Adriana Adriana Esperaba que Kovo volviera a su tamaño normal cuando abriera los ojos. En su lugar, me encontré con la mirada de una bestia que parecía no tener nada más que mirar además de mí. Me atrajo hacia sí como si fuera valiosa, delicada. Con la mano trazó un relajante patrón de arriba abajo por mi columna vertebral con un roce suave, imposible de imaginar. Me dolían las zonas más delicadas. Estaba vacía. Los dos seguíamos desnudos. Me moví mínimamente y algo duro y largo me saludó de un modo muy íntimo. Recordé exactamente esa longitud, dureza y grosor. Lo bien que me sentí al tenerlo enterrado dentro de mí. Mi pulso se aceleró casi tan rápido como mis pensamientos. Vaya. Sería mejor que frenara las hormonas o Stephanie aparecería y me encontraría en una posición muy poco feme

