No pude pegar un ojo en prácticamente toda la noche, conciliar el sueño se me hizo casi imposible por pensar en toda la situación con el señor Howland. Tengo tanto miedo de llegar al trabajo y que me digan que he sido despedida. Si pierdo mi empleo, dónde más podría ser contratada, no creo que existan posibilidades, dos despidos en tan poco tiempo me señalarían como una terrible empleada, con muy mala conducta, sería el fin de mi vida, cómo podría salir adelante, pero peor aún cómo podría sacar a mi padre adelante.
Hoy es sábado, por suerte solo me toca trabajar media jornada así que quizás tenga la fortuna de no cruzar al jefe, si lo veo tendría que disculparme, pero si pasamos unos días sin encontrarnos quizás las aguas se calmen y no haya necesidad de pedir disculpas. Eso sin contar que puedo ser despedida automáticamente.
Con todo el lío de ayer olvidé por completo ir a pagar deudas y comprar los medicamentos de papá, esto nunca suele pasarme, apenas consigo dinero lo primero que hago es ir por todo lo necesario. Cómo pude ser tan tonta y olvidar algo tan importante, mi padre necesita esos medicamentos para no sentir dolor, no debe pasar ni un solo día sin ellos. En otras ocasiones me ha pasado no tener dinero para comprarlos y he tenido que ver cómo él se retuerce de dolor, una situación demasiado desesperante para mí, querer ayudarlo, pero no poder o no saber qué hacer para calmar su sufrimiento, es muy triste, algo por lo que no quiero volver a pasar nunca. Observar su pena es muy duro, él intenta disimularlo, pero llega al punto en que es imposible de aguantar, nadie es capaz de soportar tanto, pero igualmente mi padre lo ha hecho como un campeón. Aunque no me gusta verlo así estoy muy orgullosa de él porque son muy pocas las personas capaces de sobrellevar tanto mal. Daría lo que fuera por ser yo la que está en su situación, por aliviarlo a él cambiaría de lugar con gusto. Pero las cosas no son así, la vida no te da la oportunidad de elegir a quien le tocan las malas vivencias, no te da la oportunidad de ayudar de esa forma a quienes más quieres, al contrario, la mayor parte del tiempo se ensaña con las mismas personas, les pone mil obstáculos en el camino y sálvese quien pueda.
Para mi tranquilidad mi padre me demostró que aún tiene varios medicamentos, así que estoy a tiempo de ir por ellos, hoy cuando apenas salga del trabajo será lo primero que haré, no puedo seguir siendo tan descuidada.
Ingresé en la empresa, pero antes di un gran suspiro, que pase lo que tenga que pasar. Tengo mucho miedo, pero si hay algo que me ha enseñado la vida es a ser valiente, a afrontar las consecuencias de mis actos, toda acción tiene un resultado en consonancia y estoy a punto de averiguar qué me depara el destino para este día.
Primeramente, todo transcurrió normal, al igual que todos los días, vi a Alejandra, nos cambiamos de ropa y fuimos a trabajar. Lo que fue diferente es que hemos estado bastante calladas, mi cabeza sigue dando vueltas en mi padre y en el día de ayer, así que no pude encontrar ningún tema para hablar.
—Shell, te hace falta un poco de distracción— dijo Ale mientras estamos trabajando, se puede decir que ella ya me conoce bastante bien, sabe cuando algo no anda del todo bien, sin contar que estuvo presente en la escena del día anterior.
—¿Tanto se me nota?— pregunté intentando esbozar una sonrisa que en ningún momento salió.
—Pues si chica, traes cara de funeral— ante el comentario de Ale, esta vez si logre reírme, es un gran don que ella tiene, es tan positiva que siempre logra sacar lo mejor de las personas, siempre encuentra la forma de alegrarnos un poco el día.
—No puedo dejar de pensar en lo que sucedió ayer— al mencionar eso automáticamente la sonrisa se desvaneció, soy una persona que puede cambiar de ánimo de forma muy rápida.
—¿Qué te parece si vamos por Jamie y salimos un rato? De verdad tengo muchas ganas de que lo conozcas y hacer algo diferente te ayudará?— me lo propuso con tanta ilusión que se notó en sus ojos, lo sé porque los mismos se iluminaron esperando mi respuesta.
—No sé Ale, tengo algunos mandados que hacer— me dio pena no aceptar, pero como dije, la compra de los medicamentos no puede pasar de hoy.
—Mejor aún, te acompañaremos y luego vamos a tomar un helado y a la plaza— ante semejante propuesta no pude negarme, asentí y sonreí, Ale ante mi respuesta, dio un brinco y aplaudió de la alegría.
Después todo yo también tengo muchas ganas de conocer a Jamie, Ale no deja de hablar de él y, por lo tanto, sé que es un niño adorable que vale la pena conocer.
Continuamos trabajando, pero empecé a sentirme un poco mejor, saber que haré algo diferente me ha ayudado mucho. Le envié un mensaje a mi papá para avisarle que saldré con Ale y que no me espere temprano, sé que estoy muy grande para avisar cuando salgo, pero en realidad lo hago para saber que papá está bien, que no me necesita. A no ser por trabajo no me gusta dejarlo solo mucho tiempo, me da miedo que algo pueda pasar. Él me contestó que se alegra mucho de que por fin tenga una amiga y haga algo diferente, también me dijo que no me preocupara por él, está con la señora Rose, almorzaron juntos y al igual que siempre está haciéndole compañía. Me pidió que me divierta y que tarde mucho, cosa con la que me hizo reír bastante, se nota que quiere deshacerse de mí un momento, puedo ser muy agobiante a veces, pero lo hago porque me preocupo demasiado.
Terminamos la jornada laboral, al igual que siempre fuimos a cambiarnos de ropa para ir por Jamie. Al llegar a la entrada de la empresa nos cruzamos con el señor Howland, en ese instante sentí mucho miedo, mis piernas comenzaron a temblar y creí que me derrumbaría allí mismo. Pasamos justo por al lado del él, le dijo buenos días a Alejandra y a mí simplemente me miró por un instante, pude notar en sus ojos que aún sigue enojado. No sé cómo explicar lo que sentí a través de su mirada, se podría decir que es decepción, pero no sé si esa palabra es suficiente para expresar lo que me transmitió su mirada. A través de sus ojos reviví todo el momento de ayer, fue como si una vez más lo tuviera casi encima de mí, a unos cortos centímetros de distancia, al borde de gritarme, pero no fueron gritos porque en ningún momento levantó tanto la voz; sin embargo, supongo que yo si lo hice.
Cada vez que pienso en ello más me doy cuenta de lo mal que estuve, cruce la línea yendo demasiado lejos. Cuando pasó a mi lado y ya no lo tuve en frente un sentimiento de culpa comenzó a invadirme, nunca antes me había sentido así, no suelo tener remordimientos.
De pronto mis piernas actuaron sin preguntarme y me di la vuelta para hablarle, mi brazo se extendió en su dirección y casi pronuncio una palabra, pero fue demasiado tarde, en ese momento la puerta del ascensor se cerró dejando como última imagen sus profundos ojos oscuros.
—¿Estás bien?— preguntó Ale quitándome de mis pensamientos, haciendo que vuelva al mundo real.
—Eso creo— contesté dando un suspiro y comenzamos a caminar hasta llegar al bus, a pesar de ser hora pico tuvimos la suerte de encontrar dos asientos juntos y vacíos.
Solo con ver al señor Howland retrocedí todo el progreso que había tenido durante el día, una vez más estoy cubierta de miedo por lo que pueda pasar. Me dolió verlo, no sé por qué, pero me ha afectado, probablemente sea porque es la evidencia de que me he equivocado y no me gusta cometer errores. Soy de esas personas que no admiten el fracaso, siempre he intentado ser la mejor, no como competencia de los demás sino como una competencia propia, ponerme metas, alcanzarlas y superarlas, siempre ha sido mi forma de progresar, no es una carrera contra los demás, es una carrera contra mí misma.
El camino hasta la casa de Alejandra es más corto que el que hay hasta la mía. Nos bajamos del autobús, caminamos un poco hasta que Ale me enseñó la casa en que vive con su familia. La fachada es muy linda, de dos plantas, un porche con un banco hamaca, imagino que Jamie lo debe adorar, a la vuelta de todo el frente está rodeado por un cantero con diversas plantas y flores, el color de las paredes es un celeste muy claro combinado con blanco, la mezcla de ambos colores luce muy linda. Cuando ingresamos pude ver que el interior es tan lindo como el exterior, las paredes están pintadas de color salmón, a perfecto juego con las cortinas y muebles. También hay muchas fotos de la familia, aparece Alejandra junto a quienes imagino serán sus padres, su hermana y por supuesto Jamie.
—¡Mamiii!— gritó un niño que bajó las escaleras corriendo y muy emocionado saltó a los brazos de Alejandra, ambos se abrazaron mientras ella lo alza en sus brazos. Ante tan hermosa escena no pude evitar sonreír, son muy adorables cuando están juntos —¿Quién es ella mami?— preguntó el niño cuando se separó de su madre y me observó.
—Ella es Shelby, mi amiga del trabajo— al recibir la respuesta de Alejandra, el niño se acercó a mí, yo me agaché para estar a su altura e inmediatamente me dio un abrazo al cual respondí con mucho gusto. Es el niño más lindo que he visto, ojos iguales a los de Alejandra, el cabello castaño, pero a diferencia de su madre tiene unos hermosos rizos bien definidos los cuales son adorables.
—Es un placer conocerte Jamie, tu madre me ha hablado mucho de ti— al escuchar mis palabras él se sonrío y miro a su madre con intriga, creo que le ha alegrado mucho saber que Ale habla de él todo el tiempo.
Estuvimos un rato más conversando, a cada minuto me convenzo más de lo adorable que es este niño, es muy simpático, no tiene nada de vergüenza, a pesar de ser una extraña me ha recibido con los brazos abiertos, por supuesto que lo ha hecho porque su madre me ha presentado.
Los adultos tenemos tanto que aprender de los niños, a pesar de que todos lo fuimos alguna vez, al ir creciendo perdemos esa inocencia, esa alegría por la vida, el ver la bondad en los demás. Si al crecer no nos olvidáramos de todo eso, el mundo sería un lugar mejor. No opino que el ser humano sea malo por naturaleza, la sociedad, las presiones, las injusticias son las que nos van cambiando al ir creciendo, pero nacemos puros e inocentes, sin prejuicios.
Luego de unos minutos apareció la madre de Alejandra, Teresa Contreras, una señora muy agradable, fue muy lindo conversar con ella. Me recibió muy bien, me contó sobre su juventud, como era la vida en México, y ahora ya sé de donde Alejandra sacó las ganas de hablar. Nos preparó la comida y almorzamos los cuatro juntos. Una comida tan buena como las que hace la señora Rose, me encantó.
Cuando terminamos de comer Alejandra fue a cambiar de ropa a Jamie y yo ayudé a Teresa a lavar los utensilios. Ale tiene una familia hermosa, tanto su madre como su hijo son adorables y no me cabe ninguna duda de que su hermana y su padre también lo son.
Cuando Alejandra volvió con Jamie él estaba muy emocionado por salir con nosotras. Lo primero que hicimos fue ir a pagar las facturas de mi hogar, Ale también aprovechó para hacer lo mismo, por suerte no había muchas personas y no tuvimos que hacer fila, me alegro de que haya sido así porque no quiero que Jamie se aburra demasiado.
Al terminar fuimos directo a la farmacia, Ale y Jamie me esperaron afuera mientras yo ingrese a comprar todo lo necesario, dependiendo del día es el medicamento que tiene que tomar mi papá, como son bastante fuertes los debe intercalar para que no le hagan mal. Es algo que también me asusta un poco, tantos medicamentos fuertes pueden ir dañando distintos órganos, por eso es una carrera a contrarreloj, necesito apurarme para que ya no dependa de ellos y no lleguen a causar ningún otro daño.
Cuando pagué la cuenta salí de la farmacia para encontrarme con mis acompañantes.
—Jamie ¿Te gustaría que te compre un helado?— le pregunté al niño agachándome a su lado.
—¿Mami puedo tomar un helado?— preguntó Jamie mirando a Alejandra, me dio mucha ternura ver que no hace nada sin antes pedirle permiso a su mamá, se nota que lo ha educado muy bien.
—Por supuesto que sí hijo, vayamos por ese helado— respondió Alejandra.
Jamie dio un brinco de alegría y emprendimos camino rumbo a la heladería. Qué lindo es ver como los niños son felices con tan pocas cosas, un helado, una golosina, eso les alegra el día, sigo creyendo que tenemos tanto que aprender de ellos. Los adultos olvidamos que lo que en verdad importa está en las pequeñas cosas de la vida, en los pequeños detalles, un abrazo de tu familia, la persona que te sonríe en la calle, aquella que te hace un cumplido amablemente, acariciar a tu mascota o al perro o gato callejero que te hace fiesta cuando vas caminando. Disfrutar la música, el viento que roza tu piel suavemente, el canto de los pájaros, la lluvia que golpea con mucha intensidad, pero que al mismo tiempo brinda tranquilidad, además del sol que siempre llega para enseñarnos que después de cada tormenta volverá la calma, esa calma tan anhelada.
Llegamos a la heladería y pedimos un helado para cada uno, mientras esperamos que nos lo sirvieran comenzamos a observar la televisión, de pronto comenzó un comercial que me sonó bastante familiar, tardé unos segundos hasta caer y darme cuenta de que es el comercial betqualife. En ese momento una vez más el rostro de Evan se apoderó de mis pensamientos, el día en que muy amablemente en su oficina me enseñó esta publicidad antes que a nadie, antes de que estuviera disponible para el resto de la población. Pero como una cosa lleva a la otra, la discusión del día anterior se posicionó en mi mente no permitiendo que pueda pensar con claridad. Fue la voz de la chica que trabaja en la heladería la que me devolvió a mis cinco sentidos, mi mente hizo un clic y de pronto estuve nuevamente en el mundo real, tomamos los helados y nos fuimos hasta la plaza.
—El comercial quedó genial, pero eso tú ya lo sabías— dijo Alejandra mientras nos sentamos en un banco en la plaza y Jamie corrió con su helado hasta los juegos para poder divertirse.
—Sí, ya te lo había mencionado— respondí aún un poco descolocada por los lugares a los que me lleva mi mente.
—Desde ese día he pensado mucho en el señor Rolands— mencionó Alejandra bajando la mirada.
—Ay amiga, te he dicho que no te hicieras ilusiones.
—No me las he hecho, es solo que es un señor muy agradable, fue tan amable conmigo.
—Luego del padre de Jamie, ¿No ha habido otro hombre importante?— no estaba muy segura de si hacer esa pregunta o no, odio tocar temas delicados, no me parece correcto presionar a las personas, pero a la vez siento que nosotras estamos en confianza.
—El único hombre que he tenido recientemente es Jamie, no he tenido el tiempo para estar con nadie más, aunque no puedo negar que extraño la compañía de alguien— mientras respondía mi pregunta pude notar algo de melancolía en sus ojos, añoranza por algo que tuvo y no sabe si volverá a tener.
—La compañía es innecesaria Ale, somos mujeres fuertes e independientes, no necesitamos a un hombre a nuestro lado.
—Claro que somos fuertes e independientes, y que no lo necesitamos. Pero tener a alguien que al llegar a casa te haga sentir que no estás sola, que te apoye o acompañe en tus decisiones, Shell, es de las mejores cosas que pueden pasarte en la vida. No se trata de una necesidad
—No estoy tan segura de ello— respondí y también me puse algo pensativa.
Ale es una romántica empedernida, eso se le nota a la distancia. En cambio, yo soy muy diferente, ojalá pudiera ver el mundo de esa manera, ver todo color de rosa, pero no es lo que soy. No creo en el amor, ella me habla de un cuento de hadas, de esos que no veo posibles, que no existen, no en la vida real.
—¿Nunca has tenido a alguien así? Eres una chica hermosa, me cuesta creer que estés tan sola— en ese momento recordé aquel tiempo en que sí tenía a alguien, pero él no era de la forma en que Ale describe.
—Tuve un novio una vez, pero no dio resultado— en ese momento comencé a relatarle toda la historia, omitiendo algunos detalles del final, si le dije que se alejó de mí cuando comencé a tener algunos problemas, pero no mencione exactamente qué fue lo que sucedió con mi padre. —Por ello no considero que haya alguien para apoyarte en las buenas y en las malas. A la primera que las cosas van mal, no dudan en abandonarte.
—Que ese tipo haya sido un menudo idiota, no quiere decir que todos lo sean.
—Lo sé, no se puede poner a todo el mundo en la misma bolsa, pero no tengo tiempo para probar con ningún otro.
En ese momento llegó Jamie para interrumpir nuestra conversación, apareció corriendo muy emocionado, con las mejillas todas sucias de los diferentes sabores de helado que escogió para tomar. Ale sacó de su bolso toallitas húmedas y lo limpió. Jamie le contó que conoció a otros niños de su edad que lo invitaron a jugar fútbol con ellos así que vino a pedir permiso a su madre para hacerlo. Ale le dijo que fuera divertirse con sus nuevos amigos, pero que se mantuviera siempre donde pudiera verlo, enseguida Jamie demostró que los demás niños están a muy corta distancia así que podremos verlos todo el tiempo, antes de irse le dio un beso a Ale, otro a mí y salió corriendo emocionado.
