento lo que te haya pasado...De verdad, no quería importunarte... — susurró el atractivo rubio disculpándose con evidente sinceridad. Brenda, con su enojo aún presente, miró al hombre con desconfianza. Sin embargo, por alguna razón, al observar su atractivo y sus disculpas genuinas algo se desinfló dentro de ella. Luego de unos segundos con un bufido, respondió: — Está bien, ya no tiene importancia — dijo y se giró para darle la espalda dejando a Frank con un sabor muy amargo mientras observaba como se alejaba. Mientras la miraba caminar algo en su andar le recordó a "ella" y eso le provocó un nudo en la garganta. Mataría por un trago, pensó pero antes de caer en cualquier tipo de tentación metió la mano en su bolsillo y sacó la ficha. Hacía un año y unos días que estaba limpio. Jugó con la moneda entre sus dedos pensando que debería averiguar dónde estaba el grupo de Alcohólicos Anónimos en Salem. Con ese pensamiento guardó la ficha en su bolsillo, y se olvidó momentáneamente de la muchacha.

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