Era una propuesta impresionante; nada de lo que estaba sucediendo había sido siquiera una idea en su cabeza hacía un mes, y esto era solo el comienzo. Pero la totalidad de la experiencia ya la estaba ayudando a adaptarse; estar allí de pie, en tan solo sus bragas, mientras un anciano gigante y barbudo la tocaba y le decía que serviría a cuatro padres que acababa de conocer era una auténtica locura, pero no podía negar que todo ya estaba sucediendo. Demasiado lejos para regresar, su única opción parecía ser seguir adelante. Todo lo que Martin hacía le hacía saber instintivamente que cualquier acto s****l que decidiera emprender sería recompensado con aprobación, afecto y amabilidad. Su mejor plan era seguir ese rastro de migas de pan hasta llegar al otro lado de la tarde. —Cariño —dijo Ma

