Ya bañada y vestida, no puedo evitar oler la camisa de Salvatore, que esta en mi cama. —Puedes olerme a mi—Me dice Salvatore recargado en el marco de la puerta. —Me gusta la combinación de ambos—Le digo doblando su ropa y extendiéndosela —Quédatela, me gusta que uses mi ropa—pongo la camisa en uno de los cajones. Y el se pega a mi espalda. Envolviéndome por la cintura, besa mi cuello—¿Quieres hablar de lo de anoche? —¿Hablar como que? —Le digo pasando mi brazo por su cuello, hasta su nuca. Acariciando su cabello. —De lo bien que la pasamos—Me dice besando mi cuello de nuevo—De lo rico que hicimos—sus manos me aprietan a él por mi cintura—¿Lo repetiremos? —¿Quieres repetir? —Le digo cerrando los ojos cuando una de sus manos baja un poco la blusa que me puse para cubrir el chupetón

