Capítulo 5

4572 Words
Un mes ha pasado desde que he entrado a la empresa del señor Howland, cuán rápido pasa el tiempo, los días transcurren prácticamente sin que lo notemos. Este no es el trabajo de mis sueños, es algo que nunca pensé, pero tampoco puedo quejarme, lo importante es que tengo un trabajo que me permite hacer todo lo que necesito, que me permitirá sacarnos adelante aunque sea lentamente. Hoy es el día en que recibiré mi primer sueldo y eso compensa todo el esfuerzo, ya que podré ir directo a comprar los medicamentos de mi papá, algunas otras cosas que él necesita, además de pagar las facturas del hogar. El sobrante será para los alimentos diarios y lo ganado extra el día del comercial irá a mis ahorros así podré ir juntando para el mejor tratamiento, es un camino largo, pero con mucho trabajo, esfuerzo y dedicación lo lograré, de eso no me cabe ninguna duda porque siempre lucho por lo que quiero. Pasan los días y opino que cada vez estoy más alejada de lo que antes fui, más pérdida de mi camino, de lo que alguna vez creí que sería mi vida. Dedicarme a lo que comencé a estudiar al entrar a la universidad, o volver a ser secretaria, son cosas que hoy me parecen imposibles de lograr, tan lejano a mi vida actual, cosas que se fueron para no volver jamás. Aunque esta sea una empresa de marketing, materia en la cual tengo bastante conocimiento, no supongo poder subir de escalafón. No es que haya un concurso para que las empleadas de servicio subamos de nivel, ojalá lo hubiera porque me gustaría intentarlo, a mayores ingresos más rápido sería el camino de la recuperación de papá, pero como ya lo he dicho, esas cosas no son tan fáciles y no le suceden a las personas normales. Un mes trabajando aquí y ya siento que Ale ha estado cerca durante toda mi vida, es una mujer tan buena, transparente, cálida, una gran amiga, de esas que una vez que conoces no quieres perder porque en su presencia te sientes muy bien. Por primera vez en mucho tiempo hay alguien más en quien confío, en quien puedo apoyarme, y es una muy buena influencia en mi vida diaria. Ale me ha ayudado mucho a adaptarme a este lugar, sin ella no habría sido tan fácil, no sé si podría haberme acostumbrado a este ritmo que antes de llegar aquí no era nada normal para mí. Aún no he tenido el placer de conocer a Jaime, pero sé que pronto lo haré, debemos encontrar ese momento porque al ser hijo de Ale debe ser adorable, se nota con cada cosa que ella me cuenta de él y no veo la hora de llegar a ver esa parte tan importante en su vida. El señor Howland, tal como prometió me enseñó el comercial, un día me encontró por los pasillos y me invitó a su oficina para que pudiera verlo. Tenía mucha razón, fue impresionante, de esas publicidades que ya no se ven en la televisión, entretenido, creativo y emotivo, realmente llega al corazón. Yo que tengo un poco de experiencia con cosas un tanto similares estoy segura de que las personas que estén enfermas y vean esto, saldrán corriendo a investigar sobre el tratamiento, bien dicen que la esperanza es lo último que se pierde y ahí claramente vi un generador de esperanza. La actitud de que me mostrara el comercial antes de la transmisión me sorprendió muchísimo, sí, es cierto que lo prometió, pero pensé que era por simple amabilidad, pero veo que es una persona que cumple con su palabra. Todo el tiempo digo que este hombre me sorprende muchísimo, a veces para bien y otras para mal, pero siempre tiene algo escondido debajo de su manga, algo que sale para impactarte de una manera que no pensaba jamás. Además de ese momento en que vimos el comercial no nos hemos acercado mucho, de vez en cuando nos cruzamos y me saluda amablemente pero sin mencionar mucho más que los buenos días. Que sea así es lo mejor, llevarnos bien, pero guardando las distancias. Lo que dijo aquel día en que me llevó a casa, me dejó pensando demasiado, no logre entenderlo del todo, pero es preferible no tocar el tema y mantenerlo lejos de mí. Ya no quiero pelear, pero tampoco quiero tenerlo cerca, que él se quede en el último piso, allá en lo más alto