Las palabras de Abby fueron como dagas para Vincent. Sabía que tenía razón, que no había nada que pudiera decir para justificar lo que había hecho. Pero el dolor de saber que la hija que nunca conoció estaba ahí, viviendo una vida feliz sin él, era insoportable. Había venido con la intención de enfrentarse a su pasado, pero ahora se daba cuenta de que el pasado lo había alcanzado antes de que pudiera prepararse para lo que estaba por venir. — Yo... solo quería... —murmuró Vincent, sin saber cómo continuar. Pero antes de que pudiera decir más, la puerta de la casa se abrió de nuevo, y Sarah, que había llegado sin ni siquiera avisar, entró con una expresión de sorpresa al ver a los tres juntos. — Hola a tod… ¿Qué está pasando aquí? —preguntó S

