Distanciamiento

1236 Words
El dedo sangraba a chorros. Nikolas no podía creer en el embrollo en el que había involucrado a su amigo de la infancia. Volteó a observar a su alrededor y a pesar de los gritos infernales que retumbaban en las paredes, nadie parecía inmutarse. Los asistentes jugaban tranquilamente a las cartas, ruleta, tragamonedas y diferentes artefactos. Aunque las personas a menudo dirigían la mirada hacia ellos, simplemente lo hacían por curiosidad. En el lugar no parecía existir nada para auxiliar al chico, ni siquiera un botiquín. - ¡Qué le has hecho! – gritó el joven increpando a Mikael. - ¿Yo? Absolutamente nada niño. Ellos participaron por cuenta propia, ahora se va sin un dedo, pero con un millón de dólares en su bolsillo… enhorabuena. - ¡Eres un maldito! ¿Cómo te atreves? - ¿Disculpa? ¿Acaso yo fui el que trajo a dos menores de edad a un garito lleno de seres despreciables? Deberías prestarle más atención a tus acciones, en vez de andar señalando al resto como culpables. Lucas gritaba y apretaba fuerte su mano, cuando sintió un estrujón en su torso. El sujeto gordo sostuvo su mano con fuerza. Tomó un trapo que posaba encima de la mesa y lo amarró al dedo que se encontraba mutilado. Tomó el pedazo de dedo suelto que la guillotina había arrancado sin compasión y lo metió dentro de un sobre sellado. - No te preocupes, tienes al menos unas horas para ir a que te operen eso. - ¿Qué demonios? – preguntó Sara con indignación en su tono de voz. - Así como lo oyes. No te preocupes chico, aquí arriba está el doctor Musiel, él te puede ayudar fácilmente a coserte el dedo. Sólo no dejes que pase mucho tiempo. Lucas no podía pronunciar palabra alguna debido al dolor que estaba experimentando. Tomó la bolsa sellada y cuando iba a dar la espalda se detuvo debido a que su hermana había hecho una pregunta muy interesante. - No entiendo el objetivo del juego. Si al final ambos jugadores iban a perder un dedo ¿Cuál era el punto? - Aún no entiendes señorita. Creo que escucharon claramente que la valentía era lo que se premiaba en este juego, no tiene mas misterio. La chiquilla no fue capaz de dejar el dedo completamente quieto y al final quién ha ganado es su hermano. Así de sencillo. - No ha ganado nada, ha perdido una parte de su cuerpo. - Sí, a cambio de un millón de dólares ¿No te parece justo? Además, ya les dije, pueden subir con el doctor, lo dejará como nuevo y al final no habrá perdido nada. Habrá sido dolor intenso por unos instantes por un montón de dinero. - ¿Y si al final los dos nos hubiéramos mantenido firmes? - No suele pasar. Siempre hay alguien que huye del destino. No es fácil, hay que tener mucha voluntad para sacrificar tanto por un juego… sospecho que lo que te trae aquí ni siquiera es el dinero muchacho. Lucas le dirigió una mirada cómplice, lo dijo todo sin decir nada. - Así que pueden marcharse con su dinero. - Creí por un momento que la guillotina se detendría para asustarnos, pero en realidad no cortaría nada – afirmó Sara pensativa. - En un principio estaba diseñado para eso… pero me aburrí de ver cómo varios retiraban la mano y luego salían arrepintiéndose. Quería que los siguientes jugadores vieran que había consecuencias en sus actos… y creo que lo he conseguido. - Si tú lo dices. El trío de jóvenes se apuró a subir las escaleras para buscar al doctor en el segundo piso. Afortunadamente Musiel los atendió de muy buena manera y reconstruyó el pulgar de Lucas en un par de horas. Volvieron a casa con un millón de dólares en el bolsillo y un trauma de por vida. Nikolas se encontraba estupefacto. En el momento en que la cuchilla rebanó el dedo de su amigo, un corrientazo recorrió todo su cuerpo. Creyó por un momento que había condenado al chico a la miseria, a vivir sin un soporte vital de su cuerpo por una simple suposición de que ellos jugarían lo que sea con tal de ganar dinero. El camino estuvo acompañado de mucho silencio. La pequeña lanzaba a ambos miradas llenas de reclamo e indignación. No podía creer cómo en primer lugar su amigo los había llevado hacía una trampa llena de muchas personas que se dedicaban a realizar trabajos para la mafia y aún peor, no podía creer lo enfermizo que se había comportado hoy su hermano. Esas ganas de jugar, de sentir adrenalina y demás, simplemente lo iban a llevar a la ruina. Estaba convencida de eso. Cada paso se tornaba incómodo, como si en cualquier calle todos se fueran a separar sin chistar un solo ruido. Faltando poco más de una calle para llegar a la casa, se despidieron de Nikolas. Caminaron un poco más, la chica abrió la puerta y entraron. - Oye, Lucas, tengo que decirte una cosa. - Te escucho. - Creo que hemos llegado demasiado lejos. Nosotros jugábamos para divertirnos, para reírnos y para competir. No para poner en riesgo nuestra salud… nuestra integridad. - Lo sé, pero ambos hemos accedido… ¿Por qué me reclamas? - No te estoy reclamando, te estoy diciendo que cometimos un error y depende de nosotros mismos no volver a caer en él. - Tú ves las cosas desde un punto de vista distinto… siempre lo has hecho y respeto eso. Pero no tienes ninguna autoridad moral para decirme qué puedo y no hacer. Los dos estamos en esto por gusto, pero el día de mañana lo puedo hacer por necesidad o incluso para ganarme la vida. No creas que un millón de dólares alcanza para toda la vida. Así que necesito que dejes de meter tus narices en mi vida. - Lucas… yo… - Nada, Sara, es mi decisión y no tienes porque meterte en ella. - Solo te digo que lo que viste hoy debería bastar para forjar tu camino. Si quieres seguir por ahí, adelante, pero tienes la viva imagen de lo que puede resultar. Ese tipo pudo haberte dejado ahí desangrándote a tu suerte y lo sabes. No sabes lo mucho que me preocupé. De verdad creí que algo peor podría pasar hoy. Tengo muchas naúseas. - Lo único que sé es que ahora tengo un millón de dólares en mi bolsillo ¿Algo más? - Mira – suspiró Sara, resignada a tratar con alguien tan terco. Haz lo que quieras, sólo no cuentes más conmigo. Estoy fuera, de los juegos, de aventurarnos en cosas tan peligrosas, de nuestra rivalidad, adiós. - Por mi está bien. No te necesito aquí, nunca te he necesitado, no compartes mi visión… simplemente me estás estorbando. Las palabras hirieron en el corazón de la chica peor que un balazo en el pecho. Dio la vuelta y sin mirar, avanzó. - ¿A dónde crees que vas? La respuesta nunca llegó. Después, la relación entre los hermanos sufrió un distanciamiento brutal. No se dirigían la palabra para más que aparentar frente a sus padres. Ahora Lucas estaba por su cuenta. Nunca se percató que la razón para que no cayera más en el abismo de descontrol en el mundo de las apuestas era Sara. Ahora vendría la peor etapa para el adolescente.
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