y yo en el más bajo, es lo mejor para los dos, jefes y empleados no podemos ser ni siquiera amigos, no debemos mezclarnos. Alejandra, Rose y mi padre son todas las personas que necesito en mi vida en este momento, pero también a quienes querré en el futuro. Desde hace un tiempo he comenzado a creer que involucrarte demasiado te vuelve débil, vulnerable, te desconcentra de lo que realmente importa y yo no puedo ser débil ni desconcentrarme, debo mantenerme enfocada en mi meta, sin ningún tipo de desviación hasta que lo consiga. Me bajé del transporte, caminé unas cuadras y enseguida que ingrese a la empresa una señora me llamó para entregarme mi sueldo y mi recibo. Me senté en una silla para leer el mismo y verificar que nada falte. Pero enseguida me percaté de una sorpresa que no me gustó nada, algo que me preocupaba desde hace días y no quería encontrar. No puedo creer que al final si tenía la razón en lo que pensé desde el primer día, él es una basura, se aprovecha del sufrimiento de las personas, de la necesidad que los demás podemos llegar a tener. Hecha una furia guardé el dinero en mi bolso, tomé el papel en mis manos y fui directamente al ascensor. Para mi suerte de que no me encontré con nadie y pude subir directamente al último piso sin ninguna interrupción. Los minutos que tarde para llegar se me hicieron eternos, no puedo evitar que mis pensamientos me llenen de enojo, de rabia. Empecé a recordar aquel día en que me lo preguntó, le pedí claramente que no hiciera esto, pero va y hace lo que se le viene en gana, sabía que esa pregunta era una trampa, que simplemente estaba jugando conmigo para hacernos sentir mal a ambas, era evidente que solo se burlaba. Después de todo, la amabilidad de los últimos días fue un colchón para el bombazo que se iba a venir, una máscara que ha caído finalmente. Alejandra va a estar furiosa conmigo, va a creer que lo he hecho a propósito, que quise aprovecharme de ella cuando en realidad esa nunca ha sido mi intención, yo jamás haría nada para dañarla, ni a ella ni a Jaime. Sé que apenas los conozco, al niño jamás lo he visto, pero ya les tengo mucho aprecio. Puedo ser muchas cosas, sé que no soy la mejor persona del mundo y que tengo demasiados defectos, pero si hay algo que jamás haría es pisotear a una buena persona ni aprovecharme de quien me pidió ayuda una vez. Trate de calmar un poco mi rabia, mantener la compostura y en vez de ingresar como un torbellino que lo arrasa todo decidí golpear la puerta de la oficina. Apenas terminé de hacerlo él respondió que ingresara, así que rápidamente lo hice. Al verme, Evan dejo lo que estaba haciendo y me miró con intriga, estuve unos segundos observándolo muy enfadada, pensando en qué palabras debería decir para no ser tan grosera, pero lo cierto es que me cuesta mucho cometerme —Señorita Miller, ¿en qué puedo ayudarla? No esperaba verla aquí— mencionó viendo que no digo nada. Al oír su despreocupación mi rabia aumentó aún más que antes, volví a perder la cordura, cómo puede actuar así, hacerse el que no sabe a qué se debe mi visita, cuando en realidad hace mucho debe haber estado planeando vengarse de mí. —Usted es una persona horrible, siempre hace lo que se le viene en gana— dije sin poder contenerme más, cuando estoy enojada no pienso en lo que hago o digo, actúo sin darme cuenta de las consecuencias que ello podría traerme. Como me miró haciéndose el desentendido, actuando como si realmente no entendiera lo que pasa, entonces caminé hacia él y deposite mi recibo de sueldo encima de su escritorio. Lo miré esperando que dijera algo, pero él continuó haciéndose el desentendido, continuó mirándome con intriga y el ceño fruncido en señal de sorpresa, una falsa sorpresa porque estoy segura de que lo que hizo fue un plan bien trazado, los hombres como él no dejan nada al azar. —Shelby, no entiendo por qué estás actuando de esta manera—. Tomó el recibo en sus manos, lo observó detenidamente, pero hizo un gesto con su cabeza y una vez más volvió a mirarme a mí. —Por favor, no sea tan hipócrita— agregué sin darme cuenta del peso de lo que