Ya es lunes, un nuevo día en el cual tengo que enfrentarme a mis demonios, a mis acciones, un día en el que quizás sí reciba lo que merezco y tenga que atenerme a las consecuencias de mis actos.
Este fin de semana fue bastante reparador, luego del lindo día que pase con Ale y Jamie quede muy contenta. Por fin pude conocer a ese adorable niño, tenía muchas ganas de hacerlo, sabía que es muy bueno, pero jamás imaginé que tanto. Con esas horas que compartimos logró robarme el corazón, un corazón que casi ninguna persona logra obtener, pero esa pequeña personita no tuvo ni que esforzarse para lograrlo
El domingo, bueno, esos son mis días favoritos, el único día de la semana perfecto para no pensar en ninguna responsabilidad, para pasarlo en familia sin que nadie más se meta en tu mente, sin revivir la imagen de tu estúpido jefe a cada cinco minutos siempre que surja un detonante para recordar la mala escena de los días anteriores.
Sí, el domingo me ayudó mucho, a no recordar nada, estuve todo el tiempo con mi papá y Rose, comiendo, riéndonos, tomando sol en el jardín de la casa, viendo televisión, un día en el cual sentí éramos la familia de antes, cuando todo el caos no había explotado en nuestras narices.
Es bueno de vez en cuando escapar de la realidad, olvidar los problemas que tenemos y que no existían anteriormente. Pero los domingos no se quedan para siempre, el día pasa y se debe volver a la rutina, a la vida normal, aquella que nos espera rodeada por miedos e inseguridades que debemos enfrentar. Ojalá pudiera quedarme en domingo para no sufrir más, para continuar con las risas, con la felicidad, con la familia que un día fuimos, que aún somos, pero la risa de papá hoy en día lunes ya no es la misma que fue ayer.
Después de un fin de semana como este cuesta volver a la rutina, pero siempre he sido así, a pesar de que soy muy responsable también me gusta tener tiempo libre para no hacer nada. Es lo que más extraño de cuando estudiaba, aunque requería mucho esfuerzo, de todas maneras había más tiempo para dedicarme a mí misma, todos los días disponía de algunas horas para hacer algo simple como mirar una serie, salir a caminar, o leer un libro. Sin contar las vacaciones, ahí si tenía todo el día libre para dedicarlo a lo que más me gustara. Pero hoy todo eso ha quedado en el pasado, las pocas horas libres que tengo las dedico a conversar con papá y ya no me queda tiempo para nada más. La vida de estudiante es muy complicada, implica mucho esfuerzo, dedicación, lágrimas, estrés, largas noches sin dormir para poder entregar todo a tiempo. Con todo lo que requería nunca imaginé que iba a extrañar los días en que estaba estudiando. Hoy día si lo analizó mucho daría lo que fuera por volver a aquel tiempo, pero esa etapa de mi vida ha sido culminada, y ya nunca volverá.
Por ahí dicen que nunca debes decir que algo no va a pasar, que no tienes idea de a dónde puede llevarte el destino. De todas maneras no creo en esas cosas, mi pensamiento es que todos somos dueños de nuestro propio destino, nuestras acciones definen lo que vamos a lograr en la vida, no estamos condicionados, predestinados desde nuestro nacimiento. Si fuera así, la vida no tendría sentido, simplemente nos sentaríamos a esperar que el destino nos alcanzara, que las cosas ya sean buenas o malas sucedieran sin realizar ninguna acción, independientemente de si somos merecedoras de ellas o no. Sin embargo, cuando queremos lograr algo debemos de ir a por ello, luchar hasta cumplir nuestra meta, hasta llegar a nuestros objetivos y ocasionar nuestro propio destino.
Esa es mi motivación para levantarme los lunes e ir a trabajar, necesito cumplir mi objetivo, llegar a mi meta, la misma está muy lejos, pero no es imposible, no soy una persona que se rinde fácilmente, siempre he luchado porque no me gusta perder, la frustración se siente peor que el esfuerzo. Sí, te cansas y a veces sientes que no das más, pero todas las veces te levantas y te das cuenta de que si puedes seguir. Luego, cuando tienes la satisfacción de haber logrado aquello por lo que has luchado, lo pasado es olvidado, solo te quedas con el sabor de la victoria. Y al mirar hacia atrás te das cuenta de cuánto has crecido como persona, todos los cambios que te han llevado a mejorar, en ese momento el orgullo te inunda, llena tus entrañas y permanece durante mucho tiempo. No veo la hora de sentirme de esa manera, pero no tengo ninguna duda de que ese momento va a llegar.
—Jamie pasó el fin de semana entero hablando de ti, le has encantado— dijo Ale quitándome de mis pensamientos.
Ya hace varias horas que estamos trabajando, limpiando la sala de impresiones en la cual siempre hay tanto trabajo. Debe de ser una de las habitaciones más pequeñas de todo el edificio, pero siempre es la que nos quita más tiempo. Cada vez que ingreso aquí me pone de muy mal humor pensar en lo desorganizadas que son las personas, mejor dicho, los empleados de este edificio porque no se puede encasillar a todos los seres humanos con el mismo título.
—Tampoco pude dejar de pensar en él, es un niño adorable— conteste esbozando una sonrisa, solo de recordar a Jamie me pongo de muy buen humor, es un niño mágico —Tienes mucha suerte de tener un hijo como él.
—Es la luz de mis ojos, tenerlo fue la mejor decisión que he tomado en mi vida— al decir esas palabras se le llenaron los ojos de orgullo, Ale es una excelente madre, no tengo dudas de ello.
—La decisión más valiente que has tomado y lo has hecho notable— al escuchar lo que dije mi amiga me sonrió ampliamente, elogiar a una persona puede mejorar su día.
Es cierto cuando digo que el tener un hijo no es una decisión para cualquiera y mucho menos a esa edad, yo no sería tan valiente. Cuando a la adolescencia quedas embarazada ninguno de los caminos a tomar son sencillos, cada decisión requiere de mucha meditación, horas de pensamientos. No tenerlo es muy complicado, todos dicen que es el camino fácil, pero en realidad no es así, requiere de mucho apoyo psicológico, horas de pensarlo. Es muy entendible tomar esa decisión porque no siempre se está preparada para ser madre, no hay una edad para estarlo y no se puede traer un niño al mundo si no vas a ser capaz de cuidarlo adecuadamente. Darlo en adopción tampoco es simple, puedes tener mil dudas, sabes que hay un pedazo de ti en el mundo, pero no sabes en qué condiciones vive, si tiene una buena familia, si lo tratan adecuadamente. Probablemente vivas tu vida con un millón de interrogantes, ninguno de estos caminos es fácil, de seguro siempre te cuestiones qué habría pasado si hubieras tomado una decisión diferente. Sin embargo, decidir tenerlo, implica una vida de responsabilidades, darle todo lo que necesita para su adecuado desarrollo físico y cognitivo, saber que esa pequeña persona depende y vive por ti, no es para cualquiera mucho menos si no tienes apoyo. Por lo mismo es que admiro a Alejandra, todo lo que ha logrado, es una luchadora y merece todo el respeto del mundo.
Todas las mujeres independientemente de su decisión merecen respeto porque todas son muy valientes, ninguna merece ser juzgada por hacer valer su derecho a elegir. Deberíamos ponernos más en sus zapatos, ser empáticos, conocer los motivos que llevan a ciertas decisiones así no se juzgaría a las mujeres por sus decisiones.
—Hola chicas, las esperan en 10 minutos en el salón de actos— dijo Mary ingresando en la sala de impresiones.
—Muy bien Mary, ahí estaremos— respondió Alejandra y Mary nos dedicó una sonrisa antes de irse.
—Tendrás que guiarme porque no tengo idea de donde es— ante mi comentario Ale se rio, un mes trabajando en la empresa y aún no sé donde se encuentran todas las instalaciones.
