¿Valentía o terquedad?

1412 Words
Rodeados de incertidumbre por lo que pudiera llegar a pasar, Lucas tomó la iniciativa en el juego. Sus manos temblaban y pese a lo que todos pensaban, no era de terror... más bien se sentía emocionado por la situación. Recordó como todos los juegos en los que se había involucrado tenían una curva de aprendizaje muy fácil, por lo que se volvía un experto. Ahora se preguntaba ¿Cuál podría ser el truco de éste juego? ¿Cómo podría ganarlo? Perder un dedo parecía un precio muy alto para obtener el secreto y volverse experto en un juego no tan popular. - Cortaré yo primero. Su hermana tragó saliva, preocupada de lo que podía pasar. La guillotina era sostenida por aproximadamente diez cuerdas, así que era una probabilidad relativamente grande de perder un dedo. La duda que asaltaba a ambos ¿Quién sería el primero en perder algo tan vital en la vida cotidiana? Se dedicaron una mirada cómplice, luego dirigiéndola a la mesa, buscándole el truco al engranaje del artefacto. El chico agarró las tijeras y eligió la cuerda más corta a la vista. Trozó. Todo el mundo dirigió la mirada a los dedos. Nada pasó. - Siguiente participante. La chica levantó su mano para recibir las tijeras. Estaba totalmente temblorosa. - Relájate un poco pequeña… sólo perderás un dedo – musitó el calvo entre risas. Tomó la herramienta y observó todo el sistema. En los dos participantes sólo podía pasar un pensamiento en esos momentos. No creían que el verdadero juego estuviera en cortar y cortar hasta obtener una mutilación gratuita, debía haber algo mucho más, algo en lo profundo de ese juego que les diga la manera correcta de ganar. Generalmente, los juegos siempre tienen su truco. Era una regla implícita en los trucos que realizan los señores en la feria. - Oye, Mikael – dijo Sara antes de iniciar la jugada. - Dime. - No entiendo aún ¿Cuál sería el propósito de que ninguno retire los dedos en cada turno? Es decir ¿No sería lógico que en mi turno él sea el único que tenga el dedo en riesgo y viceversa? - Pero vamos a ver ¿No tuvimos ya esa discusión? - No fuiste del todo claro. - Tendrán que averiguarlo ustedes mismos. Tienen que tener la suficiente valentía para continuar o sino… - La otra persona se marchará con el dinero, si ya lo sé. Nikolas se encontraba sentado observando la situación, preguntándose cómo podían estar enfrentándose de esa manera cuando eran hermanos y podían llegar a un acuerdo para que alguien se ganara el dinero. Pero todo esto va más allá de un premio económico. Existía una rivalidad demasiado intensa entre Lucas y Sara. Siempre que se enfrentaban necesitaban que hubiera un ganador, de lo contrario no podrían medir la superioridad. Es algo completamente fuera de lo común. Muchas veces renunciaron a premios importantes simplemente porque no deseaban estar en el mismo bando. Era una cuestión de honor… o de terquedad, dependiendo del punto de vista del que se mire. «¿Valentía? ¿Será esa la palabra clave?» se preguntaba la chica mientras sostenía el arma filosa. «Quizás lo que en realidad quiera medir sea la capacidad de resiliencia que poseemos… simplemente bastará con no quitar el dedo, creo que he dado con la clave del juego» seguía afirmando la hermana menor en su mente. - ¡Vamos Sara! ¡No tenemos todo el día! – apuraba el chico con la intención de presionarla psicológicamente para que no analizara ninguna jugada posible. Tomó las tijeras y sin pensar atravesó la fina cuerda. Nada pasó. Los dedos que posaban en la base de la guillotina se encontraban inestables, temblorosos. Llegaba la segunda ronda y era el turno nuevamente del chico. Sostuvo el acero con la mano libre. Tomó la cuerda que se encontraba más abajo. Su teoría es que la que sostenía la guillotina como tal, se encontraba arriba debido a la cercanía con la activación del mecanismo, así que debía aprovechar las que se encontraran más lejos. Cortó sin esperar. Nada pasó. Una gota de sudor recorrió desde su cien hasta resbalarse por el cuello y perderse dentro de su camisa. - ¿Estás nervioso