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Tu Legítima Mentira

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“Seré tuya hasta que la mentira llegue a su fin…”

Lo sé; el amor y el deseo están prohibidos según el contrato que firmé antes de casarme con él, pero..

Lo deseo.

No sé si es amor o simple deseo carnal, pero lo deseo; anhelo sus besos y su toque sobre mi piel. Es mi marido, pero sus caricias y sus besos están tan prohibidos como el infierno que arde cual hoguera bajo mi piel.

Todo es una mentira, pero ¿Cómo engaño a mi piel para que apague el deseo que siento por su cuerpo?

En este juego de mentiras puedo salir perdiendo mucho más que el corazón…

La vida de Brooke Jones dio un giro de ciento ochenta grados, pues ahora es la esposa del conocido y frío Elliot Lefebvre, pero no es un matrimonio por amor, sino un matrimonio por contrato plagado de mentiras y secretos por descubrir.

Ellos aprenderán a vivir juntos en su propia telaraña de mentiras que poco a poco irá envolviéndolos con fervor.

Una relación donde está prohibido enamorarse y entregarse mutuamente a la pasión pero ¿Quién engaña a la piel que arde deseosamente? ¿Y quién engaña a un corazón que anhela enamorarse?

El contrato se romperá si alguno de ellos se enamora.

¿Podrá más el corazón que la mentira?

“No me engañas. Yo sé que solo soy parte de…Tu Legítima Mentira…”

