Capítulo 1

3012 Words
-¿Qui-qui-quién...? -No hace falta que responda, ni siquiera que formules tu pregunta, tú sabes muy bien quién soy. -No... No puede ser, no puedes estar aquí, tengo que estar alucinando.  -¿Tan imposible se te hace mi presencia? -Es que... -¿Eres un cazador y estoy en sus territorios, en su propia casa? -Bueno... ¿Sí? Una risa musical y profunda, casi como la noche misma, sale desprendida de la boca de cereza que posee y pequeñas arrugas aparecen en los costados de su rostro, lo que muestra que suele reír y sonreír; con los ojos cerrados como los tiene en ese momento (y si se ignora su melena flotante como sumergida en el agua), casi que podría pasar por una mujer humana normal. Aunque estaba MUY lejos de la mundana humanidad, ella era la Diosa, la Luna misma en persona y la tenía frente a él, en su habitación, riéndose de él en ese mismo instante y él estaba como tonto, sentado en el piso lamentándose y dando una pésima muestra de sí mismo. Se supone que ella era lo que habitaba en Iriabela y estaba presentándole un espectáculo francamente patético. Era un cazador, por amor de Dios, además de un chico bien educado y, aunque se suponía que ella era su "enemiga" (era contra quien se suponía que batallaban los suyos, a pesar de que, desde que había conocido a Iriabela, había iniciado a cuestionarse seriamente el "por qué" de eso), no dejaba de ser una Diosa, a quien había que mostrarle el debido respeto por su divinidad y poder. Por eso mismo, entrando finalmente en razón y reconectando la neurona racional, con impresionante agilidad se pone de pie y clava rodilla en tierra, bajando la cabeza en una muestra de respeto que casi le provoca ternura a la alta e imponente mujer que lo observa todavía sin moverse del lugar. -Eso no es necesario, querido.  -Puede que seamos de bandos contrario, sin embargo, eso no cambia que le debo respeto, usted sigue siendo una Diosa. -¿Realmente crees que estamos en lados opuestos? -Bueno, soy una cazador, mi Señora, mi misión siempre ha sido eliminar a su portadora humana. -¿Y por qué? -Demasiado poder, uno que amenaza a la humanidad. No podemos permitir que alguien así de poderoso exista, que ponga en peligro nuestra supervivencia; las criaturas sobrenaturales no deben de tener la posibilidad de atacarnos, sería una balanza muy inclinada para su lado si ocurriera y tuvieran a la bruja con ellos. La humanidad perdería sin duda. -¿Eso crees? ¿Eso es lo que te han dicho que es La Bruja Lunar? ¿Un poder para desequilibrar la balanza? -He empezado a dudar de que así sea. -¿Desde cuándo? Se mantiene en silencio por un momento y todo lo que ha vivido en el último tiempo pasa por su mente en menos de un segundo, sobre todo, el rostro sonriente de Iriabela, en el cual casi puede jurar que ve la vida misma reflejada... -Cuando la conocí a ella, cuando me acerqué y vi cómo era, cuando nos protegió, cuando se arriesgó con su familia a llevarnos a su fortaleza aún siendo "humanos", cuando me permitieron ver la camaradería entre las criaturas y lo que cuentan de los horrores causados por los míos... Nos tienen miedo y con justa razón, peor ahora que ella está aquí; se supone que es su protectora y nosotros queremos destruirla... -Así es, ella está para mantener el equilibrio, para que ningún bando se alce sobre el otro, para que ninguna especie desaparezca. Su propósito no es la guerra, sino al contrario, está aquí para mantener la paz, el equilibro, no solo entre los humanos y las criaturas sobrenaturales, sino también sobre todo aquello que ustedes no pueden ver o siquiera imaginar que existe. ¿Crees que los vivos son los peligrosos? Hay espíritus que, sin el poder de Iriabela, causarían estragos en el mundo. Mi portadora tiene el deber de defender al débil, de equilibrar la balanza si ésta se inclina demasiado para algún extremo. Ponerse del lado de lo sobrenatural si son atacados, o del de los humanos, si los demás se alzan contra ellos y pretenden eliminarlos. Aun así, el ser humano le teme a aquello que es diferente, a aquello que puede hacer lo que él no; les temen a las criaturas sobrenaturales porque poseen habilidades que ustedes no, sin embargo, poseen las mismas cargas y preocupaciones que ustedes, quizás incluso peores, considerando que son cruelmente perseguidos por los tuyos y que tienen que proteger a sus familias de personas que no tienen corazón. Tú aún conservas el tuyo, tienes tu moral intacta, tú no tocarías a niños inocentes, sin importar de qué especie sean, no obstante, ese no es el caso de la gran mayoría de los tuyos. Podría mostrarte horribles escenas de tus compañeros matando a sangre fría a criaturas tan indefensas como pequeños, niños de pocos años e incluso bebés.  -No por favor, no creo soportarlo.  -Porque como dije, aún tienes corazón, eres una buena persona, Ayrrick, y por eso estás destinado a ser quien acompañe a Iriabela en la travesía que se viene.  -¿Entonces los sueños de Iriabela son ciertos? Esa guerra con la que sueña... Su muerte... -Así es, me alegro que te lo contara. -Pero... la elección... En sus pesadillas era ella quien tenía que elegir. -Ella ya hizo su elección una vez, ahora eres tú quien tendrá que reforzarla, demostrarle que no se equivocó, sin embargo, esa será tu decisión, tú tendrás que escoger ahora qué camino tomarás, y nadie más que tú puede hacer eso por ti. -Ella me eligió y, por eso mismo, ahora está encerrada en la mazmorra, siendo torturada para intentar romperla. Dudo mucho que vuelva a escogerme o que siquiera vuelva a confiar en mí, yo la traicioné. -Es verdad, cometiste un error, no obstante, eso no implica que no puedas redimirte. Te sientes mal por lo que hiciste, sientes culpa, por eso huiste aquí, por eso no te atreves a bajar, no soportas verla sufrir, y eso es lo que te da una oportunidad de redención. Si la situación fuera otra, si nada de eso pasara por tu corazón, la cosa sería diferente. Ahora está en ti, elige sabiamente... El silencio se expande por la habitación y la luz que le daba de frente, mengua lentamente hasta desaparecer, mostrándole al alzar la cabeza, que ya está solo nuevamente, que ella se ha ido. Aún está impactado por haber estado en presencia de una Diosa, sobre todo de ESA Diosa en particular y que no lo haya fulminado con un rayo o algo similar, porque bueno, por su culpa Iriabela, su portadora, fue capturada hace un par de meses y ha estado sufriendo todo éste tiempo.  Cae en ese momento en la situación y agarra su teléfono a toda velocidad, buscando el calendario; queda a penas una semana para que la Luna de Sangre esté sobre todos, Iriabela se ha resistido tanto a los intentos de esa maldita vieja de romperla, que debe estar agotada y, o sigue resistiendo y su padre finalmente la asesina "porque ya no le sirve", o por fin se quiebra y él consigue su objetivo. Ninguno de los dos escenarios es algo positivo en absoluto, causará solo miseria y horrores, ahora puede verlo, es como si la presencia de la Diosa Luna, sus palabras, el poder que emana de su ser, hubiera despejado su mente de todo aquello que nublaba la realidad, que le imposibilitaba de aceptar elegir una opción. Sigue con miedo, no es tonto, la realidad es que lo que va a conllevar lo que sabe que tiene que hacer, es muy peligroso y grave, no obstante, las palabras de la Diosa, su ayuda para despejar su mente y su corazón, de aclararle la realidad y no tener solo la idea que han implantado en su mente desde que tiene uso de razón, ya no le permiten esconder la cabeza en la tierra, hacerse el tonto a lo que, aunque quiera negarlo, siempre supo que debía hacer.  Era ahora o nunca, no puede retrasarlo, lleva demasiado tiempo ignorando la verdad, no obstante, tiene que tener cuidado, tiene que planear lo que hará con precisión o todo se irá al demonio. Iriabela tiene que salir con vida de ahí, no importa el costo, y sería esa noche. Si nadie lo espera, sería más sencillo. Lo único que ruega es que no intente matarlo a penas lo vea. Ya se ve con la cabeza siendo despegada de su cuerpo en cuanto pueda pronunciar una palabra.  