Terminamos rápidamente de limpiar y luego emprendimos camino hacia el ascensor. Mientras subimos de piso ambas nos preguntamos para qué será esta reunión y por qué se solicita nuestra presencia. Ale me dijo que jamás hay reuniones con empleadas como nosotras presentes. Así que la situación está comenzando a asustarme, ¿Será que el señor Howland va a hacerme un despido público? Al haberse sentido humillado será capaz de tanto, por eso es que ha estado guardando tanto silencio, aún no ha actuado en mi contra porque quiere hacerme daño, quiere dejarme marcada y que todos vean como me he comportado, que no soy merecedora de un empleo. Al abrirse las puertas del ascensor me quedé petrificada contra las paredes del mismo, es como una parálisis de miedo.
—¿Por qué no te mueves Shell?— preguntó Ale cuando fue a salir del ascensor, pero noto mi estado.
—No quiero ir, seguramente será una humillación, un despido público para quedar ridiculizada frente a toda la empresa— al oír mis palabras Ale me miró muy asombrada.
—Tranquila Shelby, él no haría eso.
—Claro que sí, es una venganza, no quiero ir, no iré.
—Shelby, cálmate, estás paranoica— dijo Ale acercándose a mí, poniendo sus manos en mis hombros y mirándome directo a los ojos —Esto no tiene nada que ver contigo, el señor Howland no haría algo así, llevas días estresada por la situación y tu imaginación no te está dejando pensar con claridad, anda, llegaremos tarde.
Estuve unos minutos meditando lo que dijo Ale, ella conoce al jefe mucho mejor que yo, así que si dice que lo que supongo no es real, entonces creeré que tiene razón, y si no la tiene, he dicho que hoy es el día de atenerme a mis consecuencias, así que tendré que hacerlo, enfrentar mis actos.
Ale me tomó del brazo y comenzamos a caminar rumbo al salón de actos. Al ingresar no hay muchas personas, apenas falta un minuto para la hora que fuimos citadas así que si fuera a humillarme frente a toda la empresa supongo que ya tendrían que estar aquí, además que esta sala es muy pequeña para que quepan todos los empleados que tiene Howland Publicity.
De pronto vi ingresar al Señor Howland junto al Señor Rolands y ese fue el momento en que me percate de que todos los acá presentes también lo estaban el día en que el comercial fue filmado. Aquí es cuando mis nervios comienzan a bajar, mi corazón dejó de estar a mil latidos por minuto y volvió a su ritmo normal. Mire a Alejandra y vi cómo se formó una gran sonrisa en su rostro al ver a Roger, quien dijo que no se haría ilusiones, se puso contenta al verlo, y es ahí es cuando te das cuenta de que todo está perdido. Me preocupa la situación, porque ahora comenzaremos a verlo más seguido y no quiero ver que salga herida.
—Buenas tardes a todos, muchas gracias por haber venido, me imagino que se preguntan a qué se deben esta reunión— dijo el señor Howland comenzando a hablar.
Esta vez no tiene el mismo rostro inexplicable que traía el sábado, ahora se nota relajado, tranquilo, se podría decir que feliz de estar aquí. Lo veo y una vez más me siento un poco culpable por haberlo acusado sin fundamentos reales, pero no lo suficientemente culpable como para pedir disculpas.
—Ahí es donde ingreso yo— continúo hablando Rolands. —He pedido que se los reuniera a todos aquí para agradecerles, han hecho un increíble trabajo y merecen ser reconocidos. La publicidad ha sido todo un éxito, desde su lanzamiento he recibido mucha demanda, así que gracias a ustedes ayudaremos a mejorar muchas vidas— al decir esto todos los presentes comenzaron a aplaudir, incluyéndonos a nosotras.
—Por lo tanto, veremos a Roger más seguido por aquí, así entre todos continuaremos contribuyendo a ayudar a quienes lo necesitan. Sepan que han sido fundamentales en algo tan importante, han contribuido en el desarrollo de la esperanza— agregó Evan, me cuesta verlo diciendo palabras tan positivas porque no es como lo imagino cuando pienso en él.
—Será un placer para mí y para mi empresa continuar contando con su apoyo, son un hermoso equipo y estoy ansioso de volver a trabajar con ustedes.
Cuando Roger terminó de hablar una vez más todos continuaron aplaudiendo.
—¡Qué hombre!— susurró Alejandra a mi oído y yo respondí con una leve risa.
Estábamos a punto de irnos cuando escuchamos una voz que nos llamó detrás de nosotras, al darnos vuelta nos encontramos con Roger, miré a Ale y vi como se le iluminaron los ojos al ver ese hombre caminando hacia ella.
Primero nombró a Ale y le dio un apretón de manos, al igual que el otro día el momento en que sus manos estuvieron conectadas fue mágico, el tiempo se detuvo. Luego de ese momento especial, Roger también estrechó mi mano y me nombró.
—Estoy muy contento de verlas chicas, me han causado una muy buena impresión el otro día— me sorprende mucho que diga estas cosas, pero más aún que nos recuerde y también a nuestros nombres, los hombres como él no suelen recordar chicas como nosotras.
—Así que el comercial dio un buen resultado— mencionó Alejandra buscando interactuar con él.
—Nuestra empresa es muy seria, con toda tu experiencia deberías saberlo Alejandra— dijo Evan apareciendo detrás de nosotras, posicionándose al lado de Roger y justo delante de mí.
Verlo me provocó un escalofrío, pero no de miedo, de vergüenza, de nervios por lo que pueda decir. A pesar de estar en frente de mí, por ese instante no me dirigió la mirada, ni la palabra, prácticamente fue como si yo no estuviera presente. Sin embargo, no pude ignorarlo, sentí ganas de hablarle, disculparme, pero no es el momento adecuado, con Rolands cerca, no es buena idea hablar sobre mi mala conducta.
—Desde el comercial la demanda del medicamento ha aumentado sumamente. Hay un caso en particular que me ha llegado mucho, un niño con una enfermedad que va debilitando sus huesos, pero con este medicamento realmente podría mejorar— me dio mucha pena oír sobre una historia así, pero al mismo tiempo pude percibir la sinceridad del señor Rolands por querer ayudar a ese niño.
—Como madre no me gustaría estar en el lugar de la familia de ese chico, ver a un hijo debilitarse debe ser lo peor que puede sucederte—. Cuanta razón tiene Alejandra, no soy madre, pero ver a mi padre mal es lo peor que me ha sucedido así que estoy segura de que el dolor de una madre debe ser inexplicable al ver a su hijo en ese estado.
—Es lamentable que haya familias que pasan por situaciones como esta, ojalá pudiéramos hacer más por ayudarlos— mencionó Evan. Palabras que jamás creí oír salir de su boca, quizás en el fondo si sea un hombre con sentimientos, pero lo difícil es hallar su fondo, está muy lejos, tanto que la mayor parte del tiempo dudo que exista.
—Sí, ojalá se pudieran arreglar todas las dolencias— agregué dando un suspiro y mirando al suelo. Aunque los medicamentos existen y son muy efectivos, no son equitativos para todos porque no pueden arreglar cada mal que existe en el mundo.
Roger estuvo un momento más contando la historia del niño. Son una familia de bajos recursos, pero él ha creado el medicamento con ese objetivo, que lo paguen los que puedan hacerlo, pero que también llegue a quienes no pueden costear este tratamiento. Cuanta bondad, la mayor parte de las personas no se conforman, siempre quieren más y más, pero Rolands realmente tiene la intención de ayudar a aquellos que lo necesitan. Un gesto que habla bien de él, el mundo necesita muchas más personas que sean capaces de ver más allá de sus narices.
—Señorita Miller, debería retirarse, Mary la está esperando para asignarle una actividad— dijo Evan mirándome.
Fue la primera vez desde que estamos todos aquí en que me miro y me dirigió la palabra, pero al hacerlo cambió el tono de voz y también su mirada, se puso serio, recuperó el enojo, la frialdad que tanto lo caracteriza, esa frialdad de un hombre que claramente no es capaz de ver más allá de sus narices.
—Está bien señor— respondí bajando la mirada, esta vez no me atreví a mirarlo a los ojos, la fuerza que tuve el día de la discusión se ha esfumado y seguramente no volverá nunca más —Adiós señor Rolands, con su permiso— dije amablemente y me fui casi corriendo, deseando escapar de toda la incomodidad.
Una vez más, me siento tan avergonzada, en este momento no tenía que hablarme de esa manera, estábamos teniendo una charla muy agradable, por un instante no estaba sintiendo las diferencias abismales que siempre hay entre ellos y nosotras. Pero el señor Howland corto con ese pensamiento, volvió a marcar las diferencias, dejando bien claro que está muy por encima de mí, nunca podremos ser iguales y no merezco conversar con él o con sus colegas, soy tan inferior, tan insignificante que no debería ni dirigirles la palabra.
Tal como debía me encontré con Mary y me llevó a un depósito, esta es la tarea que tengo que hacer y hasta no terminarla no podré irme de aquí. El lugar está lleno de cajas que debo acomodar, mucho desorden y debo organizarlo yo sola, sin protestar y sin pedir la ayuda de nadie. Aquí fue donde me cayó la ficha, donde entendí todo, el señor Howland no va a despedirme, eso le llevaría mucho papeleo y debería pagarme, aunque el dinero sería muy poco porque no llevó nada trabajando aquí, aun así dinero es dinero y prefiere ahorrar. Así que para evitar todo ese arduo trabajo va a molestarme, torturarme, explotarme, va a presionar hasta que me canse, hasta que no pueda más me vea obligada a renunciar. Pero no le voy a dar el gusto de hacerlo, no voy a ahorrarle trabajo renunciando, no me cansaré de dar lo mejor de mí, eventualmente él será quien se cansará de hacerme daño, así que tendrá que parar.
He estado dos horas trabajando sin descanso, pero aún me queda mucho tiempo para terminar, agotada decidí ir por un vaso de agua para renovar las energías y poder continuar.
—Shell ¿Dónde te has metido? Llevo horas buscándote— dijo Ale apareciendo delante de mí.
—El señor Howland me ha enviado a ordenar un depósito, he venido por un vaso de agua, pero aún me quedan horas de trabajo.
—Ya he terminado mis actividades, puedo ayudarte, así te irás antes.
—No Ale, no es tu responsabilidad, pero muchas gracias por ofrecerte.
—Sé que harías lo mismo por mi Shell.
—Tú debes cuidar a Jamie, de verdad no te preocupes— le di un beso en la mejilla a Ale y le indique que se fuera, no es justo que ella también pague por mis actitudes.
Fui por una botella de agua y volví nuevamente a ponerme manos a la obra. Tuve tanto que organizar que ni siquiera encontré tiempo para pensar. Las horas pasan y yo continúo aquí encerrada, sin terminar, también sin descansar porque deseo llegar a mi casa de una buena vez, cuanto más rápido haga todo, más rápido me iré.
Cuando por fin el depósito estuvo reluciente del orden me tiré al piso para descansar un momento, llevo horas parada caminando de aquí a allá, mis piernas no dan para más. Ya son las ocho de la noche, las veinte horas y sigo aquí encerrada por el capricho de mi jefe, o por mi capricho de ser tan terca, pero la terquedad no es un síntoma que se cure, así que tendré que seguir siendo así. Al reponerme un poco, fui a cambiarme de ropa y me marché de la empresa. Llegué a la parada del autobús, pero fue demasiado tarde, vi como el último transporte que sigue el camino de casa se aleja lentamente de mí, intente correr detrás de él, pero fue en vano, malgaste energía porque no pude alcanzarlo.
En esta ocasión sí, no tendré salvación, no me queda más remedio que caminar a casa. A cada paso que doy me duelen más las piernas, ha sido un día agotador. Pero lo merezco, dije que hoy tendría que pagar por las consecuencias de mis actos y aquí está el precio. Es un precio menor del que esperaba, prefiero estar agotada, no tener fuerzas para nada antes que ser despedida y no tener dinero para ayudar a papá. Pero con cada paso el dolor en mis pies y piernas se hace más insoportable, al punto de que considero que las sigo moviendo solamente por inercia, deseando ver la puerta de mi casa y tirarme en el sofá.
Finalmente, logré llegar a casa, pero no tengo idea de cómo lo hice, mis piernas están muy acalambradas, nunca me había cansado tanto en mi vida, no tengo fuerzas ni para levantar un solo pie. Entré a saludar a mi papá quien me miró muy preocupado.
—Hija ¿Qué ha pasado? ¿Por qué llegas tan tarde?
—Nada de lo que debas preocuparte pa, he tenido algo de trabajo extra— le di un beso en la frente, otro a la señora Rose y corrí a darme un baño, correr en el sentido más irónico de la palabra, porque realmente no tengo capacidad de hacerlo.
En el medio de la ducha comencé a llorar pero sin ningún motivo aparente, ni yo misma entiendo qué es lo que me pasa, por qué me siento tan mal. Debería estar agradecida de que tengo trabajo, pero en vez de ello, aquí estoy, hecha un mar de lágrimas por el cansancio acumulado. Preguntándome el motivo de que me sucedan estas cosas, cuando en realidad sé que la única culpable soy yo, por ser como soy, tan impulsiva, intolerante y atrevida. Es difícil cambiar quien eres para agradar a los demás, pero en realidad no debería hacerlo, nadie debería sentirse presionando al punto de tener que dejar su verdadero yo, deberíamos de tener la libertad de expresarnos como queremos, decir lo que realmente pensamos sin que nadie se ofenda, por supuesto siempre y cuando no nos estemos burlando de nadie.
Traté de calmarme antes de salir del baño, no quiero que mi familia me vea en este estado. Frente a ellos tengo que fingir que todo está bien, mostrarme triste y afligida sería entristecerlos a ellos, cosa que no me agrada, no me gusta ver mal a quienes quiero, motivo por el cual siempre he decidido sufrir en silencio. Me vestí, mire mi rostro en el espejo, ya no quedan rastros de haber llorado así que fui a la cocina para encontrarme con mi papá y Rose.
—Ven a comer niña ¿Ha pasado algo?— preguntó Rose mientras en la mesa servía comida para todos.
—¿Tu jefe te ha regañado?— preguntó mi papá.
—Tranquilos, hemos tenido que organizar un depósito muy grande y llevó más de lo planeado.
—¿Has sido tú sola?— agregó papá.
—No, he tenido varios compañeros ayudándome — mentí para tranquilizarlos, no es buena idea sepan que he hecho todo sola, que es parte de mi castigo.
—No deberían exigirles tanto, no son horas de trabajar— mencionó Rose.
—Está bien, seguramente por este día nos paguen el doble— dudo mucho que sea así, hoy ha sido un castigo, Howland no me dará remuneración doble por ello, no resultó muy bien la última vez que lo hizo además no creo que él sepa hasta qué hora estuve trabajando.
Estuvimos un rato más conversando y comiendo. Lo que más le preocupó a mi papá fue que vine sola caminando a tan largas horas, no le gustó nada oír eso, aunque este es un barrio bastante tranquilo nunca se sabe lo que puedo encontrar en el camino. Aun así no tengo problema con andar a pie, al contrario, la noche es un hermoso momento para caminar y pensar.
Una vez que Rose se fue a su casa y mi padre a dormir, organicé algunas cosas y por fin también fui a acostarme. Como he extrañado mi cama, estoy exhausta, me duelen mucho los pies, incluso me han salido algunas ampollas en los dedos, sin contar el dolor de piernas y de espalda que traigo, se me hace casi insoportable. Lo único bueno de todo es que por tal cansancio, apenas apoyé la cabeza en la almohada me quedé profundamente dormida.