El miedo

1601 Words
—O te vas ahora o la siguiente es tuya –amenaza Sean y apunta a Dante. Directamente. Todavía tengo las manos en la boca del miedo. Algo dentro de mi aún le ama y por mucho que quiera decirme a mi misma que no siento más que odio por él, mis instintos le reconocen como el dueño de mi corazón. Sean solo le dió al costado de él, justo en el marco de la puerta pero el estruendo ha sido tan grande que todavía tiemblo. —Pues dispárame pero ella y yo, tenemos algo de lo que habar —insiste el moreno con esos ojos que todavía me doblan las rodillas. —La dejaste tirada, traicionaste su confianza y con eso la lanzaste de rebote a mis brazos —enumera Sean y Dante aprieta las manos en puños —, nada de lo que digas va a cambiar el hecho de que ella es mía ahora. Soy yo quién le hace el amor, quién la tiene en sus brazos cada noche y quien la conservará a su lado cada siguiente día del resto de nuestras vidas. —¡Cierra la maldita boca! Dante se lanza contra Sean y se lían a puñetazos. La pistola rueda por el suelo y alguien la recoge mientras yo grito asustada por ambas. Sí, es cierto todo lo que dijo Sean menos una pequeña parte: no nos hemos acostado. No podría ser de nadie más que suya. No todavía, al menos. Por suerte para todos la rubia toma el control que yo no tengo sobre la situación y en mi estado tampoco me puedo arriesgar a interponerme entre semejantes hombres, ella levanta el arma del suelo la pone dentro de su bolso y sale corriendo a buscar a alguien de seguridad. Cuando llegan los guardias logran con gran esfuerzo apartar a los animales salvajes que aún se revuelcan por el suelo y es entonces que Dante me vuelve a mirar para espetar como en una amenaza: —Sabes que esto no va a acabar aquí —me derrite la ronquera de su voz —, iré a verte a su casa si hace falta pero hablaremos. Su advertencia me hace pensar que puede que sea mejor decirle adiós y que sepa que no ha nada más que hacer para salvar esto. Sean me aprieta una mano disponiendo en su posesivo gesto su postura y de pronto me giro y le digo... —Hablaré con él, no le diré nada de lo que ya sabes y tú podrás esperarme fuera de la habitación en la que hablemos para que podamos ir a casa y te cure esa ceja. —No cedas...ese tipo no te merece. —No lo haré —prometo y miro al otro por encima de su hombro, tiene el labio partido y poco más —. Soy más fuerte que todo esto. Sean, asiente...pero entonces, en un clarísimo gesto de desafío me toma las mejillas entre sus manos, pega nuestros labios en un casto y rápido pico que hace que Dante se lance hacia nosotros pero Marcie le detiene nuevamente sorprendiéndome la fuerza que parece tener esa menuda mujer. Minutos después estamos solos en una habitación muy iluminada, nadie más que nuestras aceleradas respiraciones nos acompañan y no sé qué decir...solo puedo perderme en el fuego que crece en mi corazón cada vez que sus ojos me suplican que los mire y luego sus dientes mastican pedacitos de esos labios que tanto amaba besar. Es difícil estar frente suyo cuando tantos sentimientos amenazan mi raciocinio pero de pronto, buscando fortaleza en mi mente recuerdo unas palabras que fortalecen todos mis debilidades. "Te aseguro que este tiempo contigo ha pintado mi destino para siempre con tu rostro... de la forma más dulce o más amarga, mi vida olerá siempre a tí." Esas palabras que me dijo hace solo unos días se me viene a la mente ahora, mientras le miro. Una mentira supina. Un engaño magistral...un insulto a mi inteligencia. Mi corazón se desboca cuando se acerca pero mi orgullo me obliga a retroceder. Me duele que todo lo que me dijo se haya quedado en un vacío recuerdo que en el fondo no supone nada. Ya nunca más podré creer en él y no solo en lo que diga, sino en lo que prometa hacer. Dante está acabado para mi y duele muchísimo ser consciente de eso. Lo peor es serlo mirándolo, porque de alguna forma ya lo sabía pero esto es distinto. Su rostro hermoso me mira sin saber que llevo a su hijo en mi vientre y promete cosas que ya no me interesan y que como dije...no puedo creerle. —Tengo tanto miedo de decir algo y alejarte más —susurra y me doy la