Muerte súbita

2902 Words
Todos observaban estupefactos cómo Lucas levantaba el montón de cartas de la mesa para llevarlas a su colección personal que aumentaba a veinte. - ¿Cómo ha podido hacerle eso a su hermano? - ¡Está completamente loca! - ¿Quién es esa chica? ¡Juega muy bien! - ¡Sí! ¡Estamos aquí para dar espectáculo! ¡Sigue así Sara! – exclamaban algunos que se encontraban alrededor de la mesa. La opinión estaba completamente dividida. Hay quienes pensaban que era una gran jugadora por hacer esas afirmaciones para ofrecer un espectáculo y otros decían que no era justo con los participantes que alguien decidiera revelar cuando estuviera mintiendo. De cualquier manera, la siguiente ronda empezaba y cuatro jugadores se liberaban de la única carta que sostenían. Inició de nuevo el juego. - ¡Tres! – soltó Lucas. - ¡Cinco y última! – gritó Giovanni, quien finalizaba su participación como el ganador absoluto. - ¡Doce! – afirmaba Nikolas mientras de su mano se desprendía el doce de bastones. - ¡Diez y última! – afirmaba con orgullo Miles, quién también se libraba del castigo al que sería sometido el perdedor. - ¡Dos y última! – pronunciaba Marcos para salir del juego con aires de grandeza, tras haber condenado a Lucas a tomar las cartas de dos rondas seguidas. Por último, la niña arrojó la única carta que tenía en la mano sin pronunciar nada. Se bajó de su silla y tomó la palabra en la sala. - ¡Necesito que todo el mundo haga silencio! Todos callaron, expectantes de lo que tenía que decir la pequeña de siete años. - Fue algo aburrido, cuatro salimos en una misma ronda. Creo que la gracia de esto está en saber quién será el ganador, no el perdedor. - ¡Cállate! Tú eres la única responsable que los dos estemos en esta situación ¿Cómo te atreves a afirmar eso? – quiso recalcar Nikolas. - Yo simplemente jugué, hasta tú jugaste y te admiro por ello. Mentiroso está hecho para que todo el mundo participe y se preocupe por deshacerse del mazo de cartas en su mano y si ve que alguien va a ganar, jugársela toda a acusar para evitarlo. Es estúpido simplemente que en lo que hemos jugado, tanto Miles, como Marcos, como Giovanni hayan logrado salir victoriosos sin siquiera abrir la boca. Es por plantear algo tan patético… que te he castigado hermanito. No castigas la falta de habilidad, estás premiando la mediocridad en medio de buenos jugadores. Lucas sonrió. - Vaya, vaya hermanita. No sabía que estabas tan enterada de cómo funcionan estos juegos. Estás en lo correcto. Y te felicito por haber ganado jugando, no como el resto. Pero ahora parece ser que todo queda entre nosotros dos ¿Correcto Nikolas? El pequeño parecía saborearse el momento, emocionado porque se encontraba en una ronda de muerte súbita ante el chico más grande de todos. - Así es… y lo siento mucho, pero tendrás que pasar esta noche en el baño, porque estás tratando con el mejor, no con cualquiera. - Ah ¿Tú eres el mejor? Si lo fueras estarías a salvo ¿No lo crees? - No, porque lo que ha dicho la molesta de tu hermana es cierto. Al menos me arriesgué a jugar y no quedarme con la boca cerrada. Tú hasta ahora no has jugado… parece ser que tienes miedo y estabas esperando salvarte sin siquiera mover tus labios. Pero tengo noticias erudito, ahora tendrás que enfrentarte a mí, sí o sí. No hay otra manera de afrontar esto. - No, de hecho, no pude participar acusando a la gente porque mi hermana apenas observaba que yo tiraba una carta me incriminaba de inmediato, no es porque no quisiera. - ¡Mentiroso! Eres un cochino mentiroso. En la ronda que acusé a Sara tuviste la oportunidad de irte encima de alguien. Lo único que me demuestras es que eres un mentiroso de cuidado… por lo tanto, si veo ese comportamiento de nuevo… ¡Te acusaré! - ¿Ese comportamiento? - Sí, sin querer la pequeña ha revelado tu manera de actuar. Estuve muy atento y ahora sé de qué manera expresas tu nerviosismo. - ¿Ah sí? – Lucas no tenía ni idea de lo que decía su contrincante. - Sí. «La señal de que está mintiendo es cuando el chico hidrata sus labios con la lengua, lo hizo cuando su hermanita lo acusó dos veces» recordó, parecía tener ya la victoria en el bolsillo, porque era una pista delatadora. - Entonces muchachos – se pronunció Logan. Hay varias maneras de proceder en esta situación. Podemos seguir de manera normal y que jueguen a individuales a partir de la ronda tres, o pueden ir a una muerte súbita, donde en una sola jugada acaben de una buena vez con esto ¿Qué prefieren? - Podría ser al mejor de tres – indicó Lucas, ignorando completamente las opciones que le había dado el presentador. - ¿A qué te refieres? Eso nunca lo había escuchado. Para Nikolas también fue una sorpresa. - Me refiero a que podríamos jugar con toda la baraja, repartimos a la mitad e iniciamos a arrojarlas al pozo. Las reglas son las mismas, sólo que esta vez tendremos que nombrar las cartas en orden, de uno a doce. Cuando alguien gane una ronda se le contará como punto. El primero en llegar a tres, será el último ganador y el otro… tendrá que estar encerrado en el baño por el resto del día. - Entiendo – pronunció el de grado octavo. Por mí está bien, de igual manera vas a perder, así que por más vueltas que le quieras dar al asunto, estarás perdido. Por favor resígnate y ríndete de una vez. - No haré eso. Veremos quién es el mejor en esto. - Muy bien – interrumpió Logan, agarrando la baraja completa y revolviéndolas con sus manos. La partió a la mitad e imitó el movimiento que en un inicio había hecho el anfitrión con sus manos. Nuevamente dividió en dos el mazo de cartas. Inició a repartir con entusiasmo en sus ojos. Todos los espectadores estaban atragantados de adrenalina. Sara se encontraba cerca a la mesa, observando con atención lo que pasaba. Cuando ambos tenían su respectiva baraja en sus manos, iniciaron el juego. - ¡Uno! – proclamó Lucas. - ¡Dos! – respondió su contrincante. - ¡Tres! - ¡Cuatro! La cuenta siguió hasta el número doce, de ahí en adelante se reiniciaba y comenzaban las acusaciones. Curiosamente, en la mano de Nikolas, se podía observar cómo sostenía todos los cinco, a partir de ahí podía calcular cuando fuera mentira. En la segunda ronda volvieron a contar hasta doce sin acusaciones. La tercera fue igual. El adolescente estaba ubicando los verdaderos cinco en el pozo de cartas por si a su oponente se le ocurría acusarlo en cualquier momento. Trataba de ubicar las cartas en su verdadera posición, no se quería arriesgar. Ya en la cuarta, no podían quedar muchas opciones. Nikolas la tenía clara. Pensaba acusar al pequeño cuando se fijara en la manía que tenía cuando mentía. Lo observó de manera detallada durante las tres rondas y al menos en cuatro ocasiones había mojado sus labios con su propia saliva, pero decidió guardarse esa carta, porque probablemente el chico sabría que lo había descubierto y dejaría de hacerlo, así que disimuló. - ¡Uno! – pronunció el anfitrión. - ¡Dos! – respondió mientras observaba los labios de su oponente. - ¡Tres! – dijo, mientras asomaba su lengua para mojar de nuevo sus labios. «¡Bingo! Llegó el momento de acusarlo» pensó. - ¡Mentiroso! – le indicó Nikolas. Destapa la carta ya, mentiroso. Automáticamente, Logan ubicó su mano sobre el último naipe. - Recordemos, si el número de la carta es un tres, el punto irá para Lucas, de lo contrario, Nikolas sería el primero en sumar. La colocó boca arriba y todos asomaron sus rostros para poder observarla. ¡Era un seis! Lucas había perdido un punto. - ¡Sí! ¡Lo sabía! – celebraba el chico. Sara atrás sonreía. Al parecer, que perdiera su hermano le generaba un sentimiento indescriptible de satisfacción. - Has ganado una batalla, pero no la guerra. - Me sorprende que un chiquillo como tú emplee unas palabras como esas. - No me intimidas – le dirigió una mirada seria. Logan, quiero que continuemos. - Muy bien, cuando reparta las cartas iniciaremos la segunda ronda. El muchacho se apresuró para barajar. Las entregó y dio la señal de inicio. - ¡Uno! – gritó el mayor, esta vez iniciaba Nikolas. - ¡Dos! – contratacó el pequeño. - ¡Tres! - ¡Cuatro! - ¡Cinco! - ¡Seis! El del bigote disparejo observaba cómo cada vez que su oponente lanzaba una carta se remojaba los labios, así que daba por hecho que todo había sido mentiras. Finalizó la primera ronda, en dónde gozaban de inmunidad. Ahora, empezaba lo bueno. «Esta vez no daré ninguna espera» afirmó en su mente el que llevaba la ventaja. - ¡Uno! - ¡Dos! – pronunció mientras hidrató su labio inferior. - ¡Mentiroso! El pequeño abrió los ojos como si hubiera visto un muerto. Al parecer, era otro punto que perdía. «¿Qué ha notado este? ¿Cómo se da cuenta cuándo estoy mintiendo? ¡Es imposible! ¡Algo debe estar haciendo!» se recriminaba en su mente. Lo primero que pensó, era que Logan le estaba colaborando, debido a que eran amigos y le parecía muy sospechoso que se haya ofrecido a moderar el juego sin apenas chistar una palabra. - ¡Un momento! – gritó, todos en la sala quedaron paralizados. Estoy seguro de que no puede saber en qué momento miento, aquí algo raro está pasando y no es justo. - ¿A qué te refieres pequeñito? No tengo la culpa de que no sepas disimular. «¿No sé disimular? Pero si mi cara ha estado inexpresiva desde el inicio» volvía a increparse. - ¡Definitivamente no! ¡Aquí hay gato encerrado! ¡Necesito que modere alguien más! La multitud enloqueció ofreciéndose para la actividad. - ¿Estás insinuando que yo estoy incidiendo con el desarrollo del juego? – reclamó Logan, guardando la calma, como siempre. Lucas, el hecho de que estés perdiendo no te da derecho a acusar a los demás de tramposos. Cómo has dicho siempre, es un juego y hay que disfrutar, o acaso ¿Sólo aplica para ti esa regla? El pequeño frunció el ceño y cuando estuvo a punto de pronunciar unas palabras, fue interrumpido por su hermana. - ¡Ay Lucas! Créeme que he estado atenta en todo momento a cómo se está disputando esta última ronda y no ha habido ninguna colaboración por parte del dealer. Lastimosamente estás entregando todo en bandeja de plata. «¿Estoy entregando todo en bandeja de plata? ¿A qué se refiere?» intentó recordar los momentos decisivos en la partida, sin llegar a identificar cuál era el suceso en el que había perdido ambos puntos. - ¿Continuamos? ¿No te basta con la propia palabra de tu hermana? – siguió cuestionando Nikolas, quién llevaba clara ventaja. - Está bien… continuemos. Era una partida decisiva, o el chico mayor ganaba y sentenciaba su victoria sin sufrir ningún desliz o el pequeñín mantenía sus chances de seguir en juego. La primera ronda, pasaba sin absolutamente ningún contratiempo. Esta vez, Lucas decidió algo en lo que no se podía echar para atrás. «Lanzaré un uno esta vez y cuando el tipo me responda dos, lo acusaré. No importa si es verdad o es mentira. Me la juego, no tengo nada más que perder» fue su afirmación. - ¡Uno! - ¡Dos! - ¡Mentiroso! La sala quedó congelada. Nadie se esperaba que en una partida tan importante la acusación llegara a la primera. - Lucas ha pedido que se revise la carta. En caso de que sea un dos, Nikolas se podrá marchar con la victoria. En caso contrario, Lucas se mantendrá vivo y el marcador indicará un dos a uno. El dealer la levantó. Hasta Sara inclinó los ojos para enterarse del resultado. Tres de copas. - ¡Sí! – gritó el pequeño. «Vaya, parece que el perdedor se me adelantó esta vez, la próxima, no dejaré que me acuse antes» sentenció el adolescente. La hermana pequeña torció sus ojos, como si estuviera disgustada con el resultado, a pesar de ser su hermano, disfrutaba que alguien de vez en cuando le diera una lección. Además, su actitud al no dejarla jugar la había decepcionado. La cuarta partida daba inicio. - ¡Uno! - ¡Dos! -¡Tres! Seguían contando hasta doce para luego volver a dar la vuelta. - ¡Uno! – gritó el muchachito, sin asomar su lengua. - ¡Dos! - ¡Tres! En toda la ronda nadie mintió. Lanzaron los naipes que eran, así que se encontraban seguros de sí mismos. - ¡Uno! - ¡Dos! – pronunció el chico y en ese momento fue a sacar la lengua para lamerse sus labios, hasta que se dio cuenta de la mirada que le clavaba su oponente sobre su rostro. «¿Qué está mirando?» se cuestionó mientras detenía sus acciones. Antes de arrojar ese diez que pensaba hacer pasar como ocho veces menor, volvió y guardó esa carta y arrojó un dos de bastones. - ¡Tres! Lucas tenía clavada la mirada en los ojos de su contrincante. «¿Acaso está viendo mi boca? ¡Eso es! Aunque… sólo hay una forma de averiguarlo» se dijo y procedió a probar su teoría. - ¡Cuatro! – gritó mientras agarraba un cuatro de espadas y remojaba sus labios al mismo tiempo. - ¡Mentiroso! – le contestó Nikolas. - Han solicitado revisión, por lo tanto, en caso de que la carta indique un número diferente a cuatro, tendremos un ganador ¿Están listos? Todos afirmaron al mismo tiempo, como si de un coro angelical se tratase. Volteó la carta boca arriba. Cuatro de espadas. El marcador quedaba empatado a dos puntos. «¿Cómo es posible?» se preguntaba el chico mayor. - Bueno, parece que nos disputaremos el último punto en una partida final. «¡Se ha dado cuenta que se su punto débil! ¡Estoy seguro de eso!» seguía afirmando. - ¡Oye! ¡Nikolas! – le llamó el dealer para hacerlo entrar en razón. - ¿Eh? - Ya daremos comienzo a la quinta ronda, estás un poco disperso. - Ah… claro, sí, de todas maneras, ya tengo la victoria en mi bolsillo. Atrás de la mesa, entre los espectadores se realizaban apuestas sobre quién resultaría ganador de la partida. Aunque las cantidades apostadas eran por mucho tres dólares. - ¡Uno! - ¡Dos! Iniciaron de nuevo y la primera ronda pasó desapercibida. Inició la segunda. - ¡Uno! – se mojó los labios a propósito. - Serás cabrón… ¡Dos! - ¡Tres! – volvió a repetir el movimiento engañoso. - ¡Cuatro! - ¡Cinco! – esta vez no hizo nada. «¿Ha pasado de hacerlo? ¿Acaso sólo me piensa confundir? O simplemente estará invirtiendo el orden en que lo hace… será cabrón… ¡Seguro ha invertido el orden!» afirmó confiado. - ¡Seis! - ¡Siete! - ¡Ocho! - ¡Nueve! – su lengua remojó el labio superior. - No… ¡Diez! - ¡Once! – afirmó sin hacer ningún movimiento. - ¡Mentiroso! La tensión se los comió vivos. La sala había sido invadida por un silencio sepulcral, contrastando con lo sucedido hacía unos minutos, dónde nadie podía mantener el pico cerrado. - Nikolas ha solicitado revisión – afirmó Logan. Por lo tanto, en caso de que la carta sea un once… ¡Lucas será el ganador! - Hazlo de una buena vez – le gritó su compañero de clase. Levantó la carta lentamente. Asestó un golpe al girarla. Cuatro de bastones. Lucas había resultado vencedor. La sala entró en júbilo. Los espectadores saltaban. Quienes habían apostado dinero al jugador de mayor edad se encontraban decepcionados. - ¿Cómo es posible? - Te lo diré Nikolas. Te fijaste tanto en mis gestos, que ni siquiera pudiste echarle una mirada a tu baraja para darte cuenta que en tus manos tenías todos los once. - ¿Qué? – preguntó exaltado y en efecto, todas las cartas con ese valor le pertenecían. Se había cegado tanto prediciendo patrones de comportamiento que olvidó completamente que las cartas tenían su magia. Lucas se levantó de la mesa ante los aplausos de la gente. Observó a su hermana aplaudiendo de mala gana. - ¿Qué pasó Sara? ¿Decepcionada? Por más trampa que intentaste hacerme no pudiste conmigo. - ¿Trampa? Lo que dije iba dirigido para ti. - ¿A qué te refieres? - Ese tic que tienes al decir una mentira es algo de lo que me he dado cuenta desde que vivíamos en el orfanato… lo que dije fue para que estuvieras consciente de que por ese lado te podrían descubrir fácilmente. - Así que… - Si, no fue para ayudar al idiota de Nikolas… era para hacerte caer en cuenta de tu error… y que lo mejoraras para que perfeccionaras tu manera de jugar.
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