--- La noche pasó sin reconciliaciones.
Aymara se fue furiosa, empapada y temblando de rabia, con el eco de las últimas palabras de Dante aún ardiendo en su mente. Había caminado bajo la lluvia sin mirar atrás, ignorando el frío que se colaba en sus huesos y la sensación de vacío que le dejó la discusión.
Mientras tanto, Dante se quedó en su departamento, con la mandíbula apretada y el ceño fruncido, escuchando los cristales rotos de su ventana chocar con la brisa nocturna.
Ninguno de los dos quiso dar su brazo a torcer.
Ninguno de los dos cerró los ojos esa noche sin pensar en el otro.
Pero si creían que esa pelea sería lo último entre ellos, estaban muy equivocados.
Pero su noche fue larga y su despertar amargo
Pero igualmente a la mañana siguiente, Aymara llegó al café con el org
