La ruleta

2116 Words
Pasaron algunos años y Lucas con la edad de 16 ya acumulaba una fortuna de tres millones de dólares, nada mal para alguien que vive del mundo de las apuestas, donde según estudios, las personas más exitosas en este mundillo tienen un porcentaje de ganancias que ni siquiera supera el 55%. Son actividades en dónde se tienen más chances de perderlo todo. Ese sentimiento de querer recuperar absolutamente todo lo que se ha perdido, es la sensación más peligrosa que puede llegar a sentir un ser humano, porque es un disparador para acabar en la ruina. Sus padres lo último que sospechaban era que sus salidas en la tarde a hacer trabajos donde sus amigos eran simples excusas para perderse horas e incluso días en los distintos casinos de la ciudad de Nueva York. Al ver distanciados a los chicos, pensaban que la historia aquella con las apuestas había quedado en el olvido, por lo tanto no volvieron si quiera a pensar en ello. Tras haber pagado la hipoteca de la casa, en cierta medida habían perdonado esa actitud terca del muchacho. Lucas había conseguido una licencia falsa, además, su barba naciente y su gran altura le permitían pasar desapercibido ante los guardias de seguridad de los establecimientos. En el ámbito mental, no se encontraba muy bien, debido a que la ansiedad se lo estaba comiendo vivo. Era impulsivo y sentía que el póquer era muy lento para lo que el buscaba. Así que al conocer la ruleta, su mundo se iluminó. Un juego en dónde hay 37 posibilidades de ganar. Se enumeran casillas del 0 al 36 en una ruleta, dónde el cero tiene el color verde y el resto se dividen entre rojos y negros. Arranca con el número 1 en rojo, alternando hasta el 10 que termina en n***o. Las siguientes unidades hasta el 20 alternarán colores, es decir, impares negros, pares rojos. Hasta el 30 irán los impares nuevamente rojos y los pares negros. Se siguen invirtiendo los colores hasta alcanzar el 36. El juego consiste en que una bola es lanzada por un crupier. Esta viaja alrededor de la ruleta antes mencionada con los números inscritos. La inercia hará que la pelota en algún momento se detenga y caiga en alguna de las casillas con los números mencionados. Se pueden apostar de muchas maneras. La primera es simple, apostar al número elegido, si llega a caer, se recibirá un premio multiplicado por 36 veces lo apostado. Cabe aclarar que es la más sencilla, debido a que los números están distribuidos en tres matrices de tres por cuatro, iniciando por el número uno, de la siguiente manera: [3] [6] [9] [12] [15] [18] [21] [24] [27] [30] [33] [36] [2] [5] [8] [11] [14] [17] [20] [23] [26] [29] [32] [35] [1] [4] [7] [10] [13] [16] [19] [22] [25] [28] [31] [34] Se puede apostar por matriz, es decir, la primera sería los primeros doce números, es decir del uno al doce, si se apuesta a la primera matriz y cae cualquiera de esos números ganará el triple de lo apostado, al igual que hacerlo con las dos siguientes, que irán de 13 a 24 y por último de 25 a 36. Otra forma de apostar sería por filas, dividiéndolas en tres. La primera irá de 3 a 36, seguida por la segunda que irá de 2 a 35 y por último de 1 a 34. Al apostar por fila también se ganará el triple de lo apostado. ¿Recuerdas que te dije que cada número tenía asignado un color? Bueno, pues también se puede realizar la apuesta de esa manera. Se puede predecir si la bola caerá en un número rojo o uno n***o, se ganará el doble de lo apostado, pero en caso de apostarle al verde, dónde el cero es el único de su especie, se ganará 36 veces lo apostado. Por último, existe otra forma de ganar en este juego y es prediciendo en un rango de números, es decir, apostar si el número cae del 1 al 18 o del 19 al 36. Se ganará el doble de lo apostado. El juego se convirtió en un claro vicio para el chico. Era una forma de escapar de lo lento y desesperante