Esa idea me pareció nueva, extraña. Yo nunca había pensado en la posibilidad de negarme al sexo. Pero, ahora que la escuchaba, parecía lo más normal del mundo. ¿Por qué un hombre debía decir siempre que sí?
Mamá inclinó la cabeza con una expresión pensativa.
—¿Alguna vez estuviste en una situación en la que no querías hacer algo, pero sentiste que tenías que hacerlo igual?
Pensé en eso por un momento, pero no encontré una respuesta clara.
—No sé… creo que nunca me pasó.
—Quizás porque no te encontraste con alguien que te presionara —dijo ella—. Pero creeme, hay hombres que también se sienten obligados a hacer cosas que no quieren.
Llevó una mano a su cabello y se lo pasó lentamente por detrás de la oreja. Ese gesto, tan simple, tan casual, me pareció de una sensualidad absurda.
—Y c
