Totalmente tuya

2008 Words
Observar dormir a Amaia es lo más placentero que he vivido en mi vida, amo a mi esposa con locura, me la robe por dos días, los niños no me dejan disfrutar de su grata compañía, acaparan toda su atención, es una mini luna de miel, iremos a la isla, en total soledad disfrutaremos de sus instalaciones como es debido. La envuelvo en mis brazos y le dejé un tierno beso en la frente. Aunque extraño las travesuras de los pequeños, no puedo negarlo. Tengo muchas cosas que contarle, pero aún no me atrevo, debo confiar plenamente en mi esposa, pero la vergüenza que siento por mi pasado es grande, también reconozco que debo confesar muchas cosas, las cuales haré a su debido tiempo. No duermo solamente velo el sueño de mi dulzura. Pienso en nuestra transición y se me infla el pecho al saber que Amaia no sufrirá más, que al fin ambos nos complementamos a la perfección. Al llegar la tomo en mis brazos, no deseo despertarla, ya bastante hice con acabar su energía hace algún rato, recuerdo nuestro caliente encuentro y nuevamente me dan ganas de tenerla, pero no puedo aprovecharme como quisiera, el embarazo la tiene agotada, la abrigó bien antes de salir, la cuido como mi gran tesoro, caminó hasta la entrada principal, al adentrarme a la casa subo las escaleras con ella y ni cuenta se da cuando la dejé en la cama, cubrí su cuerpo con la manta del lugar, decido ir por una ducha caliente. Respiro agitado al recordar sus gemidos, mi esposa me atrae como nunca nadie lo había hecho, con Emelie fue distinta nuestra relación. Es una tortura ir a trabajar todos los días y pasar más de ocho horas sin contemplar sus hermosos ojos color ámbar. Las gotas calientes recorren mis músculos y mi falo está erecto, así me tiene Amaia como un adolescente, sediento de su piel, de su cuerpo y de sus besos. Giro al sentir sus suaves dedos recorriendo mi espalda —Mi amor —Busco sus labios como un moribundo —Preciosa debes descansar —Intento no hacerla esforzar demasiado. Tampoco quiero robar todas sus energías. —Me sentí abandonada en la cama —Hace un puchero y la atraje más a mí —Nunca te abandonaría —Acaricie sus labios con suavidad —vine por una ducha cariño. Ella me besa una vez más y su cuerpo se humedece con el agua, es una tentación imposible de ignorar, creo que no la dejaré descansar, sus manos va a mi espalda y las mías a esa parte de su cuerpo que tanto me encanta, su voluptuoso trasero. Ese que ha crecido un poco más con el embarazo, siento que disfrutaré de este maravilloso estado gestacional. Nos besamos con amor, simplemente no me caso de ella, mientras más la pruebo más quiero de sus labios, de su cuerpo, de sus pliegues y su néctar dulce, sus piernas envuelve mi cadera y su pubis queda encima de mi erecto m*****o, decido salir de allí, es de madrugada y no deseo que mi adorada esposa, se me enferme, aunque el agua este tibia, temo por su salud, así me convertí en un sobre protector, después de lo ocurrido me da miedo tan solo de pensar que una gripe alérgica me pueda separar de ella, no me culpen he vivido muchas cosas traumáticas a lo largo de mi vida y en este instante lo tengo todo y me causa miedo tener estabilidad, el pavor me invade de forma tonta. Elimino la humedad de su cuerpo con suma delicadeza deslizó la toalla y ella jadea por el contacto que empleo en cada roce, la observó de arriba abajo con dulzura la dejé en la cama, me deleitó con su cuerpo, la contempló en su totalidad, saboreo mentalmente sus pliegues, Amaia despierta mis más profundas pasiones, esas que estaban dormidas desde hace mucho tiempo y solo ella logró que salieran una vez más. Me acerco con lentitud al estar a un costado de la cama deslizo mis dedos desde su cuello, continuó con el recorrido tortuoso, pero placentero por el centro de su pecho, muerde su labio inferior —¡Ah! —Gime al sentir mi toque en sus erectos pezones, arquea su espalda y gime nuevamente excitada y mi falo palpita deseoso por hundirse en los pliegues de su reina. Me inclino y le dejó cientos de besos en su labios, mi lengua recorrer con avidez su nívea piel —Uriel —Jadea mi nombre y es una tortura, mi nombre suena también al salir de sus labios y más cuando su voz está afectada producto a su excitación —Por favor, te necesito —Súplica en un susurro y no pude repeler su demandante petición, con ello escale por su cuerpo y al posicionarme en su entrada se aferra a mis hombros con fuerza, sus uñas se clavan en mi carne y se abre de piernas para recibirme sin problemas, su humedad me recibe y gruñí como un animal al saber que es mía, que solo yo disfruto de su cuerpo y que nunca más la pienso soltar, deseoso me adentre en ella disfrutando de cada roce, mis labios se unen con los de ella, nos besamos con adoración, nos necesitamos el uno al otro, mis estocadas son lentas, profundas y para nada desesperadas. —Te amo —Susurra en mi boca y mis vellos corporales se pusieron de punta. Esto es mejor de lo que imagine. Mi vida de casado promete. —Yo te amo mucho más, preciosa esposa —Declaré con total sinceridad. Su sonrisa ilumina su rostro y mis manos se une con las de ella, por fin acaparó toda su atención y aunque nuestros hijos son lo más valioso que ambos tenemos, necesitábamos un día a solas, ahora Amaia cabalga haciéndome extasiar de placer, su vaivén es exquisito ¡Es tan buena! Sus dedos acarician mi pecho mientras yo disfruto la vista que me