Suspiré, era día viernes y aún no había aparecido. Decidí salir afuera, para tomar algo de aire y comprarme algo para comer.
Una figura conocida, gira sobre sus talones y sigue caminando.
Era Ulises.
Corrí a paso apresurado hasta llegar a su lado, tomé su mano. Solo ese tacto me hizo estremecer, le hable :
—¿Por qué no entras?,¿te sientes mal por algo?—preguntó, tocó mi frente.
—Yo...—senti su voz temblar y añadió algo que me rompió en dos: —No te interesa, no eres nadie para mí.
Se marchó, por algún motivo no podía moverme de lugar. Estaba paralizada y las lágrimas empezaron a brotar, las toque confundida y las mire. Los espasmos de llanto se hicieron cada vez más fuerte, hasta que finalmente me gire sobre mis talones y entré.
Primero me voy a dirigir al baño, tal vez de esa maner