estoy diciendo. Las palabras me salen solas, como si no tuviera autocontrol, nunca lo he tenido cuando se trata de algo que me interesa, sin importar quién se cruce en mi camino siempre defiendo mis principios, pero la realidad es que no debería insultarlo y que ese no era el plan inicial. —Deberías tranquilizarte ¿Cuál es el problema? ¿Consideras que la paga es poca? Podemos discutirlo, pero de forma calmada. —Usted sabe muy bien que ese no es el problema, le he pedido que no hiciera esto y aun así lo ha hecho— respondí hablando de forma un poco más suave, en ese momento le quite el recibo de las manos y comencé a caminar por toda la oficina para contener los impulsos. —Shelby, por favor, háblame claramente— dijo mientras me continúa mirando como desentendido, pero ahora decidió levantarse de su asiento para venir detrás de mí. Mientras camino en todas las direcciones él me sigue, intentando que me tranquilice, que permanezca quieta un segundo, pero yo no puedo entrar en razón, estoy tan enfadada que no puedo dejar de moverme, si dejo de hacerlo probablemente diga cosas que no quiero. Soy muy buena para dejarme llevar por mis malos sentimientos, un defecto que amaría cambiar, pero que no sé cómo hacerlo. —Le estoy hablando claro, por favor, no actúe como si no lo supiera. Le pedí que no le descontara un solo centavo a Alejandra, pero por ese día en que su hijo se enfermó me pagó el doble, ¿Cómo pudo tener tan poco corazón? Ser tan desconsiderado—. A pesar de que acabo de explicar lo ocurrido siguió mirándome como si no entendiera nada, actuando como lo ha hecho desde el momento en que llegué a aquí. —No he hecho eso Shelby, me estás acusando injustamente—volvió a insistir. Enseguida intentó acercarse a mí, tocarme el brazo para calmarme, pero no se lo permití, me alejé de él automáticamente, no quiero sus asquerosas manos cerca de mí, no quiero ni verlo, su actitud me parece repulsiva, desagradable, es clásico de un hombre como él, de alguien que es incapaz de ponerse en el lugar de los demás. —Es increíble que mirándome a los ojos pueda seguir mintiendo, realmente su actitud decepciona mucho— al decir esas palabras lo mire directamente a los ojos. Hable de forma calmada para intentar transmitir como me siento, para que con ver mis ojos pueda darse cuenta del daño que puede causar. Pero enseguida no esperé nada más y me fui de la oficina dando un portazo. Sin embargo, antes de marcharme vi que él quedó ahí parado en el medio, aun fingiendo no entender nada, es muy bueno haciéndose el desentendido. Si ya desde antes tenía una mala imagen de él, en este momento lo único que siento es asco, me repugna pensar en ese hombre, en la clase de persona apática que es, tan incapaz de velar por el bien de alguien más. Que bueno que nunca le permití acercarse, que no quise tenerlo cerca porque como me habría arrepentido de ello, no podría ser amiga de alguien tan desconsiderado, la mejora que había visto en su personalidad la ha tirado por la borda, ya no soy capaz de ver ningún bien. Nuevamente, subí al ascensor pero esta vez para bajar. Solo espero que Alejandra haya llegado porque necesito explicarle todo, es muy importante que sepa que no ha sido mi culpa, no la he ayudado con esa intención, al reemplazarla no quería que fuera perjudicada. Salí del ascensor y caminé rápidamente a la habitación donde nos cambiamos de ropa, por suerte al ingresar ella fue la primera a quien vi, entonces corrí abrazarla. —Lo siento mucho, realmente no era mi intención Ale— dije mientras continúo con el abrazo al cual mi amiga correspondió, si no me ha alejado quiere decir que quizás no está tan enojada como pensé que podría estar, quizás entendió que no fue mi culpa — No he sido yo, ha sido el imbécil de Howland— agregué al soltarla. —Si estás tan desconforme conmigo, ahí está la puerta, deberías renunciar— dijo Evan entrando en la habitación. En ese instante Ale lo miró con gran sorpresa y yo me di la vuelta para también observarlo, no sé en qué momento llegó tan rápido a aquí, no esperaba que me estuviera siguiendo, creí que se habría quedado en