ofrece, muerdo mi labio inferior al deleitarme con el rebote de sus pechos. El sonido de nuestros cuerpos amándose rompe el silencio de la habitación, nuestros jadeos acompañados de nuestra respiración errática es música para mis oídos. Me aferré a sus caderas y al sentir sus paredes contraerse me vine con ella. —Uriel —Gime mi nombre y sus pechos descansa en el mío, la abrazo, apartó algunos mechones de cabello adheridos a su frente y beso la coronilla de su cabeza —Eres el amor de mi vida. Me mira con amor —Gracias por este viaje —Besa mi pecho, se queda dormida, me salgo de sus pliegues y humedezco una toalla, la aseo y me acuesto a su lado, la protejo entre mis brazos. Envolví su cuerpo con el mío y en total comodidad me quedo dormido. Horas después Le preparo el desayuno a mi adorada esposa, necesita nutrirse, el bebé y ella deben alimentarse como es debido, preparó pan, tocino, huevos revueltos y ensalada de fruta acompañado de un vaso de jugo de naranja. Llevó la charola y me senté a un costado de la cama, incliné mi rostro para despertarla con muchos besos. —Tres minutos más —Se queja volteando su trasero, aunque tengo una vista privilegiada igual la despertaré. —Despierta preciosa —Beso sus mejillas. Dejo todo en la mesa y me cuelo debajo de la sabana, inicio torturándola, muerdo su oreja. —Arriba cariño —Hum —Es lo único que dice, ya son las nueve de la mañana toca comer, me aprovecho de su desnudez y mis dedos van a sus pliegues, mis dedos acarician su botón de placer y se remueve, su trasero me hace empalmar mucho más, no me resisto a sus glúteos rozando mi extensión, anhelo entrar en ella, pero aún no, debe primero desayunar. Adentro un poco más dos de mis dedos en sus pliegues y sus gemidos me indican que está despertando, continúo mi trabajo matutino hasta que su cuerpo alcanza el clímax, se pega más a mí y jadea muy despierta. —Ahora si despertaste del todo mi amor —Beso su cuello y al sacar mis dedos húmedos de sus fluidos los llevo a mi boca y dios esto es como un café por la mañana delicioso y revitalizante. La lleno de besos y la giró de inmediato a mí —Buenos días —Su rostro luce un poco cansado, busca mis labios y mete sus manos en mi chándal, jadeé, sin embargo, la detuve —No preciosa, primero debes comer —Beso su frente y tomé su desayuno, le dejó cada bocado en sus labios. Al culminar nos dimos una ducha, solamente nos dimos un baño y llamamos a nuestros pequeños, mamá gallina está preocupada por sus polluelos —Mis amores —Amaia saluda a las gemelas. —Mami, estamos molestos con papito, te secuestro —mi risa resuena y no pude evitar sentir que por primera vez triunfe por encima de mis hijas. —Payton, siempre eres la más peleona, no tienes tamaño muchachita —La reprendo intentando no reírme. —No es justo —Se cruza de brazos —Mami es nuestra también y te la llevaste —Amaia suelta una carcajada. —Ya mi amor, te prometo que al volver tendremos un día solo de madre e hijos y a tu papá lo dejamos fuera de nuestros planes ¿Te parece? —No podemos dejar a papi —Mi dulce Payge rompe el silencio y me sentí orgulloso. —Gracias mi niña tú si me quieres —Le lanzó un beso por la pantalla y ella simula que lo recibió. — ¿Joshua cómo se está portando? —Bien mami, la tía Dan no hizo el desayuno y más tarde iremos al parque solas, ya que te robaron —No pudimos ocultar la risa, ambos nos carcajeamos. —Mis niños mi esposa y yo debíamos resolver un asuntito, de regreso le tenemos que dar una noticia —Amaia se pone nerviosa, sus labios pierden el color, me ha comentado la preocupación que siente por la nueva llegada de nuestro bebé y el comportamiento de los niños. —Está bien les creeré, aunque pienso que solamente querían estar lejos de nosotros — ¿De dónde Payton sacará esas cosas? —Eso jamás, tus pensamientos están errados, saben que son mi vida, sin embargo, su padre también necesita de mí y ustedes son un poco egoísta no les gusta compartirme con él, además ese comportamiento grosero no me gusta —Amaia le habla fuerte y la gemela se disculpa. Hace un puchero antes de hablar —Perdón, solamente los extraño, más a mami —Con eso el ceño fruncido de Amaia desaparece, sabe cómo hacerla cambiar de parecer en un segundo. —Yo también los extraño, mis niños, los tres son importantes para mí al igual que su tía Dánae y su padre. —Mami cuando vuelvas te prepararemos una sorpresa —Payge habla tan dulce como siempre, Joshua grita y la llama, no me gusta la idea de estar lejos de nuestros hijos, pero necesitábamos esto, pronto su barriguita comenzará a crecer, entre las consultas médicas, los niños y mi trabajo, no podremos tener espacio para nada. Duramos hablando mucho rato con los niños, Amaia llora apenas culminamos la video-llamada, está sensible el embarazo la tiene sentimental —Mi amor mañana volvemos ¿O quieres hacerlo de inmediato? —Si ella dice que nos vamos, yo cumpliré con sus órdenes ante todo está su bienestar. —Solo estoy sensible —Besa mis labios, acune su cuerpo largo rato en mi pecho mientras acariciaba su espalda. —Entiendo mi reina, para la próxima no venimos todos, igual siempre saco tiempo para cobrarte cada minuto que no me das amor —Su sonrisa se dibuja en sus labios de forma exquisita, la amo con todo mi ser, ella llegó a ser la luz entre tanta oscuridad Amaia me necesitaba y yo necesitaba de ella. Nos salvamos el uno al otro
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