vuelta hacia el vacío fuera de la ventana de cristal laminado. —Me siento como si estuviera oyendo hablar a la tormenta que se llevó mi vida entera, Dante —por fin digo algo sin que me tiemble la voz —. No puedes hacer nada que lo empeore porque no ha nada más entre tú y yo. —¡No digas eso! Y no debería. Tengo a su hijo dentro de mi y debería decirle pero no puedo. Tengo que silenciar esa verdad porque no podría tenerle de vuelta en mi vida. No, si siento que arrasará con todo otra vez. —Me vendiste de una forma repugnante —se rompe mi voz y callo. —No te conocía y sí...tienes razón en odiarme por ser ese hombre, Camille pero no puedes dudar de que te ame. Eso lo tienes que sentir porque nunca pude explicarte cuanto te amaba...cuanto te amo —sus brazos toman mi cintura desde atrás y me recuesta en su cuerpo —. Nunca pude decirlo en palabras porque mis sentimientos son más que eso. Mucho más. Busquemos una solución. Sé que no te has acostado con él. —No deberías confiar tanto en mi —pone la barbilla en mi hombro —. Una mujer herida es capaz de más de lo que los demás crean de ella. —Reconozco en tus latidos los míos —me besa el cuello —, no puedes sentir por mi lo que sientes y entregarte a él. Yo sí te conozco. Y tú eres mía, aunque alejes tu cuerpo de mi tu alma me pertenece como a tí la mía. —No hay un sola palabra que arregle esto —le explico dándome la vuelta y poniendo mis manos en sus hombros —. La única razón por la que te he dejado tocarme es para que sientas como duele que te hagan creer que tendrás algo que luego te arrebatan como hiciste conmigo ese día. Me acuerdo de tus besos, de tu sudor y de todo tu ser pero no es suficiente para que te devuelva mi alma, Dante. Ya te la he quitado. Esto no tiene arreglo y espero que lo asumas. Era lo que querías, trabajaste para ello. —No sabía que juego sería, nena... —Pues no debiste jugar a ciegas. Tuviste miles de oportunidades para decirme lo que sucedía. Yo, lo hice desde el principio —le recuerdo. Al inicio de conocernos aclaramos todo y él sabía que yo necesitaba ese dinero incluso para qué, nunca lo engañé. Le di mi alma, mi corazón y cuerpo. Le entregué mi amor...y tengo la prueba dentro de mi pero nunca lo sabrá. —Tienes que volver a mi, a nosotros...a lo que teníamos —suplica y le beso la mejilla, me estoy despidiendo. —No queda nada a lo que volver... aléjate de mi porque ahora seré yo quien juegue una partida que no sabrás ganar. Se queda tan circunspecto que me alejo y sé que se siente incapaz de detenerme. Siente que no tiene control de nada y que yo puedo hacer que todo cambie porque él me ha dado los elementos...pero es que no quiero. Podría jugar con sus sentimientos, hacerlo amarme como un loco y luego dejarlo tirado pero él es su propia trampa y siempre saldré escaldada del pozo de amor. No voy a arriesgar más de mi. Seguiré este proyecto y Dante y Camille serán solo una historia sin fin, algo que nunca acabó porque jamás consiguió empezar. —Eras el mayor reto que había tenido cuando supe que estaba enamorado de tí —su confesión me detiene, no me doy la vuelta pero le oigo —; pero ahora eres mi mayor miedo porque sé que haré cualquier cosa por recuperarte y esto, nena...tómalo como un amenaza. Esa forma de hacerme me ha recordado que estoy loca por él, que no hay suficiente dolor en el mundo para hacer que deje de amarlo pero eso él...no puede saberlo. —Tu mayor miedo debería ser saber que no tengo miedo a lastimarte, ya no importas para mi y en cuanto salga por esta puerta querrás alejar tus sentimientos de mi porque seré lo peor que te haya pasado en la vida. Yo no perdono, no olvido y no vuelvo a amar algo que he perdido...de la forma en que tú me hiciste perderlo. Siento que camina y es mi señal para irme lejos suyo. He mentido tanto que tengo la sensación de que lo sabe todo, todo menos una pequeñita cosa. Afuera está mi salvador y sus brazos me reciben abiertos como siempre. Nos vamos juntos de este sitio y su mao aprieta mi hombro cuando siente que estoy a nada de llorar. Ya puedo dejar que todos mis miedos vuelvan...ya Dante no está.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD