El calor sofocante de la noche se mezclaba con la intensidad de la música que retumbaba en cada rincón de Belanova, creando un ambiente que envolvía todo a su alrededor. Me encontraba, como siempre, en mi puesto habitual, vigilando la entrada, asegurándome de que todo transcurriera sin incidentes. Pero por dentro, sabía que esa noche sería como tantas otras: una prueba constante. La tentación estaba siempre presente, y con cada mirada de Camila, esa chica que me había puesto a prueba tantas veces, se hacía más difícil resistir. La primera vez que sucedió, me dije que fue un accidente, un momento de debilidad. Camila se acercó con esa sonrisa pícara, sus ojos brillaban con una mezcla de desafío y deseo. Sabía lo que quería, y aunque mi mente me gritaba que me alejara, mi cuerpo tenía otras