la comodidad de su oficina. —Quizás eso es lo que debería hacer, no está bien trabajar con gente tan poco ética—. En ese momento no me sentí intimidada, no sé de donde saque el valor, pero lo mire directamente a los ojos, no puedo permitir que siga tratándome como se le viene en gana. —Por supuesto que nadie va a renunciar— intervino Alejandra poniéndose en medio de ambos para calmar los ánimos, y poner un poco de orden. —Alguien puede explicarme qué está pasando aquí. —Deberías preguntarle a tu amiga, ha irrumpido en mi oficina de manera muy insolente y aún no me queda claro qué fue lo que hice mal— mientras contestaba a Alejandra, él comenzó a dar pasos acercándose a mí. —Ya le expliqué lo que hizo mal, pero está tan metido en su mundo que no es capaz de ver lo que sucede con los demás, es incapaz de mirar a su alrededor— respondí calmadamente, quise levantar la voz, gritarle, pero me contuve, entonces también comencé a caminar hacia él, dejándome llevar por mis impulsos. —No voy a tolerar que continúes comportándote de esta manera, soy tu jefe y merezco respeto— dio un paso más y ya se encuentra apenas a unos pocos centímetros de mí. —Por fin saca su verdadera cara y hace ver lo que en realidad piensa, que es superior a mí, a todos los que aquí trabajamos— agregué haciendo un ademán con las manos, señalando el edificio entero. —Me alegra finalmente confirmar lo que ya sabía desde el principio— al terminar de hablar di otro paso, mi pie se movió sin pedirme permiso, mi rostro está muy cerca del suyo, no sé qué estamos haciendo, ambos nos dejamos llevar por el enojo del momento, perdimos el control y hablamos de forma muy hiriente. —Exactamente, eres mi empleada, así que ponte a trabajar o renuncia de una buena vez. Esta vez esas palabras las dijo tan cerca de mi rostro que pude sentir su respiración rozando mi piel, me toco el hombro con un dedo, me miro directo a los ojos, con tanta furia, un odio que hasta ahora no había observado en su mirada, pero que sabía bien que estaba presente ahí en algún lado. Me observó durante un minuto, pero no dijo nada más, decidió darse la vuelta y comenzar a caminar para irse, así que decidí decir una última cosa, quedarme con la última palabra. —No le voy a dar el gusto de renunciar, así que si quiere que me vaya de la empresa despídame por ser tan insolente, esta es su oportunidad de deshacerse de mí. Al oír mis palabras Evan paro de caminar, por un momento me arrepentí de lo que acabo de decir, me quise echar para atrás, no haberlo retado, un despido no me conviene en lo absoluto, pero lo hecho, hecho está, las palabras dichas no se pueden borrar, así que ahora solo me queda esperar y ver qué dice. Igualmente, al contrario de lo que pensé, el señor Howland ni siquiera volteo a mirarme, me escuchó claramente, pero me ignoró y siguió caminando, quizás su venganza llegue más tarde porque veo que es un hombre que sabe esperar. Exasperada por todo lo ocurrido tiré mi bolso al suelo, sentí muchas ganas de romper todo y gritar, pero traté de contener toda mi rabia, ya veo por experiencia que cuando me dejo llevar las cosas no salen muy bien. Así que solo me senté y puse mis manos en la cabeza, cuanta impotencia tengo en este momento, me encantaría poder gritarle mil cosas más en la cara, se lo merece. Necesita que alguien lo ponga en su lugar para que deje de ser tan engreído, tan insufrible, cómo se puede ser tan imbécil, sentirse tan importante para tratar a todos como se le viene en gana. —Puedes explicarme qué acaba de pasar— dijo Alejandra sentándose a mi lado, pero no encontré las palabras para explicarle, ya que una vez más me invadió la culpa— ¿Por qué ese abrazo? ¿Por qué pedirme perdón?— preguntó. —Fui a reprocharle por lo que nos hizo, estaba tan enojada que no pude ni pensar y lo trate de mentiroso, e hipócrita. —Shelby tú estás loca— dijo interrumpiéndome— ¿Cómo pudiste decirle todo eso al jefe? No entiendo qué es lo que dices que nos hizo— Alejandra me miró sorprendida, creo que aún no se ha percatado de lo que pasó porque de otra forma estaría tan enfadada como yo. —¿No has recibido tu paga, ni visto tu recibo de sueldo?