La dueña de la editorial, Giovanna, centró su vista solo en algunas.
—La o el que lo consiga, será subido de puesto, confío en que hay personas muy completas trabajando para mi— Dijo en un tono que en vez de sonar motivador era amenazante.
Todos volvieron a sus escritorios, y por supuesto yo hice lo mismo.
—¿Escuchaste eso? ¿Cómo rayos voy a conseguir una entrevista con Demian Lennon?—Preguntó Cecilia atormentada.
Me reí, la vida me empezaba a sonar irónica. —No te preocupes, seguro que la conseguirás y subirás de puesto— Le dije con seguridad.
—Aja, como si eso fuera tan fácil, un hombre como ese no acepta entrevistas y menos para hablar de su vida privada, y si no se casó con tu hermana, Mildred, ¿con quién se casó?— Preguntó confundida.
Me quedé mirándola fijamente y en ese miento entendió, ella supo sin palabras que era yo.
—Guárdame el secreto, no quiero que se sepa, al menos no ahora— Le pedí en voz baja.
Cecilia se llevó su manos a la boca y hubo destellos de felicidad que casi no podía ocultar.
—Amiga estás con el hombre que amas, me alegro tanto por eso— Dijo emocionada.
—Ya lo sé pero, bien sabes que el ama a mi hermana y que lo único que nos mantiene juntos son los negocios familiares.
—No importa, eso es maravilloso, eres hermosa y estoy segura que te sabrás ganar su amor.
Crucé los dedos pensando que podría darme suerte, pero en el fondo sabía que no pasaría, si Mildred regresaba mi familia me obligaría a dejarlo.
Cuando cayó la noche, estaba fuera de la editorial esperando un taxi, cuando de repente un auto n***o se detuvo.
Bajó el cristal y una voz desde adentro se escuchó. —¡Sube por favor!.
Por supuesto que subí, era Demian, así que no le di largas.
—Buenas noches Azucena— Dijo Demian con amabilidad cuando subí al auto.
—Buenas noches— Respondí con amabilidad también.
Sin decir nada más, Demian puso en marcha el auto y en silencio llegamos a la mansión.
Fueron veinte largos minutos, que parecieron una eternidad.
Al llegar a la mansión, subí directamente a la habitación, me dolía un poco el cuello, pero era por el cansancio.
—Estaré en el despacho— Dijo Demian mientras me veía subir las escaleras.
—¡Está bien!— Fue lo único que respondí.
Cuando llegué finalmente a la habitación, entré directamente al baño, me quité la ropa, abrí la ducha y dejé que el agua caliente fuera mi terapia.
Unos largos minutos después, salí de la ducha, y recordé que aún no había guardado las cosas que había en mi maleta.
Así que puse la toalla blanca que rodeará mi cuerpo y fui hasta donde estaban mis maletas, justo en ese momento, la puerta se abrió.
—¡Demian!— exclamé avergonzada.
Demian no dijo nada, se acercó hasta mi, entró su mano por mi nuca y me besó, ahora sí mis labios correspondieron, no pensaba en nada más que estar entre sus brazos.
Me tomó entre sus brazos y me acostó sobre la cama, mientras no dejaba de besarme.
Sentía nervios, mi estómago tenía un hormiguero de sensación que jamás había sentido.
Veo como Demian se desnuda frente a mis ojos y como finalmente descubre mi cuerpo ante los ojos de él.
Demian besa todo mi cuerpo y descubro que me gusta más de lo que alguna vez pude haber imaginado.
Cuando siento que Demian quiere entrarse dentro de mi, hago un gesto con mi mano y lo detengo.
—Demian, soy virgen aún — Le confesé, a pesar de tener miedo de que se detuviera.
Demian abrió los ojos más de lo normal y por unos segundos guardó silencio.
—¿Jamás has estado con un hombre?— Me preguntó al detenerse.
—No, jamás he estado con alguien, esta seria .. mi primera vez— Le dije.
Para mi sorpresa, Demian me besó en los labios y a partir de ese momento se volvió más cariñoso y delicado.
Él se entró dentro de mi, sentía un leve dolor pero al final era dolor, aún así pocos segundos después empecé a disfrutarlo y a desear que ese momento jamás terminara.
No se que tiempo pasó después de eso, pero luego, estábamos tumbados en la cama con la respiración agitada.
—¿Te gustó?— Me preguntó.
—¡Si!— Le respondí avergonzada.
Sin preguntar nada más, Demian me llevó hasta su pecho, y ahí me quedé dormida, exhausta por lo que había acabado de vivir.
La mañana siguiente al despertar, ya Demian no estaba en la cama, así que me levanté, y al empezar a caminar sentí un leve dolor entre mis piernas, pero suponía que era algo normal.
Tomé una ducha y no pude dejar de sonreír al recordar la noche anterior, había sido mágico, tal como lo había imaginado.
Cuando bajé al comedor, llevaba una sonrisa dibujada en mi rostro, pero al ingresar no había nadie, estaba vacío.
—Señorita, ¿Le sirvo el desayuno?— Preguntó al empleada con amabilidad .
—Si, por favor. ¿Y mi esposo?— Pregunté.
—Desayunó más temprano que de costumbre y se marchó, pero dijo que el chofer la llevaría a su trabajo— Respondió la empleada con amabilidad.
Desayuné sola, sentía un nudo en la garganta, quizás Demian ya se había arrepentido de lo que había pasado la noche anterior entre ambos.
Sin embargo, traté de no pensarlo mucho y me fui hasta mi trabajo, el chofer me llevó tal como lo había dicho Demian.
Cuando puse un pie en la editorial, mi jefa Giovanna me llamó a su oficina, y sin pensarlo dos veces me dirigí hacia allá.
—Buenos días señora Giovanna— Dije con una sonrisa.
—Buenos días, Azucena quiero que te unas al equipo para conseguir esa entrevista y si lo logras, entonces te haré un jugoso aumento salarial— Dijo.
Me quedé mirándola fijamente, el aumento no lo necesitaba, pero quizás podría ser de ayuda para la empresa en la que trabajo.