que podría llegar a ser el póquer, debido a que tenía que analizar todo tipo de expresiones faciales y distintas movidas que podían llevarlo a ganar una partida. Pero, con la ruleta no era así. Simplemente planteaba una jugada y el resultado lo tenía enseguida. Accedió a un casino al otro extremo de la ciudad acompañado nuevamente de su amigo de aventuras. La crupier que lo recibió en la mesa de la ruleta era una mujer rubia, alta de casi un metro ochenta, de tez clara, ojos verdes como las esmeraldas y uñas pintadas de rojo como el rubí. Su pequeño carné de identificación permitía leer un nombre: “Jaqueline”. - Buenas tardes señorita, quisiera participar en el juego. - Hola, buenas tardes ¿Su nombre es? - Veo que hay un mínimo de apuesta – dijo ignorando completamente la pregunta. - Así es, el mínimo de apuesta son 100 dólares. ¿Su nombre es? - Empezaré con el mínimo – indicó mientras alistaba el billete de 100, ignorandola completamente aún después de escucharla por segunda vez. - Muy bien – respondió resignada. ¿A qué desea apostar? - Comencemos suave… al rojo. La chica le dio una vuelta fuerte a la ruleta y agitó la bola para que empezara a girar en contra de las manecillas del reloj. Inició viajando muy rápidamente, tanto que no se podía diferenciar si el fondo en el que se encontraba era rojo, n***o o verde. La ruleta poco a poco se detenía. La bola seguía paseándose por encima de la plataforma sin encontrar un destino. Siguió disminuyendo la velocidad. Lucas se mantenía firme, sin demostrar ningún tipo de emoción. La bola finalmente se detuvo. Había caído en la casilla del 9. Lucas había ganado 100 dólares. - ¡Felicitaciones! Ahora tienes un saldo de 200 dólares ¿Quieres volver a jugar? – indicaba la rubia sosteniendo la bola blanca nuevamente. - Así es. Quiero apostar los 200 dólares nuevamente al rojo. Sin mucho titubeo, la chica agitó la ruleta. Giraba rápidamente mientras la bola asaltaba cada una de las casillas disponibles. - ¿Por qué fuiste de nuevo por el rojo? – preguntó la crupier. - No lo sé, simplemente me gusta el color. La esfera cayó en el 22 y dio un salto violentamente hacia el cero. Con el último aliento, avanzó una casilla hacia la izquierda, ubicándose finalmente en el 32. Caía rojo nuevamente. El saldo ahora era de 400 dólares. - Quiero volver a apostar. Esos 400 dólares se irán nuevamente al rojo. - ¿Seguro que desea apostar todo el saldo? - ¿Desde cuándo se preocupan ustedes por lo que pueda o no pasarles a sus clientes? La chica sonrió descaradamente, asombrada por la picardía de su cliente. Puso a girar la ruleta, esta vez en sentido de las manecillas del reloj. Lucas se percató del detalle. La nueva ronda del juego inició. La pelota saltaba de casilla en casilla sin dar tregua. Pegaba pequeños saltos dónde dejaba dos espacios. Pasó por el 3. Se detuvo un poco más. Pasó por el 36. Se detuvo un poco más. Pasó por el 11. Se detuvo un poco más. Pasó por el cero. Se detuvo por completo… o casi. De nuevo se ubicó en el 32. - ¡Felicidades! Su saldo es de 800 dólares. - Vaya… esto es sorprendente. - ¿A qué te refieres? - No entiendo muy bien cómo funciona la ruleta, pero me he percatado de algo… si tienen un truco, va a ser muy difícil descifrarlo. - ¿Crees que hay truco en todo esto? - Siempre hay que considerar todas las posibilidades ¿No te parece? - Eres un chico astuto, pero no creo que esto se resuma en una teoría conspirativa acerca de si todo es controlado por alguien. Seguramente crees que hay alguien con un imán debajo o algo por el estilo. - Sería lo último que pensaría. Debe haber algún patrón que se pueda descifrar… pero me acabo de dar cuenta que pueda aparecer una vez cada un millón de jugadas… así que va a ser muy difícil encontrarlo. - No te entiendo… pero si quieres seguir jugando, adelante. - Sí. Quiero apostar dos mil dólares