—¡Ahhh! —Jadeé sorprendida porque alguien golpeó de repente la ventana de cristal que estaba a mi lado.
Cuando la abrí respiré aliviada al ver que solo se trataba de agente, acaricio mi pecho para reducir los latidos de mi corazón productos del anterior susto.
—¿Por qué has parado? —La cabeza de agente se asomó por la ventana abierta.
Juan y yo nos miramos.
—Debemos ir a la casa, hay un asunto importante que resolver primero —, dijo Juan y yo asentí nerviosamente con la cabeza confirmando las palabras de Juan.
—Está bien, vayan primero que yo me quedaré atrás —. Ordenó. Ernesto, mi otro guardaespaldas, es quien conduce el auto.
Tomo mi teléfono y marco el número del Señor Darwin.
—Hola señor Darwin, ¿Puede ir a mi casa ahora mismo? —pregunto apenas él responde la llamada.
—Hola Del