— pregunté, quizás aún no ha encontrado a la señora que nos entrega esto. —Sí, lo he hecho, pero no entiendo el problema— en este momento al oír lo que dice comencé a dudar, cómo es posible que no se haya dado cuenta del descuento. —Por el día que me pediste que te cubriera, me ha pagado el doble— mencioné evidenciando lo que ha pasado —¿Y le reprochas por haber recibido más dinero?— preguntó incrédula. —Es que no lo ves Alejandra, él me preguntó si quería que me pagara el doble, yo contesté que no, te merecías tu dinero, pero él hizo lo que quiso y te descontó. —Pero yo tengo el sueldo normal Shell, él no me descontó nada— Alejandra buscó en su bolsa y me entregó el recibo de sueldo, me fijé y no hay ningún tipo de descuento. No puedo creer que sea así, entonces todo lo que hice fue en vano, entré agresivamente a su oficina sin razón justificada, eso me pasa por ser tan impulsiva y no preguntar antes, si me despide lo merezco porque actúe sin fundamentos —Creo que le debes una disculpa al Señor Howland Shell. —Claro que no, nada le da el derecho a tratarme de la forma en que lo hizo. —Shelby, entraste a su oficina a insultarlo sin una razón justificada, por supuesto que tiene derecho a haber hecho lo que hizo. Al oír las palabras de Alejandra lo único en lo que pude pensar fue en lo que hace mucho invade mi mente, esa duda que a veces llega y no me deja ver las cosas claras. —¿Por qué siempre lo defiendes tanto? Alejandra perdón por lo que voy a decir, pero ¿Hay algo entre ustedes?— ante mi pregunta esperaba que Ale se enojara, pero al contrario, automáticamente se rio efusivamente. —No puedo creer que pienses eso— dijo en tono de burla —El señor Howland me ha ayudado mucho, por eso lo defiendo, pero jamás podría haber nada entre los dos, no lo veo de esa manera, ni él a mí, mejor vamos a trabajar y mientras te lo explico. No sé por qué, pero ante la respuesta de Alejandra sentí una clase de alivio, necesitaba que su respuesta fuera exactamente lo que dijo, ella es muy buena mujer para un tipo como el señor Howland, una basura no merece a alguien como ella. Nos vestimos y fuimos a realizar nuestras actividades. Mientras trabajamos Ale comenzó a contar la historia, como ya me ha dicho antes, al llegar al país no tenía un trabajo estable, pasó mucho tiempo con pequeños trabajos que no eran suficientes para mantenerse a sí misma ni a su hijo. Una amiga de su hermana la presentó con Evan, con la intención de un trabajo temporal o de medio tiempo, algo que fuera eventual, pero él fue muy amable escuchó su historia y abrió las puertas de la empresa para ella. En aquel entonces no siempre tenía con quién dejar a Jamie así que de vez en cuando debía traerlo al trabajo, le pidió autorización al Señor Howland y él nunca puso ningún inconveniente, dio el visto bueno todas las ocasiones, incluso a Jamie le cae muy bien el jefe. También fue Evan quien la ayudó a conseguir sus papeles una vez terminada su visa de turista, para que ya no tuviera inconvenientes y pudiera vivir aquí de forma legal y tranquila. La historia que me relato Ale no suena como el hombre que acabo de ver, un hombre agresivo que no importa quién está delante, que no es capaz de ver más allá de sus narices. Pero ahora sé que lo único que hay entre ellos es una relación laboral y mucho agradecimiento. En parte, comienzo a entender que lo defienda porque sí, le debe mucho, él la ayudó sin esperar nada a cambio, lo que hizo por ella fue una muy buena acción, algo que no pensé fuera propio de Evan Howland, mister arrogancia. —Porque lo conozco creo que merece una disculpa— agregó al culminar su historia. Hice una mueca al oír las palabras de Alejandra, decidí no decir nada y seguir trabajando, porque no estoy tan de acuerdo con ella. Soy una persona muy terca y orgullosa, una vez que actúo de una manera no hay forma de que de marcha atrás. Aunque sé que quizás él lo merezca, soy incapaz de ir a pedir disculpas a Evan, no sé cómo hacerlo porque no me gusta demostrar que estuve equivocada, que sea inocente no cambia