Gordon Skinner, aparece

1367 Words
— Dueña de nada Amira — dijo él con tristeza — me gusta, pero ella no está interesada en mí. — Eso es porque no te conoce mi querido hermano, — dijo Amira —hay que crear una situación donde puedan encontrarse y hablar. Farid miró a su hermana entre divertido y preocupado, siempre se le ocurrían los peores disparates, le encantaba inventar situaciones para hacer de cupido, tan loca que era, pero muy buena persona. — Hermana querida, te prohíbo que te metas en esto, conozco tu mente imaginativa y los desastres no me gustan— dijo él— de verdad haz caso a mi advertencia. — ¿Qué? Cómo voy a inventar algo si ni siquiera sé quién te movió el piso — dijo con inocencia su hermana— ¿Por qué eres tan aburrido? — ¡Porque la divertida eres tú!— dijo él riendo— ¿Dónde está el súper alegre de tu esposo? — Farid, no seas tan maluco, mi esposo es lo más bello del mundo— lo defendió ella. —¡Yo no estoy diciendo lo contrario hermanita!— dijo Farid— ¡Te sacaste la lotería con ese galán! — ¡Aunque te burles, es así! ¡Es mi premio mayor!—dijo ella orgullosa — y tú deberías estar afanado buscando también a tu compañera de vida. — No tengo apuros — dijo él sonriendo — me tomo las cosas con calma, además ya te dije, que aún no encuentro a alguien que desee cargar con mis mañas. — Es en serio hermano, ya es tiempo de que eches raíces, y deja de buscar a una mujer que se parezca a mamá— dijo muy seria Amira. — No busco a alguien como mamá — se defendió Farid— solo que aún no me enamoro de nadie. — Bueno entonces hay que buscar la manera de que conozcas más chicas, por cierto mi esposo hoy salió con papá — dijo Amira — no o se que se traen entre manos esos dos. — Debe ser algo muy bueno — dijo Farid — papá es un excelente socio y amigo, me alegra verte feliz hermana, te ves hermosa con esa pancita. — ¡Gracias Farid!— dijo ella emocionada— mi princesa nacerá en unas 10 semanas más. — Estaré acá para tenerla en brazos hermana— prometió él— mis sobrinos son mi mayor tesoro, hasta que vengan mis hijos. — ¡Así sea hermano!— dijo Amira. Farid fue dispuesto a pasar unos días en casa de sus padres, necesitaba ese calor familiar, descansar y sentir renovado su espíritu y cuerpo para enfrentar el hecho de haberse enamorado de un imposible, su madre siempre era un catalizador a sus emociones con su hablar suave y cariñoso lo hacía sentir envuelto en algodones. Siempre había admirado la relación entre sus padres, ella siempre solicita a solucionar cualquier situación conversando y su papá plegado a lo que Sylvia dijera, parecía extraño que un hombre como Hafid Aziz, quien era dominante a nivel de negocios y finanzas con su madre era protector y respetaba cualquier sugerencia que ella daba para mantener la armonía en el hogar y la familia. Amira tenía razón siempre había añorado conseguir una mujer como su madre, aunque sabía que eso era imposible, Sylvia Aziz era única, él la amaba y sabía que su padre la idolatraba, Hafid no veía la vida sin su mujer al lado, Farid se sentía orgulloso de poseer la familia que tenía. Mientras, Karen veía pasar sus días entre diseños y frustración, se acercaba el día de la presentación de la colección y ya todas las modelos habían sido seleccionadas, todo era un corre corre por toda la empresa y ella tenía muy poco tiempo para pensar en su corazón maltrecho. Aún así en las noches se permitía traer a su pensamiento el rostro de Farid y preguntarse: «¿En cuánto tiempo se casaría? ¿Cómo sería la chica afortunada?» Si, porque era una mujer con suerte quién se quedara con este monumento de