El silencio de la noche, junto con la obscuridad que reina, son mi tapadera perfecta mientras me desplazo por los pasillos hacia la zona de las celdas. Un guardia solo vigila la entrada, pues parece que la última sesión de tortura que le practicaron a Iriabela, la ha dejado exhausta. El conocimiento de eso me cae como una roca al estómago, pero no es momento para sentirme mal, luego tendré la oportunidad y espero con todas mis fuerzas que ella me perdone, sino, bueno, ya veremos. Cuando creo que es el momento justo, que se él se distrajo, me acerco por la espalda y le hago lo que se conoce como "llave del sueño", colocando mi antebrazo por debajo de su cuello y presionando contra la garganta, cortando la circulación sanguínea, mientras que mi mano libre mano empuja su cuello hacia abajo al mismo tiempo, ejerciendo presión hasta que noto que ya no pelea, que se ha quedado flácido en mi agarre y, por consiguiente, ya está inconsciente. Lo dejo con cuidado en el suelo y busco las llaves, encontrándolas y abriendo lentamente la reja para no hacer ruido. Arrastro al desmayado dentro de la estancia a obscuras y vuelvo a cerrar, aunque no con seguro, para poder disimular mínimamente.  En cuanto la luz me muestra el interior del lugar, puedo notar la mesa de piedra donde está atada Iriabela, la cual se nota bastante deteriorada y cansada, lo cual me hace sentir aún peor de lo que ya estaba. Su boca está cubierta, obviamente, para que no pueda pronunciar palabra, no querían que soltara ningún hechizo, y su garganta debe de estar muy seca luego de los gritos de hoy. Espero que le hayan dado líquidos para ayudarle a recuperarse.  Me acerco a ella y, con cuidado, la toco en el hombro con delicadeza, intentando despertarla. No me toma mucho, parece que no se permite dormir profundo, estar completamente fuera de combate, y solo necesito un ligero contacto, para que sus iris casi blancos aparezcan y me observen. Parece estar desconcertada por unos instantes, hasta que su cerebro reconecta por completo y su gesto cambia cuando me reconoce, mostrándome claramente su ira contra mí.  -No hagas ruido, por favor, permíteme hablar y luego decides qué hacer, ¿puedes? Sé que no tengo derecho a pedirte nada, pero te aseguro que esto valdrá la pena. Unos agónicos segundos pasan hasta que finalmente asiente, permitiéndome hablar, lo cual agradezco a quien sea que me esté escuchando y ayudando hasta ahora.  -Mira, no tenemos mucho tiempo, te diré todo lo que quieras saber, mas no ahora, sino cuando salgamos de aquí. Su ceño se frunce con confusión, por la cual no la culpo, y trato de ser lo más claro posible.  -Voy a sacarte, te llevaré de nuevo a la mansión del Consejo, y ésta vez, nadie podrá llegar a ti, porque no los va a ayudar ningún ser vivo desde dentro. Sé que no confías en mí, y no voy a decirte que no lo entiendo, al contrario, es justificado y sé que seguramente estaría igual que tú si los lugares se intercambiaran, sin embargo, solo te pido que lo hagas una última vez, así conseguiré sacarte de aquí. Cuando seas libre, puedes hacer conmigo lo que quieras, castigarme si así lo deseas, abandonarme, los cazadores me matarán si me encuentran, porque sabrán que fui yo quien te ayudó a huir, tal vez eso sea lo mejor para ti, no obstante, por ahora soy tu única opción para escapar y necesito tu cooperación para poder lograrlo. ¿Estás dispuesta? Los segundos pasan, poniéndome nervioso pues, si no nos apuramos, alguien podría descubrirnos, pero antes de que diga nada, ella suspira como si estuviera rendida, porque sabe que no queda otra opción, y finalmente asiente, aliviando la presión en mi pecho.  -Bien, quitaré lo que tapa tu boca, por favor, sé que dijiste que me darías una oportunidad temporal, mas te ruego que no grites.  Su gesto de molestia me dice que mejor no digo nada y con cuidado le retiro la mordaza; su lengua sale disparada a remojar sus labios agrietados y rápidamente pronuncia algo que no entiendo. Las cadenas se sueltan por lo que, evidentemente fue hechizo, y un suspiro de alivio escapa de ella en el instante exacto en que sus extremidades dejan de estar tirantes.  -Por la Diosa, jamás había estado tan feliz de poder moverme... -Permíteme ayudarte a levantarte. Sé que necesitas reponerte y que posiblemente no quieres mi contacto, sin embargo, tenemos que salir de aquí rápido, antes de que alguien note la ausencia del guardia y, obviamente, la tuya.  -Tienes razón, no me interesa tener siquiera un dedo tuyo encima, no obstante, no soy estúpida, así que mejor ayúdame y vámonos.  -Gracias.  -No me agradezcas, aún estoy decidiendo si te mato o te dejo con tus compañeros para que ellos se encarguen.  -Lo entiendo. No digo nada más, simplemente tomo su brazo y la coloco sobre mis hombros, acomodando el mío propio en su cintura para poder sujetarla; sé que no me permitiría jamás alzarla en brazos y llevarla en posición de novia. Cuando estamos por salir, ella me detiene. -Espera, no podemos dejarlo así, podría delatarnos en cuanto despierte. Si no puede hacerlo, eso nos daría más tiempo. -¿Y qué hacemos? -Yo me encargo.  Su mano libre se alza y con unas cuantas palabras más que no comprendo, el cuerpo inerte del guardia flota en el aire hasta acomodarse sobre la mesa de piedra donde estaba ella antes y lo encadena tal y como la habían posicionado. Una vez con eso listo, salimos del lugar y cierro nuevamente la celda, arrojando la llave dentro de la estancia lejos del alcance de cualquiera.  Con cuidado, nos desplazamos por los pasillos obscuros en el mayor silencio posible, acercándonos hacia las escaleras que nos llevarán a la planta baja y de ahí, a la salida de aquí. De ahí, tenemos que ir rápido al lateral del edificio donde están los vehículos, de los cuales solo uno funciona, porque me encargué de sabotear a todos los demás.  -Ya falta poco.  -¿Tienes todo el plan armado para huir? -Sí, no te preocupes, tengo todo listo.  -Eso espero... Me merezco su enojo, su trato hostil, su frialdad, y lo sé, no voy a quejarme, pero eso no implica que no me duela. Si decide finalmente dejarme con vida, en serio espero que me perdone y que las cosas puedan mejorar. Soy su protector, ahora soy realmente consciente de eso, de lo que implica, estoy cumpliendo mi función lo mejor que puedo y voy a sacarla de aquí con vida, me cueste lo que me cueste. Alcanzamos finalmente las escaleras para salir de las celdas y, con dificultad, subimos por ellas, estando atentos a cualquier sonido que nos alerte del acercamiento.  -Es de noche, la mayoría está durmiendo, sin embargo, hay algunos rondando por los pasillos haciendo guardia, al igual que en el perímetro. Tenemos que ser muy silenciosos, evitar que nos vean, de lo contrario, la cosa se pondrá muy complicada.  -Puedo encargarme de que no nos vean. -¿Cómo? -Quédate cerca de mí y muévete con cuidado, pondré un escudo sobre nosotros que nos hará invisibles.  -Bien. -Solo no nos verán, ten cuidado con los sonidos. Estoy demasiado débil ahora como para poder hacer mucho más, no podré silenciarnos también. -Tranquila, lo entiendo, sigamos como hasta ahora y estaremos bien.  Pronuncia nuevamente un hechizo y una suave luz nos rodea por un instante, mostrándome que estamos cubiertos y reanudamos la caminata. A paso lento, nos adentramos en los pasillos que llevan a la salida, deteniéndonos de vez en cuando, evitando a mis compañeros que patrullan o charlan entre ellos en grupo y los muebles que podrían producir algún sonido con cualquier tipo de contacto, sobre todo si tiene objetos encima que puedan caerse.  Cuando estamos por salir, casi pudiendo saborear la libertad, algo nos frena, pues un par de los que estaban afuera entran y se quedan en la entrada charlando. Con cuidado nos hacemos hacia atrás y nos colocamos tras una pared. -Maldita sea, ellos no deberían estar dentro.  -Pues lo están y mis fuerzas se agotan, así que no podré sostener el hechizo por mucho tiempo más, por lo que hay que decidir rápido qué hacer.  -Tendrás que quedarte aquí, yo me encargaré de ellos. -¿Estás loco? No vas a poder, al menos no sin alertar a otros. Son cuatro, no uno o dos.  -Ya no importa, no podemos seguir mucho más aquí o terminarán dándose cuenta de que ya no están y lo que le he hecho a los autos. Terminarán alertándose entre ellos y no saldremos, créeme.  -Entonces hagamos otra cosa. No me quedan muchas fuerzas, sin embargo, eso no va a evitar que pueda hacer algo para vengarme de algunos de ellos. Tú apaga las luces y encárgate de dos, yo los voy a silenciar y me haré cargo de los otros. -Iriabela... -No discutas, no hay tiempo y créeme, puedo con esto. No intentes disuadirme, no va a funcionar, solo será perder tiempo. Pongámonos manos a la obra.  No puedo discutir con ella: se separa de mí, empieza a conjurar y no me queda otra que cumplir, acercándome rápido a los interruptores para apagar las luces. Qué comience el show. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD