¡Gabe!¡Es Gabe! ¿Cómo se atreve a venir a nuestra nueva casa a buscarme? Se suponía que mandaría un coche y yo podría explicarme acerca de mi marido. Ahora las cosas son distintas, no podré ir con él. De ninguna forma una mujer recién casada y enamorada de su esposo se va con otro a pasar la noche desde su propia casa sin que el marido diga nada. Es que es absurdo total. —¡Ábrele, cariño a tu amigo! —No seas idiota, Dante —alza una ceja —. Voy hasta la entrada a ver qué hace aquí. —Querrás decir: vamos... —Ha venido por mi —le recuerdo y se le trasforma el rostro, está muy enfadado —. Creo que lo sabes. —Y yo creo que tu no te enteras de que eres mi mujer, no vas a ningún sitio sin mi. —¡Los estoy oyendo, chicos! Nos sobresaltamos cuando la voz de Gabe se mete en nuestra casa.