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(+18) Capítulo 1 (Part.1)
5 años atrás… ¿E…? Pov: Ella es bellísima… —Ah… Los suaves gemidos que escapan de sus labios carnosos, la forma en la que su cuerpo se estremece a cada caricia de mis dedos… —Más… La forma en la que ruega con sus pestañas temblorosas, mientras se entrega al placer que le proporcionan mis caricias. Mis manos vagan libremente por su piel sedosa, perlada con una leve capa de sudor y su aroma femenil solo vuelve loco a mis sentidos. Quiero hacerla mía. Muerdo su cuello con insistencia y ella solo gime acostada en la cama debajo de mi cuerpo. Quiero dejar una huella imborrable en su cuerpo, quiero que mañana recuerde quien fue quien dejó besos en su piel, quien le enseñó con caricias lo que es el verdadero placer, pero… ¿Quién es esta mujer? Me incorporo encima de su cuerpo y la observo con gran detenimiento. Se encuentra agitada por las sensaciones que seguramente invaden su cuerpo y, quizás, también por el alcohol que aún recorre su sistema. Sus ojos se encuentran ausentes y brillosos, bañados en la más pura excitación; su rostro es delicado, muy hermoso e inocente, recuerdo que cuando la vi quedé hipnotizado con esos ojos color miel y ese rostro tan bello que parecía querer esconderse en su propia miseria. Algo le pasó a esta hermosa mujer que quiso ahogar sus penas en alcohol y ahora va a ahogarse en caricias, mientras yo me ahogo en su cuerpo como un náufrago que nunca aprendió a nadar. Su cuerpo… Mi mirada lujuriosa desciende por su cuerpo, como si trazase un camino prohibido solo con mis ojos y debo decir que entre más la miro, mi deseo más se enciende como una hoguera ardiente que amenaza con consumirnos a ambos y siento que mi m*****o explotará en cualquier momento dentro de mis pantalones. Ella solo lleva sus bragas ya que, desde que llegamos al hotel, no pude aguantar mis ganas y poco a poco fui retirando las prendas que cubrían su cuerpo haciendo que únicamente la cubran unas simples bragas blancas sin ningún adorno y tampoco podrían considerarse seductoras, pero yo siento que esta imagen es la más sensual que he visto en mi vida. Sus pechos no son enormes, pero tampoco son tan pequeños y el color de la aureola de su pezón es rosa, un rosa bastante jugoso que me tienta a comerme esas pequeñas gomitas que se ven tan irresistibles desde mi posición. Quiero probar más… Relamo mis labios, sin poder resistirlo, mis manos viajan hacia sus pechos y empiezo a juguetear suavemente con ellos haciendo que ella se arquee notoriamente. Se amoldan perfectamente a mis manos lo cual me deja fascinado, son tan suaves y a la vez firmes, pues cuando los aprieto vuelven a su forma original sin ningún problema. Poco a poco me acerco a ella y atrapo con mis labios uno de sus pezones para deleitarme con su sabor ¿Por qué su piel sabe tan dulce? Succiono con fuerza su pezón derecho y ella se remueve bajo mi cuerpo, como rogando silenciosamente que no me detenga por nada del mundo. Mis manos recorren su piel y trazan un sendero hasta ese lugar prohibido el cual nadie ha visto jamás. Ella me dijo que era su primera vez, no le creí a la primera, pues ya estaba algo ebria y podía estarme mintiendo, pero ahora puedo casi asegurar que si decía la verdad. Actúa como toda una virgen. Mis dedos empiezan a hacer travesuras en esa zona tan resbaladiza y no puedo evitar centrar mi mirada en su rostro, pues no me quiero perder ni una sola de sus expresiones. Ella abre los ojos sorprendida, mientras su rostro se baña en carmín, parece sorprendida y confundida por todo lo que está experimentando, pero, a la vez, se ve deseosa y anhelante por más. Mis dedos curiosos se adentran más en su intimidad, siguiendo el camino que me indica su propio cuerpo y quedo fascinado con lo que siento. Húmedo. —Ugh…N-No toques a-ahí—se queja suavemente en medio de jadeos cuando acaricio la entrada a su cuerpo con mi dedo— No… —Si no lo hago podría dolerte más de lo necesario—le explico con voz jadeante mirándola embelesado, como quien mira una verdadera obra de arte. Decido retirar sus bragas y también retirar la ropa que quedaba cubriendo mi cuerpo, pues quiero sentir su piel contra mi piel de una manera plena, sin que nada se interponga entre su calor y el mío. Su pecho sube y baja en cada respiración acelerada, mientras sus pequeñas manos se aferran a la sábana blanca que recubre la cama, su cabello castaño se encuentra hecho un sensual desastre e incluso ella misma parece estar en medio de un completo caos, pero jamás vi en mi vida un desastre tan hermoso como este. Tan caótica y tan sublime, así es esta mujer. Quiero más…Siento que quiero más de ella. Mis manos se despliegan abiertas acariciando las curvas de su cuerpo, guiado únicamente por mi instinto de querer plasmar mi huella en su piel. No siento que mis dos manos sean suficientes para satisfacer este deseo que palpita hambriento dentro de mi ser. Quiero explorar cada curva, cada línea de su piel y descubrir nuevos caminos en donde yo seré el único que podrá explorarlos. Ella curvea su cuerpo retorciéndose ante el más mínimo toque de mis manos y en ese momento mi mirada capta algo en la parte superior de su espalda, cerca de su hombro. Inclino un poco mi cuerpo guiado por mi curiosidad para ver de que se trata y veo que es una pequeña marca en forma de mariposa en su espalda. Interesante. No lo resisto más y decido tocar esa marca tan inusual y nítida. De verdad parece una mariposa con las alas extendidas, no es tan grande, pero, al ser su piel tan nívea, su marca resalta más. Mis dedos continúan tocando esa inusual marca y ella se estremece a cada toque en esa zona ¿Será este algún punto sensible? Empiezo a besar y a lamer esa marca como si quisiera comerla de un solo bocado y ella solo deja salir de sus labios sensuales sonidos que hacen que mi sangre hierva en gran manera. Siento que en cualquier momento voy a explotar