al n***o. - ¿Dos mil? - Como lo escuchaste. - Está bien, tu eres el que manda. La chica tomó de nuevo el artefacto y lo hizo girar sin descanso. La pelota rebotaba entre las paredes del círculo con relieve. Pasó cinco veces por el cero, acentuándose firmemente. Por un segundo pensó que el verde finalmente saldría, pero no fue así. De nuevo el 32 hacía aparición. Había perdido dos mil dólares en una sola jugada. Su saldo eran 1200 en negativo. - Vaya ¡Qué mala suerte! - Así que tres veces seguidas el 32. Esto parece una broma de mal gusto. - Podrías arriesgarte a jugar al número, sabes que la recompensa es 36 veces lo apostado… puede ser tentador ¿No te parece? «Entiendo lo que está tratando de hacer esta tipa, quiere que me la juegue por lo que me recomienda, así perderé mucho más… pues no ¡Haré lo contrario!» pensó decidido el chico, pero a último momento decidió hacerle caso... a medias. - ¡Cinco mil al rojo! - ¡Wow! Muchacho, estás subiendo la vara muy alto, juega de manera responsable. - Juega de una vez y deja de tanta charlatanería – musitó rayando lo grosero. La mujer asintió y con su mano derecha impulsó la ruleta. De nuevo la bola color blanco recorría el camino. Amagó con aterrizar en el 1. La rueda aún no se detenía. Luego amagó con aterrizar en el 10. La rueda aún no se detenía. Volvió a rozar el cero. Se detuvo. Cayó… el 32. Nuevamente con el último empujón se había colado por cuarta vez. «¡No puede ser esto posible! Ha salido cuatro veces el mismo número ¿Cómo es posible que me haya dicho el resultado sin pestañear siquiera?» se dijo a sí mismo hasta que una voz lo desconcentró. - La próxima vez deberías hacerme caso – asintió burlándose. - Serás… - No sacas nada pensando, analizando e intentando descubrir los distintos métodos con los que puede funcionar esto… simplemente pasa y ya. No es como si algo estuviera predeterminado. Has ganado. Ahora tienes un saldo de 8800 dólares ¿Qué quieres hacer con ellos? Veo que viniste a jugártelo todo… pero, sinceramente hubiera preferido haberle apostado todo al 32 y obtener casi 200.000. - ¿Todo eso hubiera conseguido si te hubiera hecho caso? - Así es. Lucas observó el tablero que indicaba las jugadas anteriormente realizadas. De las cinco jugadas que había realizado, solo uno había sido un número impar. Eso dejaba a los números pares con un porcentaje del 80% de éxito. «Estoy cansado de apostarle a colores… me parecería exagerado que un 32 saliera nuevamente… incluso que algún número en ese rango caiga… así que haré una apuesta algo segura» aseguró en su mente. - Haré dos apuestas esta vez Jaqueline. - Oh… ¿Quieres ir a la segura? - No… siento que la bola no caerá más en la zona de los últimos doce números… así que jugaré diez mil dólares en los primeros doce números y otros diez mil dólares en los siguientes doce. La apuesta que realizaba cubría hasta el 24. Había un 66.6% de acierto y un 33.3% de fallo. Ahí estaba la táctica. Si perdía, se llevaría una gran pérdida de 20 mil dólares. Si ganaba, tan solo se llevaría una ganancia de la mitad. Pero confiaba en la estadística a su favor. - Muy bien. Tú impones tus condiciones – afirmó la chica de ojos verdes. Giró de nuevo la ruleta. Lucas cerró los ojos. Por primera vez sentía miedo de perder una cantidad considerable de dinero. La pelota poco a poco dejaba de hacer ruido. Golpeó en las paredes del artefacto. Cuando dejó de escuchar el ruido, dirigió su mirada hacia allí lentamente, como si de un felino acechando a su presa se tratara. La bola se encontraba en el doce, lo que indicaba que había conseguido los 10.000 dólares de ganancia. Se sentía feliz, satisfecho. - ¡Bingo! – gritó con emoción. - Vaya, te salió bien la jugada. - Creo que encontré la manera perfecta de ganar – afirmó Lucas con una sonrisa en el rostro.
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