hermanito? – preguntó desde el desconocimiento. - Algo… ¿Y tú? - Algo - tragó saliva violentamente. Le pasó el arma a la chica, quien la sostuvo con nerviosismo. Sin ninguna estrategia más que no apartar la mano de su lugar, cortó. Nada pasó. Ya solo restaban seis. - ¡Muy bien! Estamos llegando casi a la mitad del juego… así que necesito que no se la tomen a la ligera. Entre más avancemos, la posibilidad de que ambos dedos sean rebanados va en aumento… ¿No tienen miedo? «¡Lo dicho! Mikael sólo está buscando afectarnos para que nos retiremos ¡No cabe duda de que el verdadero objetivo del juego es probar nuestra valentía!» dictaba Sara. - Oye Mikael, tengo una pregunta para ti – interrumpía Lucas con el rostro serio. - Claro, te escucho. - En caso de que la cuchilla caiga y nos rebane los dedos a ambos ¿Quién sería el ganador? - Muy buena pregunta… ojalá te pudiera responder fácilmente… pero me gusta más que la gente viva la experiencia para averiguarlo. «Aquí hay gato encerrado, este tipo no nos ha comentado la verdad» sospechaba el muchacho pero no era capaz de decirlo en voz alta. El adolescente observó el acero frío. Podía ver el reflejo de sus ojos, impacientes por terminar el juego. Realizó el movimiento pertinente y se deshizo de un nuevo soporte, de los que se ubicaban abajo. Nada pasó. Luego Sara fue la encargada. Cortó. En ese momento, la guillotina hizo un movimiento extraño. La cuchilla bajó aproximadamente diez centímetros a toda velocidad, pero se detuvo. Ambos estuvieron cerca de retirar el dedo sin pensarlo. Amagaron el movimiento, pero al observar que se detuvo se tranquilizaron de inmediato. - Vaya, vaya… veo que la voluntad se quebranta fácil ¿O me equivoco? – pronunciaba Mikael, empeñado en ponerlos nerviosos. Los pequeños ya no podían más. Estaban bajo una presión psicológica muy grande. Sara deseaba salir de ese lugar lo más pronto posible, pero estaba cegada por el orgullo. Al enfrentarse a su hermano en cualquier juego sentía que su vida dependía de eso. A pesar de que era el principal responsable de que ahora tuviera una familia estable y no estuviera aún en el orfanato, era demasiado tarde para dejar de alimentar la rivalidad entre los dos. - La voluntad está intacta, no sé de qué hablas – respondió Lucas disimulando que se cagaba en sus pantalones. - ¿Ah sí? Vi claramente cómo ambos trataron de retirar sus extremidades cuando vieron que la guillotina se activó. - Quizás es un reflejo nato – añadió Nikolas, quién intentaba salvar la situación desde fuera. - No lo creo… pero sigamos, ya sólo quedan cuatro oportunidades… Quizás la próxima puede ser la verdadera. Lucas no lo pensó. Siguió con su estrategia y tomó la más baja en la lista. Puso la cuerda entre el filo y asestó el corte. Nada pasó. La chica las tomó. Cortó sin pensar. Nada pasó. Ahora era todo o nada. En una u otra podía pasar absolutamente todo. Lucas observó a su hermana. Ella retiró la mirada, no quería demostrar que se encontraba sufriendo. Estaba a punto de llorar. La situación era desesperante. - Que pase lo que tenga que pasar – afirmó el adolescente. Cortó la cuerda. La guillotina no se inmutó. Todos observaron a la chica. En sus manos tenía la decisión. Cortar la última cuerda. Era seguro al cien por ciento que activaría el mecanismo para que la guillotina se activase. Agarró las tijeras. Seguía empeñada en que el objetivo real del juego era premiar la valentía. Cortó la última cuerda. La guillotina se disparó a toda velocidad. A falta de cinco centímetros para que cayera, la chica haciendo uso de sus reflejos, retiró el dedo y cerró los ojos debido al miedo. Se escuchó como caía de lleno la cuchilla. Rebanó el pulgar de Lucas, quién gritaba desesperadamente, sosteniendo su mano que sangraba de manera exagerada. Mikael se burlaba observando la situación. La chica abrió los ojos. - ¡Felicidades! ¡Has ganado! - gritó con emoción el ruso. Cualquier escena de una película de terror le hubiera parecido un chiste al lado de lo que acababa de presenciar.
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