y quiero hacerlo dentro de ella. Quiero tomarla y meterme de una sola estocada en ella, para mover mis caderas al ritmo de la sensual danza que creemos entre los dos, en medio de nuestro propio ardor y desenfreno, pero algo me detiene y es que esta es su primera vez. Seré el primero. De pronto un pequeñísimo hilito de cordura empieza a molestarme. A esta mujer que yace excitada debajo de mi cuerpo no la conozco, la he conocido hoy en un bar, pues la vi bebiendo amargamente en la barra. Éramos como dos almas rotas que buscaban compañía; en sus ojos vi tristeza y desesperación por encontrar una salida. Parecía perdida y yo pude notarlo, pues también me sentía perdido, es difícil fingir que todo está bien, cuando no lo sientes así. Sinceramente llegué a mi límite y es por ello que quise distraerme yendo a ese bar, pero la encontré a ella y ahora me encuentro al límite de la locura con tan solo esa mirada. Estuvimos hablando un poco de temas sin importancia y fue entonces cuando ella me preguntó: “¿Quieres tener sexo conmigo?” Pensé que era alguien experimentada que buscaba solo una aventura de una noche, pero luego añadió: “Es mi primera vez así que no tengo experiencia en esto, pero estoy harta de que los hombres no me miren como mujer…Hazme sentir mujer por lo menos una vez en mi maldita vida” Sinceramente me sorprendí cuando ella me dijo eso y dudé que fuese cierto, pero al ver esos ojos llenos de inocencia y desesperación supe que ella me estaba diciendo la verdad. Yo jamás he estado con una virgen y pensé que esto sería una grata experiencia, así que acepté su proposición, aunque ahora siento que me vuelvo loco por el deseo que recorre mis venas con frenesí, pero hay algo que me hace sentir un poco mal. Ella está ebria, no está en sus cinco sentidos ahora ¿Eso se catalogaría como una violación? Sé que ella me lo pidió primero, pero aún así… Me incorporo encima de su cuerpo y con el poco autocontrol que aún queda en mi sistema decido preguntar: —¿Estás segura que quieres esto…? No estoy seguro que pueda parar después de aquí. Si ella se niega ¿Podré parar? No lo creo, pues ahora mismo hay un impulso latente dentro de mí que solo me impulsa a poseer a esta mujer. Quiero que sea mía. Es como un rugido primitivo el que ahora mismo me gobierna, pero antes que todo debo saber que es lo que quiere. Está es su última oportunidad de retractarse, pues después no habrá más oportunidades. Ella parece adormilada, pero a la vez bastante consciente y al no tener respuesta de ella vuelvo a hablar ansioso. —Siento que enloquezco, cariño…—expreso con voz jadeante sintiendo el feroz palpitar de mi entrepierna y me abrazo a ella, enterrando mi cabeza en el hueco de su cuello para aliviar el ardor que siente mi piel, pero su piel caliente solo hace que mi ardor sea más ferviente. El deseo y la lujuria están nublando mi juicio—Por favor, dame permiso de entrar en ti. Es la primera vez en toda mi vida que deseo tanto a una mujer. Siempre he tenido mujeres hermosas y, aunque el sexo ha sido bueno, nunca sentí esa necesidad de saciar mi sed en un cuerpo que no estoy seguro que quiera pertenecerme. Tal es mi deseo y necesidad de saciarme en su piel que creo que en cualquier momento perderé el sentido, nunca había experimentado algo similar a esto. ¿Qué pasará si dice que no…? —Sí, hazlo…—me responde ella jadeante dejándome completamente sorprendido. Dijo que sí… No creí que fuese a decir que sí y ahora el último hilito de cordura se ha roto por completo. Mi mente solo es capaz de pensar en hacer mía a esta mujer y ya nada podrá detenerme. Me incorporo encima de ella e impulsado por su deseo procedo a abrir sus piernas para posicionarme entre ellas. Ella me mira expectante, mientras yo me coloco el condón correctamente antes de tomar sus piernas y extenderlas un poco más para que sea más cómodo. Estando así tan expuesta para mí no hay duda alguna de que esto va a pasar y que ya nada va a detenerme. Mis dedos palpan esa zona y se detienen en su entrada para darme cuenta de su estrechez y humedad. Hago una pequeña mueca y veo como ella frunce su ceño pareciendo un poco incómoda. Esto probablemente va a dolerle un poco, aunque haré todo lo que sea necesario para que no le duela tanto. Alineo mi pene en su entrada y poco a poco empiezo a entrar en ella, mientras siento la resistencia de su cuerpo hacia mí. Su respiración se vuelve más errática y su cuerpo parece contraerse y retroceder debido a mi avance. Tal parece que su cuerpo rechaza mi intromisión. Pero… Tomo su cintura con ambas manos y doy un movimiento a mi cadera haciendo que entre una parte de mi m*****o. —¡AHHH! Yo gimo de placer al sentir como sus paredes se contraen alrededor de mí, pero mi gemido se ve opacado completamente por su grito de dolor. Le duele… Muerdo con fuerza mi labio tratando de contenerme un poco, pues todavía no he entrado por completo en ella, supongo que tengo que ir más lento para que no le duela tanto, pero ¡Joder! Es difícil, se siente tan caliente y pequeño dentro de ella, además se aferra de una manera deliciosa a mi m*****o como si lo estuviese absorbiendo. Una gota de sudor desciende por mi frente, mientras avanzo no puedo evitar gemir y soltar soniditos de placer, pero ella parece que sufre del dolor y eso me hace sentir mal. Quisiera que no le doliera tanto, pero estoy luchando contra mí mismo para que no le duela. En ese momento siento un punto de resistencia dentro y, ante mi insistencia, cede por completo como si algo se hubiese roto dentro de ella. Empieza a sangrar un poco corroborando lo que ha había dicho antes. Sí era virgen. Es muy extraño, no es normal ver a mujeres hermosas siendo vírgenes después de los 18, pero parece que ella estuvo esperando por mí. Eso me llena de una misteriosa satisfacción y un extraño deseo de posesividad; algo me lo dice a gritos dentro de mí. Ella es mía.

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