—Vi como te paralizaste hoy al ver al señor Howland— mencionó Ale una vez que Jamie estuvo con sus nuevos amigos.
—No pude evitar revivir la escena del día anterior, recordar lo furioso que estaba— respondí con la imagen de Evan en mi mente una vez más.
—Nunca antes lo había visto así, estaba fuera de sí mismo.
—Eso debe ser porque nunca lo has visto pelear con una empleada, pero seguro que siempre reacciona de la misma manera.
—He visto a muchos empleados cruzar la línea, tanto o más que tú, pero nunca antes ninguno había logrado quitarlo de sus cabales, de su recta figura.
Lo que Ale dijo me dejó pensando, qué me hace especial para ser la única que provoca una reacción distinta. Debo destacar que si una empleada fuera tan insolente conmigo reaccionaría de la misma manera, o incluso peor porque él en ningún momento fue irrespetuoso, no gritó, no golpeó nada, a pesar del enojo se mantuvo en control.
—Es un idiota— decidí decir de todos modos.
—Es un buen hombre Shelby, deberías pedirle una disculpa y conocerlo mejor.
—Otra de las tantas cosas que deberías pensar mejor, no estoy segura de que no sea un idiota, fue bueno contigo, pero eso no lo convierte en buena persona.
Esta vez, Ale se limitó a encogerse de hombros y no dijo más nada en defensa de nuestro jefe.
Acabo de percatarme de que el día está muy hermoso, demasiado como para desperdiciarlo hablando del ogro del señor Howland. El cielo se muestra pintado de un perfecto celeste uniforme, que cubre todo lo que puede abarcar nuestra ciudad, el sol resplandeciente, casi como en un día de verano, el momento perfecto para los niños jugar, corriendo por todos lados, con sus padres o amigos, gritando y jugando con mucha emoción. Nunca antes me había sentado en una plaza para observar a los niños jugar, no sabía de lo que me estaba perdiendo, este ambiente genera mucha tranquilidad, a pesar de los gritos, los ruidos, la paz y la alegría se sienten en el aire, es muy placentero observar toda la situación.
Estuvimos un rato más conversando hasta que Jamie volvió hacia nosotras, dijo que se encuentra muy cansado así que decidimos marcharnos. Elegí acompañarlos hasta que llegara su autobús, como Jamie está muy cansado lo cargué en mis brazos. Estuvo todo el camino conversando sobre los amigos que hizo en la plaza, también comentó que hizo muchos goles, le gusta mucho el fútbol así que le gustaría ser como Cristiano Ronaldo cuando sea un adulto. Me encanta ver como comparte sus sueños con nosotras, la esperanza de un niño que al crecer quiere hacer todo lo que le gusta. Es hermoso ver la ilusión en sus ojos, como brillan al hablar de sus pasiones, la sonrisa que esboza dejando ver todos sus dientes, aunque algunos no los tenga por estar en la edad en que empieza a mudarlos, cuán transparente es su rostro, permitiendo que podamos ver todos sus sentimientos.
Al llegar a la parada tuvimos que esperar unos minutos más hasta que llegó el autobús, entregue a Jamie en los brazos de Ale, pero esta antes de marcharse se volteó para decirme una última cosa.
—Si fuera tan idiota, ya te habría despedido— al decir estas palabras solo se dio la vuelta y continuó con su camino para conseguir un asiento vacío.
Tuve que caminar un poco más hasta llegar a la parada del transporte que me llevará a mi casa. La frase de Ale nuevamente me dejó sumida en mis pensamientos. Ella tiene la obsesión de defender al señor Howland, ya entendí que lo hace con muchos fundamentos, él fue realmente bueno y en verdad la ayudó. Pero esa buena acción no lo define como persona, quizás fue algo esporádico, algo que no sucederá nuevamente. Tal vez no lo sabemos y si necesitaba algo a cambio, pero con todo el tiempo que Ale lleva en la empresa si buscaba una recompensa ya la habría reclamado, porque nadie pasa tanto tiempo para cobrar sus deudas.
Tantas cosas que pensar y cuantas dudas tengo en mi mente, quizás Alejandra tenga razón, si fuera tan mala persona ayer mismo me habría despedido, u hoy cuando me vio. Soy una empleada insignificante así que no me necesita en su empresa, con solo chasquear los dedos podría conseguir a alguien mejor que yo. Soy una persona irrelevante en su vida, hay mucho en su comportamiento que aún no entiendo, solo sé que el señor Howland es un verdadero misterio.