el hecho de que fue muy agresivo conmigo. Lo fue el día en que ingresé en la empresa y lo fue hoy, podría haber explicado mejor las cosas, haber sido más razonable. Es cierto que yo actué muy mal, pero él también lo hizo, por lo tanto, no merece que pierda mi orgullo para ir a pedir perdón, no voy a hacerlo bajo ninguna circunstancia, solo me quedaré esperando para ver qué pasa. Por suerte en el resto del día no volví a verlo, no estoy lista para hacerlo, Alejandra hace un rato que se fue, pero a mí me encargaron algunas tareas extra, seguro el señor Howland lo hizo a propósito. Al salir tuve la fortuna de que no es tan tarde así que estuve a tiempo para agarrar el transporte. Claramente, hoy no aparecería el señor Howland a mi rescate, lo cual es bueno porque no debo acostumbrarme a depender de nadie, pero después de todo incluso pude conseguir un asiento libre. Aun así en todo el camino no pude callar mis pensamientos, por qué hice lo que hice, de tan solo imaginar que mañana al llegar a la empresa me avisen que he sido despedida me da mucho pánico, no puedo darme el lujo de perder otro empleo, necesito el dinero desesperadamente. No sé por qué no utilizo más la mente y pienso antes de actuar, por qué soy tan impulsiva. Cómo pude hablar de esa manera al jefe, ser tan insolente, irreverente. Aunque intento concentrarme en las personas que están alrededor, mi mente todo el tiempo regresa a esa discusión, al punto de que no puedo evitar sentirme avergonzada. De pronto, sin darme cuenta comencé a llorar, las lágrimas salen una detrás de otra sin poder evitarlo, espero que ninguno de los presentes observen la escena porque tendría una razón más para sentir vergüenza. Qué hice, qué es lo que está tan mal en mí provocándome actuar de esta manera, siendo tan impulsiva, no confío en nadie, siempre pienso que todo el mundo quiere hacerme daño. En qué momento me convertí en esta persona, en este monstruo que no logra ver una buena acción, soy una paranoica, la vida pasa por mi costado y yo la dejo, soy una espectadora y lo único que sé hacer es tomar malas decisiones. Llegué a casa, saludé a papá y fui directamente a ducharme para calmar los ánimos, siempre digo que las duchas son mágicas, arreglan un poco todos los problemas, pero al terminarlas la cruda realidad te fulmina una vez más. Cuando termine me vestí y fui a la cocina para preparar la cena. —¿Qué es lo que te aqueja hija? Noto que no estás del todo bien— preguntó mi papá poniéndose detrás de mí al verme ingresar en la cocina. —He cometido un error papá, he sido muy grosera con mi jefe y tengo miedo de ser despedida— al comentar lo sucedido no pude evitar continuar llorando, sentirme así me agobia mucho, odio ser vulnerable y más cuando se trata de situaciones tan ridículas. —Hija, todo tiene solución, siempre puedes remediar lo que has hecho, y si te despiden ellos se pierden de tener a alguien tan talentosa como tú. —Papá, sabes que no puedo permitirme otro despido, necesitamos el dinero—. En esto debí pensar cuando irrumpí en la oficina del jefe, o cuando lo reté a que me despida, ahora ya es tarde para arrepentimientos. —Ven aquí hija, y no te precipites— en ese momento me senté al lado de mi papá. Sin darme cuenta mencioné que anteriormente ya fui despedida, pero mi padre no sabe eso, por suerte no se percató de lo que dije. Al tenerme cerca, mi papá me abrazó y en ese momento el peso de mis hombros se calmó un poco, el peso de la vida, de mis decisiones ya no dolió tanto, puede sentirme mejor aunque las lágrimas continuaron brotando de mis ojos. Mi padre siempre ha sabido cómo calmarme, llegar a casa luego de un día agotador y darle un abrazo es lo mejor que puede pasarme, lo fue cuando era una niña y lo sigue siendo ahora que soy una adulta. Agradezco tenerlo porque qué sería de mí sin él a mi lado, siempre digo no necesitar a nadie, pero a mi padre realmente lo necesito, no podría vivir sin él porque no imagino un mundo sin que esté a mi lado, soy afortunada de tener un padre así y eso no se compra con nada.
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