PRIMER DIA DE COLE

3501 Words
ABI Por fin llegó la mañana. La noche se me había hecho larguísima después de aquella pesadilla, y no había parado  de dar vueltas en la cama…Cuando sonó el despertador no estaba segura de si taparme hasta la cabeza, o levantarme. Me levanté muy a mi pesar y me puse la ropa, aún tenía que comprar el uniforme del nuevo colegio, así que escogí unas mayas y una camiseta sencilla, encima me planté una sudadera con gorro y las botas altas.  Fui al baño para peinarme y lavarme la cara y me horroricé de la imagen que descubrí en el espejo…Unas ojeras negras como el carbón asomaban bajo mis ojos y los pelos…parecía que había metido los dedos en el enchufe…todos enredados y tiesos ¿Cuántas horas había pasado dando vueltas en la cama? Quise peinarme y el peine se rompió al engancharse en los nudos de mi pelo. Recordé que en el aseo de abajo había dejado el “oro líquido”, una especie de aceite que ayudaba a desenredar y dar brillo al pelo, así que medio dormida aún comencé a bajar la escalera, se me fue un pie y patiné tres escalones, pero esta vez no me pilló desprevenida, iba bien sujeta a la barandilla, así que no me caí, el resto de las escaleras las bajé con bastante más precaución. Al coger el bote de oro líquido se me resbaló de las manos, cayó al suelo y se rompió en mil pedazos llenando todo el aseo de aceite… ¡Oh no!, !ahora tendría que limpiar todo aquello! Lo recogí lo mejor que pude. Desenredé mi pelo con las manos y lo amarré en un moño bien apretado para disimular los enredos… ¡Vaya primer día de cole! Mi madre estaba en la cocina, preparando desayuno y almuerzo al mismo tiempo, como de costumbre. Tomé mi Colacao y mi tostada con prisa, pues con el lío de pelos se me había echado la hora encima. Agarré mi mochila y sin tiempo para lavarme los dientes salí por las puertas en dirección al colegio. El colegio estaba a sólo dos manzanas de casa, la noche anterior mi madre me había explicado que camino debía seguir para llegar y no había pérdida. Vaya impresión de cochambrosa daría mi primer día de clase. Llegué al colegio, que se encontraba en una calle de un solo sentido con aceras muy estrechas sembradas de olivos. El edificio se situaba al fondo del patio de recreo. A la izquierda había un pabellón de deportes. Era de color naranja y rojo. Un color inusual para un colegio pensé. Observe a los niños que entraban mientras los seguía, todos llevaban uniforme, un jersey de lana burdeos con  un escudo en el pecho, camisa blanca y pantalón gris los niños y falda escocesa gris las niñas con medias burdeos. Se iban colocando en fila alrededor del edificio, al pie de cada fila había un profesor. El profesorado era de lo más variopinto, observé que en el suelo estaban escritos los cursos.  Ahí se formaban las filas, así que busqué mi clase, 6º. La  profesora que se encontraba al pie de esa clase no era ni joven ni vieja, tenía una edad indefinida, seguramente rondaría los cuarenta, su expresión era la de un soldado de ojos claros y mirada fría como el hielo. Me acerqué a ella y abrí la boca para comenzar a hablar, pero ella se adelantó. -Abigail, colóquese en la fila por favor. -Si señora –fue lo único que pude responder. Entré con la fila al interior del edificio, un grupo de niñas hablaba por lo bajo detrás de mí y no pude evitar que se me subieran los colores. Llegamos a la clase tras subir unas escaleras y recorrer un pasillo hasta el fondo a la izquierda. Era la última puerta. Los pupitres estaban colocados de dos en dos en los laterales de la clase y de tres en tres en el centro. Sobre cada mesa había un cartelito con un nombre cada uno, el nombre del alumno que se sentaba allí, supuse. Había también mesas solitarias mirando a la pared, puestas a bastante distancia una de otras, rodeando la clase, esas no tenían letrero. Los alumnos  fueron sentándose según entraban en clase, mientras, yo permanecía inmóvil, de pie, sin saber dónde colocarme. Observé un letrero sobre una mesa “José Luís”, decía, imaginé la cara del chico que debía sentarse en esa mesa, y a mi mente vino una imagen espantosa de un chico bastante feo de ojos deformes de color marrón caqui y pelo grasiento y no pude evitar poner cara de asco. En su lugar se sentó un chico con cara de ángel, guapísimo, de pelo rubio y ojos ámbar que apenas me miró. -¡Abigail!-El grito de la severa profesora me despertó, y di un brinco en mi lugar mirándola con cara de idiota, me había perdido observando al “chico ángel”, ese chico que nunca me querría, que nunca me vería  –¿Se puede saber a qué esperas para sentarte? -Dijo señalando un pupitre vacío, con un cartel que ponía “Abigail” ¿Cómo no se me ocurrió buscar mi nombre en las mesas vacías? Avergonzada y con la cabeza baja me senté en mi nuevo pupitre, que para mi espanto se encontraba junto al “chico ángel”. -Hola-murmuré muerta de vergüenza, no podía mirarlo a los ojos, él contestó algo que no pude entender, mientras miraba para otro lado. La profesora colocó un cartel sobre su mesa, en el cartel ponía “SEÑORA ESTUARDA” ¡Puff!  ¿En serio?, ¿ese era su nombre? Desde los pupitres de delante me sonrieron dos chicas. Una era rubia, muy rubia, mucho más que yo, tenía los ojos azules muy claros y la cara llena de pecas, era bajita y delgada, a su lado una chica algo más alta con el pelo más largo y muy rizado de color castaño y ojos marrones. Les devolví la sonrisa algo más tranquila. Las horas de clase se hicieron eternas e insoportables, por el carácter de la profesora. Yo había pensado que los niños se portarían bien, y así fue en la primera hora, mientras Doña Estuarda se encargaba de la clase, pero la segunda hora la dimos con otra profesora, Catherine, que era mucho más suave y la clase parecía una fiesta de carnaval. Todos, excepto la rubia sentada delante de mí y yo no paraban de hablar como cotorras. Mi compañero José Luís, que al principio parecía tan calladito, no paraba de cotorrear con los compañeros de atrás y no conseguí enterarme de nada, por eso, volví a perderme en mis pensamientos sintiéndome invisible… SOLEDAD…otra vez la palabra vagó por mi mente y sentí un fuerte pellizco en mi pecho, haciendo que no pudiese respirar con normalidad. La imagen del espejo se presentó ante mis ojos en mi mente y sacudí la cabeza para librarme de aquel ser deforme de pesadilla. Ya que no escuchaba nada, y tampoco quería divagar para no volver a soñar despierta, intenté leer la lección directamente de mi libro. El sueño se apoderaba de mí, el hecho de no haber dormido en toda la noche me pasaba factura. Estaba concentrada en el libro cuando de repente escuché un grito terrible, parecía una bestia en celo…levanté mi cabeza al tiempo que todos los niños se quedaban mudos y entonces me percaté de lo sucedido, nos encontrábamos en el cambio de clase y Doña Estuarda  volvía a entrar por la puerta, aquel grito de seguro se había oído en todo el edificio, que pequeño no era. Pensé que esta sería una buena manera de hacer callar a mi hermano cuando se metía conmigo, o no.  Con mi hermano lo tradicional nunca funcionaba. Por fin llegó el descanso, inmediatamente un grupo de chicos y chicas se acercaron a mi mesa. Aproveché para presentarme. -Hola, me llamo Abi, tengo doce años, y me trasladé ayer. Nadie hacía ruido, excepto el ángel de mi lado que murmuraba algo por lo bajo que no pude entender y consiguió ponerme nerviosa ¡Ay!, ¿qué pasa?¿no le gusto?, ¿tengo mantequilla en la cara?, ¿no hablé con claridad?,¿qué?, decidí continuar hablando e ignorar a mi compañero -¿puedo ir con vosotras?-pregunté a las chicas que se sentaban delante de mí y que parecían muy simpáticas . -¡Claro!-contestó la chica del pelo rizado –Yo soy Lauren y ella es Cintya, ven te presentaremos el resto abajo. Cogí mi bocadillo y bajé al recreo acompañada de ellas. Una vez abajo se reunió un grupo importante de chicas que me hicieron corro, mientras se presentaban una a una, pero yo estaba tan cansada que me sentía mareada y no podía fijarme en las caras ni escuchar sus nombres con claridad, dejé que hablasen sin escuchar, cuando de pronto unas risas escandalosas sonaron por detrás. -Pero bueno ¿Qué tenemos aquí…? y a ti ¿De dónde te han traído?, ¿de un estercolero? ¿Qué peinado es ese?, ¿te peleaste con el peine esta mañana?-parpadee mientras miraba fijamente aquella chica que había dado de lleno en mi problema, pues efectivamente, esta mañana el peine parecía haberse peleado con migo. Era morena, de pelo largo, tan largo como el mío y de un lacio a******o, lo llevaba recogido en una cola de caballo, y me miraba con ojos negros llenos de odio ¿Qué le había hecho yo a aquella chica?-¿Y eso que es?, ¿un piojo?-dijo señalando un lunar en mi cuello en la base de mi pelo.  -Mira, ya te vale -le contesté yo dando un paso adelante. La chica enseñó los dientes mientras avanzaba hacia mí con los ojos echando chispas y casi gruñendo como un perro. -¡Dallana!-Tronó la voz de un chico, acto seguido. Un chico moreno, alto, de piel oscura y ojos negros, un poco entrado en carnes, se interpuso entre nosotras dos con los brazos extendidos para separarnos. -Tú niña-dijo mirando a la llamada Dallana –“Chus, chusi, chusitero” –volvió la mirada a mi cara y añadió. Y tú Abi, no le pegues ¿Ok? Si no fuese por la expresión de su cara, la severidad de su voz y su gran tamaño me habría partido de risa, “¿chus chusi chusitero?”¿Qué era eso?. No obstante la intervención del chico funcionó y Dallana dio media vuelta muy tiesa y con la barbilla muy alta seguida de dos chicas más. Miré al mediador, su mirada era cálida, parecía buena persona. -Hola, mi nombre es Valentino, soy compañero tuyo de clase, pero creo que no te acuerdas de mi –dijo mirando algún punto por encima de mi cabeza –No debes enfadarte con Dallana, está celosa porque te sentaste junto a José Luís, que es el chico que a ella le gusta. -¡Ah!...-dije comprendiendo y al mismo tiempo pensando que era un problema -¿Son novios? -¡No, qué va!, pero a ella le gusta…ya sabes, vosotras las niñas siempre pensando en romances que a nosotros no nos interesan nada, no te metas en líos el primer día por una tontería así –dijo sonriendo de medio lado-mira que no me voy tranquilo, te tendré bajo vigilancia –dijo señalando sus ojos y después los míos tres veces de seguido con los ojos muy abiertos y dejándome un poco aturdida. Sonó la sirena nuevamente y regresamos a las clases, y mientras intentaba escuchar la clase un sentimiento se volvía a apoderar de mí. SOLEDAD…MIEDO…ANGUSTIA…DOLOR y una imagen vino a mi cabeza, era aquel reflejo en el charco de lágrimas, aquel pequeño que lloraba y moría de angustia. Parpadeé y descubrí que mis ojos estaban húmedos, me apresuré a secarlos con los puños de las mangas y miré a mi alrededor para asegurarme de que nadie lo hubiera visto. Mi compañero estaba enfrascado en una conversación con los compañeros de atrás, él no había visto nada, pero a lo lejos los ojos de Valentino me miraban con preocupación. Por fin llegó el final de las clases. Eran las dos y se habían acabado las clases, apenas tenía deberes para llevar así que podía relajarme un poco y acostarme temprano. Cuando llegué a casa quedé encantada. Mi padre había llegado con nuestros muebles y junto con mi madre habían cambiado los muebles del salón, desechando los otros  y ya si parecía mi casa. Mi padre ya tenía puesta la mesa y me senté a devorar mi plato mientras mis padres me acribillaban a preguntas.     Cuando subí a mi cuarto me alegré de que mi madre me hubiera hecho caso, había sacado el armario con todo lo que tenía dentro, la cómoda y la cama, dejando el escritorio, en su lugar había puesto los míos, aunque había dejado mis cosas en las cajas para que colocara yo mi cuarto, y con lo pequeño, no me quedaba más remedio que colocarlo todo, si quería un sitio donde poder descansar, así que empecé sin perder mucho tiempo. Me fijé en la pared donde había estado colocado el armario, el mío era más pequeño, y tras él podía verse una mancha oscura en la pared…Había humedad -¡Mamá!–grité –en mi cuarto hay humedad. -Sí, ya lo hemos visto, en esta semana tu padre pintará el cuarto, lo siento-contestó mi madre desde abajo. Aquella mancha de humedad como todo lo raro de mi habitación me ponía los pelos de punta, retiré mi armario de la pared para verla mejor…La imagen me horrorizó ¿En serio?, ¿mi madre había visto esto y lo dejaría así unos días? Era una mancha enorme, con forma de puerta antigua, redondeada en la parte de arriba, y parecía tener dibujos… ¡Uff, no podía creerlo! Eso tenía que haberlo dibujado alguien, porque los dibujos de la puerta eran como los del escritorio… Me metí entre el armario y la pared para observar aquello más de cerca y me atreví a tocarlo, palpé la pared, la mancha de humedad y froté con mis dedos esperando mancharme, pero no, la textura de la pared allí era igual que en la parte limpia, me recreé en los dibujos… ¿Qué serían?, ¿significarían algo?, suspiré, salí de detrás del armario y lo coloqué en su sitio y seguí ordenando mis pertenencias mientras pensaba, algunos de aquellos dibujos me sonaban de haberlos visto antes, pero no recordaba dónde.  Escuché a mi hermano llegar del instituto y entonces recordé la llave que encontramos el día anterior en el cajón de los calzoncillos, tenía que haber mirado si en su cuarto había algo que aquella llave abriera, conociéndolo si allí había algo que abrir no se habría deshecho de ello sin abrirlo antes, si yo era curiosa, él lo era mucho más, algo teníamos que tener en común, no íbamos a ser tan diferentes en todo, así que seguramente tendría otra oportunidad de entrar mañana. Después de unas horas ya estaba todo en su sitio, y estaba demasiado cansada para ponerme con los deberes, lo único que quería era tumbarme en mi preciosa cama, y eso hice. Una puerta enorme estaba frente a mí, era una puerta de madera antigua, yo me sentía diminuta frente a ella, la puerta estaba decorada con cosas de metal, el metal me hacía daño, acercarme a él me dolía, podía sentir como me quemaba el alma, pero alguien detrás de mi seguía empujándome hacia ella y yo no tenía fuerzas ni valor para resistirme…, me sentía cansada en lo más profundo, el dolor recorría mi cuerpo por tantas partes que un poco más de dolor no era importante, pero aquella puerta también me asustaba por otra cosa, dentro me esperaba la oscuridad, la soledad, no quería entrar allí otra vez ¿Otra vez?... . Sentí un dolor punzante en uno de mis brazos y dirigí mi mirada a ese lugar, pude ver como la sangre corría hacia el suelo con una fluidez que daba miedo ¿me desangraría?, quise mirar quién me había hecho eso, pero recibí otro empujón, sujetaron mi brazo sangrante y mojaron con él los dibujos de la puerta sin delicadezas. La puerta se abrió y un nuevo empujón me ayudó a entrar para que la puerta se cerrase tras de mí, todo se volvió n***o como boca de lobo y la angustia volvió a tomar mi alma, miré en la oscuridad, buscando algo para poder