hombre. Se sorprendió de tener estos pensamientos, hacía tanto tiempo que Karen no le dedicaba un suspiro a un hombre, de repente oyó sonar el teléfono de su casa y se sobresaltó, muy pocas personas por no decir ninguna usaban ese número para comunicarse con ella , siempre la llamaban al celular. Con el ceño fruncido se dirigió al vestíbulo para saber quién se atrevía a molestar en su hora de descanso, alzó el auricular y escuchó una voz conocida al otro lado de la línea telefónica. — Karen, hola soy yo, Gordon, necesito tu ayuda, es urgente. — No entiendo que necesitas de mí,— dijo ella— ¿Qué quieres? —¿Puedo ir hasta tu casa ahora?— preguntó el hombre del teléfono. — No veo para qué, Gordon— respondió Karen— es tarde, además de eso tú y yo no somos amigos. — ¡Por favor Karen, ten compasión, estoy en un hospital y no tengo donde ir, ven a buscarme!— pidió Gordon— se que estás enojada conmigo, pero por favor, ayúdame. Después de pensarlo unos instantes al final dijo: — ¿En dónde estás? Escuchó la dirección y salió de inmediato para el lugar que el hombre le había indicado, al llegar allí lo vió sentado en la recepción del hospital, se veía bien delgado y con grandes ojeras, además de que su vestimenta estaba bastante desaliñada. Él al verla se levantó y con mirada de perrito regañado suplicó que ella se compadeciera de su persona. — ¿Cómo llegaste a esto?— preguntó ella por saludo. — Estoy en bancarrota Karen, además de eso estoy enfermo y no tengo donde ir, perdí todo— comenzó a sollozar. Ella al mirarlo apretó la mandíbula con desagrado y dijo: — No te pongas en esos términos, te ves patético, vamos te llevaré conmigo y después veremos. — ¡Gracias Karen!— sabía que podía contar contigo. Ella quién iba adelante hasta su coche, se paró y se volvió hacia él diciendo: — Si te ayudo es por pura humanidad, porque tú no mereces siquiera que te devuelva el saludo — dijo ella — además me interesa saber cómo te arruinaste y llegaste a éste estado tan deplorable. —Esta bien, se que fui una mala persona contigo,— dijo Gordon— pero la vida me ha golpeado duro y me ha hecho reflexionar, he cambiado,¿Sabes? — Me alegra por tí, a mi ya no me interesan tus cambios, ahora mi rumbo es otro y tú no entras en el—dijo ella con dureza. — ¡Cuánto daño te causé! Siempre fuiste una mujer tan dulce, ahora eres tan dura y desconfiada, he oído mucho de ti, la gran Karen Romano— dijo Gordon. — Espero que no me hayas buscado para lamer mi trasero, tengo muchos de esos por doquier y lo menos que necesito es a mi ex marido como perrito faldero— dijo ella despectiva. — Te aseguro que no es así, solo necesito que me alojes por unos días y yo después me abro, de verdad que te agradezco meterme la mano en estos momentos tan duros para mí— dijo él. — ¿Qué de tus padres? Ya estaban dentro del auto de ella y él se volvió hacia ella, al momento que decía: — No quiero molestarlos ahora, están enojados conmigo y no les quitó la razón, pero apenas mejore de salud les llamaré — prometió él. — ¿Qué es lo que tienes? ¿Por qué estabas en el hospital?— preguntó ella. — Estoy con cáncer de páncreas Karen, estuve cinco días hospitalizado mientras me hicieron los exámenes después de una crisis fuerte de salud y eso fueron los resultados — dijo Gordon — me mandaron a casa y luego hacerme las quimioterapias, pero de verdad no sé que voy a hacer, solo se me ocurrió llamarte y que vinieras por mí. — ¿Por qué yo, Gordon y no tus padres?— preguntó ella extrañada — ¿Quieres mover mi compasión, para que volver a joder mi vida?
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