No consigo decir una palabra más cuando ya se me lanzado encima. Estoy contra la pared rodeada los sus brazos y respirando fuerte con él delante de mi paseando sus ojos por todo mi cuerpo que se va descontrolado a medida que nos acercamos. —Dante... Mi advertencia le hace reír. Es una risa tan bonita, él es tan guapo que a veces duele y aunque me haya roto en pedazos antes, me vuelve a resucitar con dos miradas lascivas y algunas palabras que solo él puede decirme y hacerme reaccionar con ellas. ¿Cómo voy a estar sin él si está en todos lados? ¿Si me seduce con solo mirarme los labios? —Miénteme —masculla pegando su pelvis a la mía —. Vamos, miénteme. Dime que no me deseas. Que no me amas. Que no eres mía. Miénteme pero detenme...por el amor de Dios porque no voy a respetar más esta l