orientarme, pero no veía nada…, comencé a llorar lastimosamente, allí no había nadie para oírme, nadie que viniera a salvarme, nadie… ¿Dónde se había ido ella?, ¿me había abandonado?, ¿por qué? Las preguntas sin sentido venían a mi mente y yo no podía comprender a qué se referían, pero si tenía la certeza de que me dolían muchísimo. Una luz apareció frente a mí, al principio pequeña, luego se fue agrandando, caminé hacia ella y pasé al otro lado. Frente a mí había una habitación amueblada ¿Eran los muebles de mi habitación?, estaba la cama a mi izquierda, frente a mí un ropero grande y bajo la ventana la cómoda, solo faltaba el escritorio. Miré hacia atrás y no encontré más que una pared.  -¡Abi, tienes visita!- La voz de mi madre me despertó y yo me quedé desorientada, bajé las escaleras y en la puerta encontré a Evy. -Hola Evy, lo siento, pero anoche no pude pegar ojo, cuando llegué de clase tuve que ordenar mi cuarto y aún no he comenzado con los deberes, hoy no podré salir a jugar. -Entiendo, ¿pudiste buscar eso de la llave? -No, ni siquiera en eso me he podido entretener, mañana te contaré, porque tengo que contar. -Ok, hasta mañana entonces. Cerré la puerta y miré mi imagen en el espejo de la puerta, aún estaba despeinada, así que cogí un peine recién comprado por mi madre y comencé a desenredarme el pelo frente al espejo de la entrada, prefería aquel espejo al del baño, porque era más grande. Tardé bastante en desenredar la maraña que no había conseguido deshacer por la mañana. Mientras me peinaba mechón por mechón estuve repasando mi sueño. Lo recordaba bien. Había soñado con la mancha de la pared, para entrar por ella y volver a mi propia habitación, todo era tan igual y al mismo tiempo tan diferente, que me hacía sentir extraña… Cuando terminé, subí para empezar con mis deberes, no era bueno comenzar con mal pie en la escuela.  Esa escuela tan particular llena de gente rara. Me senté en el escritorio y abrí uno de los cajones para coger unos folios donde hacer las cuentas de matemáticas en sucio y me encontré con los sellos, las plumas y los tinteros. Lo saqué todo y lo coloqué sobre el escritorio, miré el dibujo de los sellos y de pronto se me cortó la respiración, le di la vuelta a todos ellos y los coloque frente a mí, los dibujos coincidían, miré el escritorio, en el cajón grande que no podía abrirse estaban los cinco dibujos de los cinco sellos, quise encajar cada sello con su dibujo, pero…no era como si se quedasen ahí aguantados, y tampoco podían girarse, no quise forzarlos para no romperlos, mire las plumas, todas muy distintas unas de otras, también tenía grabado un dibujo cada una en la madera. Miré los tinteros y encontré otro tanto de lo mismo, desde fuera parecía cada uno de un color diferente, cogí un folio, una de las plumas al azar y abrí un tintero que desde fuera se veía azul, mojé la pluma en él y dibujé una línea en el folio…, pero la tinta no era azul, era roja, de un rojo oscurísimo, como sangre, miré el tintero otra vez y descubrí que el azul provenía del mismo cristal del bote. Tomé otro tintero que era verde y repetí la operación, pero la tinta volvía a ser roja, lo mismo sucedió con el tintero ocre, el blanco y el rojo, todas las tintas eran rojo sangre, a mi cabeza vino la parte del sueño en que cubría los dibujos de la puerta con la sangre de mi brazo…, cada tintero  tenía un color, cada pluma una marca y cada sello un dibujo… ¿Sería la tinta la llave? Cerré los tinteros con cuidado y los coloqué con muchísimo respeto en el interior del cajón junto a las plumas y los sellos, de pronto algo en mí me dijo que ese material era muy importante. Saqué mis libros y comencé por fin los deberes de 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD