Esa mañana Farid se levantó con una idea en mente, sacó sus prendas de vestir del closet de la habitación del hotel y se dispuso a colocarlas en su maleta, iba a adelantar su viaje a Grecia, había pensado permanecer una semana allí en New York, pero era demasiado crudo para él estar a las expectativas.
Si se daba lo del contrato enviaría a uno de sus agentes para cerrar el negocio;
en eso estaba, cuando escuchó sonar su celular, al parecer tenía una llamada.
— Buenos días señor Aziz, la señora Romano ha decidido hacer negociaciones con su empresa, ¿podría venir a mediodía para ultimar los detalles de precios y facturación?— dijo la voz al otro lado de la línea.
Farid por unos breves segundos dudo si enviar a su asistente o hacerlo personalmente, al final dijo:
— Será un placer estar a esa hora señorita.
Suspiró y se dijo: «Que sea lo que Dios quiera » llamó a su asistente para que estuviera listo al mediodía y salió para disfrutar de un nutritivo desayuno.
Sonrió al pensar en Spencer, se extrañó cuando le anunció que lo acompañaría a cerrar el negocio con la gran Karen Romano, no quiso que lo acompañara a la primera reunión y ahora el primer impulso quiso ir acompañado, ¿Acaso temía algo?
Qué idiotez, ¿qué podría pasarle con la diseñadora? Realmente nada, ella era una mujer de hielo por su frialdad hacia el sexo masculino, en todo ese tiempo se había tomado el tiempo para averiguar sobre ella.
Nadie le conocía una pareja, solo que había estado casada y ahora estaba sola, pero esa historia que existía detrás de ella ninguna persona la sabía, era todo un mutismo alrededor, impenetrable.
Bueno, lo cierto era que ahora había sucedido lo que le parecía poco probable, había logrado la licitación de negocios con Karen Romano, en pocas horas la tendría nuevamente frente a él y debía prepararse para enfrentar a esta mujer que le alteraba los sentidos.
Se dió todo el tiempo para estar listo para ir a su cita de cierre de negocios, una nueva llamada entró a su celular, era su madre quien siempre le dedicaba una llamada para saber de él, en especial cuando tenía días sin verlo.
— Hola madre, ¿cómo has estado?— saludó él con ternura, amaba a esta mujer como lo más importante en su vida.
— ¡Hola cariño!— dijo ella— yo estoy bien, extrañandote mucho, espero y hayas tenido éxito en tu viaje y pueda verte pronto.
— En unos minutos salgo para cerrar un negocio muy importante mamá — dijo él — tu llamada me traerá la bendición que necesito, siempre has sido mi mejor amuleto de la suerte.
— ¡Ay tan bello mi muchacho!— dijo ella — tu padre te envía un abrazo y debes apartar un tiempo, pronto tu hermana tendrá a su segundo bebé y te quiere acá.
— Si mami, estoy pendiente de Amira y su embarazo aún faltan cuatro meses, te aseguro que estaré allá con ustedes— dijo Farid— debo irme mamá o llegaré tarde a mi reunión.
— Está bien hijo — dijo Sylvia — te mando un gran beso y mi bendición.
— Gracias madre— dijo él, cerrando la llamada.
Salió a prisa, no quería dar una mala impresión por llegar tarde, ya el asistente lo esperaba, pronto estuvieron a las puertas del gran edificio donde funcionaba la poderosa industria de la moda, de Karen Romano.
Al igual que el día anterior fue conducido al gran salón, unos minutos más tarde, entró una chica informando:
— La señora Romano los recibirá en su oficina privada, síganme por favor.
Farid respiró profundamente y junto a su asistente Spencer, salió detrás de la dama que los guiaba, instantes después entraba en un lugar de hermosa decoración, un gran escritorio de fina caoba adornaba el lugar con muebles cómodos elegantemente distribuidos, dándole un aspecto único al lugar.
Ella en ese momento se encontraba de espaldas en una conversación telefónica y al parecer estaba quejándose de un mal servicio, exigía con palabras fuertes sin llegar a las groserías, pero denotaban la incomodidad que sentía.
En un momento se volvió encontrándose con los ojos de Farid que la miraban sin demostrar lo que estaba sintiendo en ese momento, solo había extrañesa en su mirada, pues no se esperaba aquella conexión.
Fueron breves los segundos que sus ojos estuvieron conectados, él, sintió algo extraño recorrer su cuerpo, pero de inmediato volvió a la realidad, en especial porque ella fue la primera en reaccionar y endurecer la mirada, al tenerlo frente a ella.
Indicó con un gesto que tomarán asiento, la chica salió y Karen habló unos segundos más y cerró la llamada, después centró su atención en sus visitantes diciendo:
— Tengan un buen día caballeros, pido disculpas por tener que atender una llamada urgente en el momento que aparté para atenderlo señor Aziz, ahora hablemos de lo que deseo para la colecciones que se llevarán a cabo en ésta temporada.
De inmediato se involucraron en el asunto de las telas, la moda y lo que ella como diseñadora de modas quería alcanzar para su empresa, después de estar hablando por más de una hora, todo quedó cerrado con los precios.
Usted no regatea con los precios señor Aziz— dijo ella con palabras afiliadas.
— Señora Romano, usted sabe que conmigo tiene garantizada la venta de su colección, las mejores telas estarán a su disposición de su atelier, no soy un mercader, soy comerciante y sé lo que representa mi empresa— dijo Farid Aziz
— Estoy clara en eso— dijo Karen— por eso lo escogí, he escuchado de su reputación y hasta ahora no habíamos coincidido en negocios, me alegra de empezar esta colección con el mejor.
— Gracias por su confianza señora Romano — dijo Farid muy solemne.
— El gusto ha sido mío— dijo ella — ¿Qué le parece si cerramos está alianza con un almuerzo?
Farid se sorprendió con la invitación, pero su rostro no lo denotaba, lo tomó de una manera muy profesional y respondió:
— Me parece muy conveniente, ¿no es así Spencer?
El asistente que hasta ahora había salido ido invisible reaccionó al momento como su hubiera participado activamente en la conversación diciendo:
— ¡Genial jefe!
— ¡Vamos entonces!— exclamó Karen.
Ella misma estaba sorprendida de aquella explosión de amabilidad hacia su proveedor, por un momento pensó: «¿Que te sucede Karen Romano, te estás volviendo cursi o qué?» alejó todo pensamiento extraño, quizás era la euforia del éxito que se le avecinaba que le había hecho invitar a éste atractivo hombre de negocios.
Farid Aziz también se sintió eufórico dentro de sí, pero su rostro estaba estoico e impávido, había averiguado todo sobre ésta mujer, muy poco se daba a almuerzos o cenas de negocios y menos con personas del sexo opuesto, quizás era una nueva estrategia la que estaba aplicando Karen Romano con él, de todas maneras debía andar con cuidado, no le gustaban las sorpresas de éste tipo.
Karen mientras iba pensando en su Instante de locura, éste hombre era diferente a todos los que hasta ahora se le habían acercado, todos querían alabar y rendirle pleitesía, éste al parecer en ese momento ni siquiera la miraba con interés, aunque le había coqueteado la tarde anterior, ese día se mostraba indiferente, eso la intrigaba; ¿sería por eso que ella lo había invitado a almorzar? Para averiguar porque Farid Aziz, ese día se hacía el indiferente ante ella.